España, ¿azote de las pseudociencias?

Desde su llegada al gobierno, el PSOE ha manifestado la intención de combatir prácticas tan polémicas como la homeopatía, de la que un 30% de la población en España hace uso semanalmente, según el CIS.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 30 DE OCTUBRE DE 2018 · 08:00

En España, un tercio de la población hace un uso semanal de prácticas como la homeopatía. / Joshua Coleman, Unsplash CC,
En España, un tercio de la población hace un uso semanal de prácticas como la homeopatía. / Joshua Coleman, Unsplash CC

“La homeopatía debe estar fuera, carece de base científica”. Es una de las diversas declaraciones contra las pseudociencias de la hasta hace poco ministra de Sanidad, Carmen Montón. Desde su llegada al gobierno en junio, después de que prosperase la moción de censura contra Mariano Rajoy, el PSOE se ha mostrado muy activo contra este tipo de prácticas. Al menos en su discurso. 

Un discurso que mantiene su sucesora, María Luisa Carcedo, ahora al frente de la institución después de que Montón haya dimitido acusada de presuntas irregularidades en su máster. Carcedo ha mantenido el mismo discurso contra las pseudociencias, añadiendo también al Ministerio de Ciencia, de Pedro Duque. “Se trata de dar prioridad a la evidencia”, ha señalado la nueva ministra, que se declara a sí misma como una “devota del conocimiento y la evidencia científica”. 

 

1 DE CADA 3 PERSONAS EN ESPAÑA RECURRE A LA HOMEOPATÍA

España es un país donde, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que planteaba preguntas en materia de sanidad, publicado en febrero, un tercio de la población reconoce hacer uso de tratamientos homeopáticos al menos una vez a la semana. Una cifra que asciende hasta el 47% si se cambia la frecuencia de uso a momentos puntuales. “La medicina está muy tecnificada y el paciente muchas veces se queja del test excesivo. Un paciente que va al médico por cosas más banales, como un catarro, prefiere algo más personal ante esa medicina tecnificada y clientelista. Y el terapeuta homeópata escucha, da de su tiempo y atiende de un modo mucho más cercano, lo que satisface más al usuario. Porque en ese momento deja de ser paciente para convertirse en usuario”, explica Miguel Menéndez, médico especialista en medicina familiar, doctor en medicina y miembro de la Unión Médica Evangélica (UME). 

El también doctor en medicina, teólogo y profesor de la Facultad SEUT, Raúl García, apunta hacia el origen de la aparición de la homeopatía para explicar su auge. Según García, las propuestas de Samuel Hahnemann en el siglo XVIII, la primera persona que comienza a experimentar con la práctica homeopática, surgieron como a las medicinas convencionales por sus efectos secundarios. “En la actualidad hay tratamientos eficaces contra muchas enfermedades, pero conllevan efectos secundarios importantes, por lo que se prefieren medidas más inocuas aunque se sepa que en el fondo son más ineficaces. Digamos que los enfermos deciden ‘probar’ medicinas alternativas con la esperanza de curarse de forma milagrosa. Al final, ante el fracaso de estos tratamientos, vuelven a la medicina tradicional, en la mayoría de los casos en peor estado del que partían”, dice. 

 

LA INFORMACIÓN: ¿ALIADA O ENEMIGA?

Según el informe del CIS, el grado de satisfacción registrado entre los usuarios de homeopatía es del 5,6, es decir, la mitad de las personas que recurren al tratamiento. “Su expansión se debe a que se ha vuelto una moda y a ciertos bulos que corren por las redes”, matiza la química, doctoranda en bioingeniería y especialista en material educativo científico para escolares, Sara Bardají. “La gente absorbe información, pero pocas veces consulta la seriedad de la fuente que está leyendo. Las pseudociencias no tienen ningún respaldo científico en cuanto a su efectividad, ni en cuanto a su seguridad. Los medicamentos son compuestos de los que hay bibliografía científica que demuestra su efectividad. Detrás de ellos hay una comunidad científica que avala los resultados, ya que para poder publicarlos es necesario pasar muchos filtros de expertos en el campo”, señala Bardají. 

En la línea del problema de la abundancia de información y la escasez de selección, el doctor en Física, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y colaborador del Centro de Ciencia y Fe de la Facultad de Teología SEUT, Antoine Bret, apunta que “las ‘fake news’ se propagan como virus muy contagiosos y se ha vuelto muy fácil entrar en contacto con ellas”. “Fruto de ello, se ha vuelto muy fácil encontrar a alguien que diga lo que quiero oír”, explica. 

