La iglesia evangélica crece y se hace notar en Asturias

En Asturias conviven de forma armoniosa multitud de confesiones religiosas. Las comunidades islámica, judía y evangélica tienen un hueco en la sociedad asturiana y luchan por conservarlo. Mientras que la implantación del judaísmo permanece estable desde hace décadas, el islamismo y el protestantismo crecen a pasos agigantados, conformando una sólida red de comunidades que, además del ámbito religioso, realiza una prolífica labor social y cultural.

OVIEDO · 21 DE JUNIO DE 2010 · 22:00

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Los musulmanes son ya la tercera confesión en el Principado, sólo por detrás de católicos y evangélicos. Un estudio de la Unión de Comunidades Islámicas de España cifra en 5.100 sus fieles en Asturias, de los que 4.616 son extranjeros y 484 españoles, entre conversos e hijos de musulmanes nacidos en el país. Este dato es un poco superior al que maneja la comunidad asturiana, ya que, según sus estimaciones, aún no han rebasado esa barrera de los 5.000 Por su parte, el Consejo Evangélico del Principado de Asturias (Cedpa) asegura que tiene alrededor de 15.000 seguidores, que no bautizados. Esta confesión dispone de una amplia red de congregaciones dispersas por la región, lo que les ha permitido amplificar su mensaje y su labor social. Entretanto, en La Casina, el centro judío situado en Oviedo, acuden a la celebración del sabbath todos los viernes entre 130 y 140 creyentes. Éste es el núcleo central de su comunidad, su piedra angular, aunque saben que hay, aproximadamente, otros 1.300 residiendo en Asturias, con los que tienen contacto de forma esporádica, en determinadas celebraciones, resolviendo sus dudas o intercambiando información. Incluso piensan que hay más que no quieren confesar su credo por miedo a ser víctimas de reacciones antisemitas o a despertar los prejuicios de sus vecinos. En Asturias, según el último informe sobre Religiosidad en España realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y que se presentó en el año 2008, el 73,9% se confiesa católico y sólo el 1,4% creyente de otra religión. Es más numeroso el número de no creyentes, un 17,2%, y el de ateos, un 5,3%. Otro aspecto muy diferente es cuántos de estos católicos son practicantes y tienen relación con su comunidad o parroquia. Pero este aspecto no aparece reflejado en el trabajo del CIS. ESTRUCTURA La población musulmana en Asturias es, básicamente, masculina, ya que crece gracias a los flujos migratorios. Sin embargo, a las mezquitas comienza ya a acudir la segunda generación, hijos de matrimonios en los que ambos son mahometanos o de parejas mixtas con asturianas. De hecho, el estudio de la Unión de Comunidades Islámicas de España señala que ya hay 338 alumnos matriculados en los colegios, de los que 294 son inmigrantes y 44 españoles. Con esta cifra tan pequeña, aún no han conseguido que ningún centro solicite a la Administración un profesor de su religión. Los evangélicos sí los tienen. Ya hay tres colegios y dos profesores a media jornada. Esto se debe, fundamentalmente, a la concentración de población de la etnia gitana, que pertenecen a la Iglesia de Filadelfia. La mayoría de sus hijos van al mismo centro y consiguen el cupo exigido por la Consejería de Educación para crear un grupo. Sin embargo, en otras zonas urbanas, como Gijón, siguen luchando para conseguirlo. Su estructura, por tanto, es muy familiar. Sus comunidades están compuestas por varias generaciones y tienen una amplia base de jóvenes. Entre los emigrantes, los más numerosos son los latinoamericanos y los rumanos. En sólo 10 años pasaron de 600 seguidores a más de 15.000. En cambio, como ya se ha explicado, la cifra de fieles judíos permanece estable. El perfil de sus integrantes es más bien profesional, hombres y mujeres que llegan a Asturias por estudios o trabajo. Aunque también tienen seguidores arraigados en la región y alguna familia al completo. El nucleo de 130 habituales de La Casina es duradero, pero con los años han visto pasar a muchos sometidos a una gran movilidad por motivos laborales. En su caso, el tema de la formación en los colegios no es prioritario, porque consideran que la educación religiosa corresponde al ámbito privado, a las familias y a las sinagogas. En mayor o menor medida, todos tienen una relación estable con las administraciones públicas y reciben ayudas económicas, no para sus actividades religiosas sino para su programación cultural y social. Como confesión sobreviven gracias a las aportaciones de sus fieles, que están concienciados de que su aportación no es una limosna. Es, en realidad, una forma de mantener viva a su comunidad.

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