ETA y el amor al enemigo

Yo creo que pocas personas hoy en España no serán conscientes de la importancia de la apertura de un proceso de paz que ayude a la normalización de Euskadi y libere a todos los españoles de la presión de la banda terrorista ETA. Por tanto, si partimos de lo relevante, complicado e importante que es la situación, y de la extrema necesidad de no fracasar otra vez en el intento de crear y vivir una cultura de paz en España, no creo que nadie crea que no merece la pena seguir hablando de ello en un

13 DE MARZO DE 2006 · 23:00

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El amor al enemigo es un tema central en el cristianismo. Y no habla de enemigos peores o mejores. No se hace una gradación de la maldad que pueda o no tener el enemigo para amarle. Por eso creo que este tema del amor al enemigo afecta a las relaciones con ETA. Y en este ámbito del pensamiento cristiano, no deja de ser extraño que en España, precisamente los sectores de derechas más cercanos al catolicismo español, sean los que más insisten en acabar con ETA usando los medios que da el Estado de Derecho, y lo dicen hablando del uso de los métodos policiales, enlazándolo con el hecho de que los presos todos deberían cumplir sus condenas completas, de que no se debe usar de ningún tipo de generosidad con ellos, y que es precisamente la policía y la extrema dureza de los jueces quienes nos deben llevar al final de la banda terrorista ETA. Así, a muchos de los sectores que huelen a cirio y sacristía, no les importaría, quizás, seguir acorralando a ETA con las fuerzas de Seguridad del Estado, aunque esta presión hiciera que las pistolas volvieran a hablar. Se quiere acabar la violencia con la violencia, lo cual no tiene otro resultado que acumular más violencia, como diría Luther King. Pero para mí me parece une especie de esquizofrenia religiosa el ser cristiano y no ser generoso, a su vez, en el amor al enemigo, máxime cuando el tema del posible final de ETA está en el ambiente y hace ya tanto tiempo que las pistolas no han hablado. A todo esto se une la crítica dura contra el inicio de todo diálogo con ETA. La acusación constante al Gobierno de estar negociando con ETA no da tregua. Las acusaciones de estar pagando un precio político, aunque el Presidente Zapatero repita una y mil veces que no, son incesantes. Y cuando se dice que sólo se va a hablar con ETA cuando esta deje las armas y cuando se callen las pistolas, ellos siguen diciendo que nunca se debe hablar con una banda terrorista. Los más de mil días de silencio de las pistolas no les parece suficiente, piensan que a la violencia sólo se le puede vencer con más violencia. Se crea, así, un círculo infernal que acumula violencia sobre violencia… y lo que no cabe duda es que si ETA deja las armas, si estos más de mil días sin matar se prolongan y si se produjera algún comunicado de ETA en el que mostrara su voluntad de entrar en un proceso de paz, las conversaciones deben comenzar. El cese de la lucha armada debe dar lugar al diálogo, a la negociación. Es la única forma de vehicular este silencio de las pistolas. Si éste se da, el diálogo es la única vía para la paz. Yo creo que si alguien debe mostrar alguna generosidad para con el enemigo violento, esos deben ser los cristianos. El mandato de amor al enemigo es radical. Lo que pasa es que, quizás, no vivamos con esa radicalidad los principios cristianos, quizás estemos viviendo una espiritualidad cristiana light y descafeinada, quizás nuestro compromiso cristiano de seguimiento al Maestro sea solamente en la práctica de rituales vanos, quizás el catolicismo vivido por algunos sectores de la derecha española, sea más un catolicismo social, impuesto durante tantos años y del que queda, en algunos de los casos, el olor a cirio y a incienso, pero carente de la profundidad, del compromiso y del amor que demanda la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana. Si tienen que haber rasgos de generosidad, de perdón, de olvido y de reconciliación, estos rasgos deben partir de los sectores que viven el auténtico cristianismo. Y aquí deberíamos todos los cristianos despojarnos de todo atisbo de política de partido y mostrar la fuerza del amor, independientemente de nuestras preferencias políticas. El amor al enemigo, la capacidad de perdón y los rasgos de generosidad que avalen el inicio de un proceso de paz serio, no deberían confiarse solamente de las fuerzas de izquierda de este país. Se podría fracasar. Los legitimados para una búsqueda de paz activa son los movimientos cristianos, sean éstos católicos o evangélicos. Los deseos de venganza y de llevar hasta el final la destrucción de ETA por métodos policiales, judiciales y manteniendo la persecución y la lucha, no deberían partir de emisoras que se muestran comprometidas con el cristianismo. Es un contrasentido y me llena de sonrojo… Es una burla del cristianismo. Y no es que sea tan ingenuo de pensar que ante la violencia terrorista deben cesar las actividades de las Fuerzas de Seguridad del Estado, sino que más fuerte que esta fuerza en el proceso de paz, deberían ser las ideas cristianas en un proceso de búsqueda de paz en el que la capacidad de amor al enemigo, la fuerza del perdón, un perdón que no es aquel que no puede olvidar, sino el que olvida y hace nuevas todas las cosas, la eliminación del deseo de venganza, la generosidad y el poner las ascuas de fuego del amor sobre la cabeza del enemigo terrorista, deben ser los métodos cristianos. Máxime en este momento que vive España en el que las pistolas llevan calladas más de mil días. Los cristianos debemos cogernos a este hilo de esperanza, orar, trabajar por una cultura de paz y vencer la violencia con la no violencia… como hizo Jesús. La paz puede ser el resultado de la generosidad y la fuerza del amor al enemigo, aunque esta se conozca con las siglas de ETA.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - ETA y el amor al enemigo