El poder de la visión colaborativa

Cuando la iglesia es pequeña necesariamente establece, de forma natural y sin cuestionamientos, relaciones colaborativas en las que brinda y recibe recursos y apoyo.

21 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 12:00

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Siempre que tengo oportunidad de predicar en países que han vivido un avivamiento, o al menos han experimentado un crecimiento numérico de la iglesia, donde la presencia de megaiglesias es algo ya normalizado, incido en que en España la iglesia es pequeña, pero no es débil, ya que la identificación de pequeño y débil suele hacerse cuando uno compara su realidad de iglesia pequeña, numéricamente hablando, con esas megaiglesias, que pertenecen a otra realidad social y espiritual. 

¿Dónde reside la fortaleza de la iglesia española? Hay varios factores, pero en este artículo abordaremos uno que es clave, que tiene que ver con el liderazgo colaborativo. 

Es una tentación presente en todos los movimientos e iglesias que crecen, el independizarse de la relación de colaboración con otros movimientos o iglesias hermanas, ya que ahora se encuentran en una “posición de fuerza” en la que no necesitan a los demás. Cuando la iglesia es pequeña (este término lo usamos exclusivamente en su razón numérica, no en su naturaleza o fortaleza), necesariamente establece, de forma natural y sin cuestionamientos, relaciones colaborativas en las que brinda y recibe recursos y apoyo. De ahí que un liderazgo que entiende que este es un valor a mantener en la iglesia, independientemente del tamaño que vaya adquiriendo, será un liderazgo capaz de involucrar la inteligencia de muchos, traspasar las fronteras denominacionales, ministeriales o de organizaciones para producir sinergias y simbiosis, pensada esta última, tal y como dice el diccionario, como “la relación de ayuda o apoyo mutuo que se establece entre dos personas o entidades, especialmente cuando trabajan o realizan algo en común”.

Ahora bien, ¿cómo podemos construir una cultura de colaboración entre iglesias y líderes? Me atrevo a hacer estas aportaciones al liderazgo.

1. ¡Cuidado! La mentalidad de reino de taifa va a matar tu iglesia u organización. 

La mentalidad de taifa es una actitud presente en ciertas iglesias y líderes que no desean compartir información con otros en la misma misión, como es la evangelización de una provincia o autonomía. Este tipo de mentalidad va a reducir la eficiencia en la acción, también reducirá la moral, y podría ser causa de la desaparición de una cultura del reino productiva. 

A diferencia de otros problemas, la mentalidad de taifa sigue presente en muchos líderes y, por ende, en las iglesias en las que sirven, olvidándose que la misión no es de ellos, sino que la misión es de Dios, y ellos sirven junto con otros muchos, al mismo Señor. De ahí, que donde quiera que encuentre la mentalidad de taifa, acabo encontrando luchas de poder, falta de cooperación y pérdida de productividad. 

Nota: Las taifas fueron un conjunto de pequeños estados que fueron apareciendo entre la desintegración del califato de Córdoba, fueron hasta treinta y nueve pequeños reinos. La palabra significa "bando" o "facción", y la uso para indicar que primero es lo mío, mi pequeño reino frente al reino de Dios y una visión colaborativa. 

2. Desarrolla la estrategia de colaboración en torno al “factor humano”. 

En los tiempos en que los que internet, el software, las web y las redes sociales, han tomado tanta preponderancia, podemos equivocarnos y tratar de sustituir la sabiduría acumulada y la fuerza de un líder o una iglesia, por medios técnicos que nos deslumbran. La colaboración es más que la tecnología que le ayuda a desarrollarse, o más que los planes estratégicos de un ministerio. La colaboración es, antes que nada, un cambio de actitud y de comportamiento de las personas de una iglesia u organización, incluyendo a su liderazgo. La clave es el factor humano, no las tecnologías, no los métodos o recursos económicos. La clave es un cambio de actitud que ve en el otro un amigo, un compañero de misión y que el mismo Señor les ha puesto en contacto para la consecución de dicha misión. 

3. Utiliza la colaboración como una estrategia de cambio de la iglesia u organización. 

No importa cuán creativo, apasionado, emprendedor o talentoso sea el líder, no podrá transformar su organización, o su iglesia, sin el compromiso de los demás, sin su fuerza, corazón y mente. Ya sea que el cambio sea interno o de alcance externo, sea de estructuras eclesiásticas o de misión local, es igual, el éxito de dicho cambio exige que las personas afectadas por el cambio participen en el mismo desde el principio. 