El doctor en Química y decano de la Facultad de Teología SEUT, Pablo de Felipe, señala a una gestión irresponsable de los canales de comunicación. “Internet y las redes sociales, que prometían ser una fuente de difusión del conocimiento, han mostrado la ambigüedad de todo lo humano al ser también un poderosísimo instrumento de desinformación”. 

 

REGULAR DINERO CON MÁS DINERO

Una lucha, la que supuestamente ha emprendido el gobierno del PSOE contra las pseudociencias, que todavía no se ha concretado ni especificado en acciones concretas. Se habla, por ejemplo, de la aplicación de multas o de un aumento de los impuestos, pero nada detallado. “Si regulas algo, hay que regularlo y lo que vaya en contra, pues tendrá una falta administrativa o lo que sea”, ha sugerido Carcedo. 

“Subirle impuestos a productos homeopáticos, por ejemplo, no tienen ningún sentido. Es como subirle impuestos al negocio del juego o a la prostitución. Un aumento en negocios que generan tanto dinero no sirve de nada. Se consigue recaudar pero ese no es el objetivo. No se protege”, defiende Menéndez, partidario de sanciones severas y concretas, contra instituciones y empresas determinadas. “Combatir opiniones puede ser muy peligroso. Diferente es combatir lo que tenga avisos de fraude, o sea todas aquellas prácticas que emplean un lenguaje médico para negociar con mentiras. Ahí sí que creo que debe haber una persecución, como en cualquier fraude. Habría que distinguir aquello en lo que la persona puede querer creer, de aquello que se le vende. Sobre todo, las prácticas que se dan en lugares o instituciones respetadas a nivel social, como una farmacia”, añade. 

 

Para algunos profesionales de la salud, se trata de una respuesta a la excesiva tecnificación del sistema tradicional. / José Antonio Gallego, Unsplash CC

Para Bret, no es sólo una cuestión política sino que también afecta al ámbito educacional. “Las medidas políticas son tan sólo una pequeña parte de la respuesta. No puede hacer daño que un ministerio se encargue de campañas informativas para combatir la pseudociencia, como se ha hecho recientemente en Francia. A largo plazo me parece que el mejor remedio será una educación de calidad”, manifiesta. Para el físico, también “la prensa tiene un papel clave para informar de forma veraz y evitar propagar las pseudociencias”. 

 

AFECTACIONES EN LA SALUD Y LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

La naturopatía, la sanación espiritual, la meditación, la musicoterapia, las plantas medicinales o fitoterapia, la terapia floral o el Qi-gong, son algunas de las otras prácticas pseudocientíficas practicadas semanalmente por un tercio o más de la población en España, según el CIS. En el caso del yoga y de la terapia nutricional el porcentaje aumenta hasta el 55% de las personas encuestadas. “Los engañadores ganan terreno en el lugar en el que los profesionales de la salud dejamos de ser cercanos. Donde nos tecnificamos en exceso”, lamenta Menéndez. 

Para Bardají, “el gran problema no es que estas terapias no han demostrado ninguna efectividad, sino que pueden llegar a ser peligrosas para la salud”. “La homeopatía afirma que un principio activo es más eficaz cuanto más diluido esté en agua. Eso quiere decir, que si cojo un paracetamol y lo tiro en el Mar Mediterráneo, considerando que fuera agua potable, y tomo un vaso de esa disolución, eso acabará antes con mi dolor de cabeza que si disuelvo el paracetamol en 150ml de agua. Creo que no hay que ser científico para observar que ese principio no tiene ningún sentido”, añade. 

Sobre la implicación del Ministerio de Ciencia en el asunto, de Felipe considera que “es importante que los científicos se impliquen en este tema”. “Hay cosas que pueden ser tonterías aparentemente inocuas, pero cuando se tocan ciertos temas delicados, como la medicina, ya no son bromas porque se juega con la salud y la vida de las personas. Enfermedades que estaban erradicadas del continente europeo empiezan a volver y esto es algo inaceptable porque no es por un problema económico, sino por un rechazo infundado”, reitera. 

En un escenario como este, también cabe preguntarse la afectación que el avance de las pseudociencias tiene sobre la investigación. Para Menéndez, ambas van de la mano. “El avance de la homeopatía y otras pseudociencias, sobre todo entre los profesionales sanitarios, puede tener un efecto pernicioso en la investigación a largo plazo. Si no hay un clima favorable a la investigación y mucha gente se dedica a hacer pequeñas cosas, cuando aparezca un pensamiento privilegiado se marchitará porque no tendrá donde crecer. En un contexto en el que las pseudociencias proliferan, es más difícil que haya un clima intelectual favorable a la investigación de las patentes y, entonces, se producirá una mayor tendencia a la superstición y al beneficio económico”, remarca.

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