4. Haz que la visión sea una creada por el equipo. 

Los líderes más eficaces y exitosos de hoy, no guían a través del control sino a través de una visión compartida que el equipo asume y que proyecta un propósito por el cual se moviliza a todos. Estos líderes adoptan y comunican la visión del futuro que impulsa a las personas más allá de los límites del pasado, del presente y aún del futuro. El poder de la visión entra en acción cuando todos los implicados han tenido parte en su creación. Que diferentes líderes, organizaciones o iglesias compartan la visión y la hagan propia es clave a la hora de pensar en colaboración. No existe colaboración exitosa si finalmente piensas que estás sirviendo a las metas o visión de otro, pero que eso no tiene nada que ver contigo, ni aporta nada a tu organización. 

5. Aprovecha la diversidad en la resolución de problemas. 

Otra gran ventaja del liderazgo colaborativo, es que cuando se enfrentan problemas difíciles, los equipos compuestos por diferentes personas con dones multidisciplinares tienen mejores resultados que los que son muy homogéneos. La razón tiene que ver con la capacidad creativa y resolutiva del pensamiento diverso. Los miembros del grupo que piensan igual o están entrenados en disciplinas similares, con bases de conocimiento similares, corren el riesgo de aislarse en sus ideas, y aún peor, volverse autoreferenciales. La diversidad, especialmente en los proyectos de plantación de iglesias, hace que las personas consideren perspectivas y posibilidades que de otro modo no serían tenidas en cuenta. 

6. Ayuda a las personas a desarrollar relaciones. 

Esto es muy importante. El tiempo que inviertas en que los integrantes de un equipo que va a trabajar en una misión colaborativa, es vital. El resultado del esfuerzo de colaboración depende de las relaciones personales del equipo. No dar tiempo para que se desarrollen amistad y afecto, será un error muy costoso. He visto en estos años que los proyectos nacidos de un grupo de amigos, acabaron muriendo y convirtiéndose en reinos de taifas cuando esa amistad se enfrió. No se trata de juntar gente y ponerlas a trabajar para alcanzar un objetivo. Si estamos trabajando para la misión de Dios, tendremos mejores resultados si damos tiempo a que el equipo se conozca, establezca lazos de amistad que ayuden a descubrir las fortalezas y debilidades de cada uno, y desarrollar una cultura común que comparta los mismos valores, que les lleve a luchar hombro con hombro y que les haga disfrutar del trabajo y alegrarse con el éxito de los demás. 

7. Enfócate en construir confianza. 

La confianza es la actitud que se demuestra cuando puedes descansar en el otro, cuando no dudas de su responsabilidad e integridad, sabiendo que se hará cargo de su parte. Es la expectativa de que la fe que pones en el equipo, será honrada. Pero también es el pegamento que mantiene unido a cualquier equipo. Cuando hallas en una iglesia o en una organización una crisis, encontrarás que también hay una crisis de confianza, en la que se sospecha, no se colabora, se considera que compartir el conocimiento puede debilitar y se establece el pensamiento de que “si yo no lo hago, nadie lo hará”. Los líderes muestran su confianza al equipo y a otros líderes mediante una comunicación abierta, sincera y continua. Esto es la base de una comunicación colaborativa. 

8. Huye de la exclusividad y sé generoso.

La antítesis de la colaboración es la idea de “mío”, “yo”, “mi ministerio” (la mentalidad de taifa) que hace que lo que yo alcanzo y descubro, me lo quedo para mí y mi ministerio, y no lo comparto con nadie más. La riqueza de la visión colaborativa es que genera una manera de pensar diferente, en la que el avance del otro marca el camino que yo puedo seguir; en la que mi descubrimiento o mi conquista debe ser compartido porque ahorrará tiempo y esfuerzo a mi compañero de misión. Esta actitud que huye de la exclusividad y manifiesta generosidad es una marca imprescindible del liderazgo que se necesita para la próxima década. 

Cuando logramos generar equipos compuestos por diferentes ministerios, iglesias o líderes con una mentalidad colaborativa, habremos hecho una gran parte de lo que se requiere para la consecución de la misión de Dios, que nos ha llamado como iglesia, no sólo como individuos. 

Comenzaba el artículo diciendo que en España la iglesia es pequeña, pero no es débil. Su fortaleza reside precisamente en la visión colaborativa, en un liderazgo colaborativo, que ha sabido en el pasado mantener la conexión en épocas de persecución y exclusión social. Aprendamos de ellos. 

Hoy en día hay varios proyectos de plantación de iglesias colaborativos que están siendo desarrollados en nuestro país, y que están aglutinándose en torno a La Plaza. 

El reto de la evangelización de España requiere que esta cultura colaborativa la construya un liderazgo colaborativo, y para ello nadie sobra, y el aporte de cada uno a este equipo nos llevará más allá que lo pudiéramos hacer solos. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Lausana - El poder de la visión colaborativa