Fe, esperanza y amor en las próximas elecciones generales del Reino Unido

Si miramos a la historia de la iglesia, vemos que una y otra vez los cristianos se han alzado en la esfera pública como agentes del cambio para el bien de la sociedad. Ahora es cuando más falta hacen esas personas.

  · Traducido por Patricia Bares

15 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 16:30

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Ahora ya sabemos que se han convocado elecciones generales para el 12 de diciembre después de una votación en la Cámara de los Comunes del Reino Unido para anular la Ley del Parlamento de plazo fijo (Fixed-term Parliament Act).

Para todos aquellos que sufrís de la sacudida provocada por todo lo relacionado con el Brexit y Westminster, aquí podéis encontrar una pequeña recapitulación de cómo se llegó hasta este punto. Tras el acuerdo revisado del gobierno con la UE, el primer ministro Boris Johnson no logró dar con un acuerdo en el plazo expeditado para aprobar el documento. Esto sucedió a pesar de acordar que el documento recibiría un escrutinio detallado por parte del Parlamento. 

Anteriormente, el Parlamento se negó a respaldar el acuerdo del Brexit, lo cual se decidió mediante votación, así que Johnson se vio obligado a solicitar una prórroga hasta el 31 de enero que la UE aceptó. Fue principalmente porque se había aprobado anteriormente una ley que permitía solicitar una prórroga si no se llegaba a un acuerdo en el Parlamento. Todas estas medidas combinadas significaban que, básicamente, no se podría hacer un Brexit a finales de octubre tal como se había prometido.

Hay plataformas de gente que quiere un “Brexit limpio y sin negociaciones”, de gente que quiere un segundo referéndum para confirmar el acuerdo, así como de gente que pide que se cancele el Brexit. Habrá muchos temas que se tratarán y es esencial que les prestemos atención también.

El Parlamento se disuelve antes de las elecciones y de que llegue el Acuerdo de Retirada. Las elecciones seguramente conllevarán un enfrentamiento entre el compromiso de los conservadores, que quieren aprobar el Acuerdo de Retirada, y los partidos que se situarán en la oposición y que utilizarán métodos muy variados para ir en contra del plan.

Vivimos en tiempos desconcertantes. La política se ha estado moviendo a un ritmo frenético durante meses y estamos presenciando una reorganización significativa en los partidos políticos y sus prioridades. En otras palabras, vemos a personas que llevaban muchos años identificándose de forma clara con un partido político que ya no tienen ese vínculo. Y de la misma manera, otros que antes no querían saber nada de política ahora están totalmente involucrados. 

Muchos de nosotros nos hemos hecho preguntas sobre cuál es el significado de nuestra fe en estos tiempos. En este momento político dominado por la incertidumbre y una alta retórica política, en la Alianza Evangélica del Reino Unido creemos firmemente que los cristianos podemos y deberíamos involucrarnos en política, pero también somos conscientes de los retos a los que nos podemos enfrentar. No podemos decirte qué votar, no podemos decidir por ti si estar a favor o en contra del Brexit, pero buscaremos animarte y darte herramientas para tu testimonio cristiano en este momento político tan turbulento y tenso.

Creemos que la fe puede guiarlo todo, así como la esperanza y el amor. Estos principios eternos de la fe cristiana pueden guiar nuestro testimonio, motivar nuestro compromiso y aportarle un toque distintivo a nuestra influencia. 

FE

Es nuestro anhelo apasionado y nuestra convicción que la fe cristiana guíe a los que se involucren en política. La política no es algo aislado que está desvinculado de lo que creemos; es parte de lo que somos y de cómo vivimos nuestras vidas siendo discípulos de Jesús. 

Queremos que haya más fe en política, y con eso nos referimos a gente de fe en política, en concreto gente que deposite su fe en Jesús. Si miramos a la historia de la iglesia, vemos una y otra vez que los cristianos se han alzado en la esfera pública como agentes de cambio para el bien de la sociedad. 

Necesitamos a esas personas. Los tiempos son difíciles y mucha gente termina decepcionada, desanimada y desilusionada. Esto tiene que hacer que nos involucremos más, no menos. El reino de Dios nos da una perspectiva llena de fe más allá de las turbulencias momentáneas de los tiempos que vivimos. Tenemos seguridad en el futuro, de que el reino de Dios se establecerá por completo y confiamos en la certeza de que nos estamos acercando en este preciso instante.

Que haya fe en política no significa, sin embargo, que tengamos fe en nuestro sistema político. No es ahí donde se encuentra nuestra fe. Una vez más, es necesario repasar la historia de la iglesia. La iglesia primitiva no tenía fe en el imperio romano y los reformadores no tenían fe en los gobernadores del siglo XV y XVI. Los reformadores sociales victorianos puede que hayan trabajado en sistemas y estructuras de gobierno (así como en empresas y caridad privadas), pero su fe nunca se depositó en el sistema ni se utilizó para proporcionar lo necesario. 

Como cristianos podemos estar seguros de que Dios no se desconcierta por culpa del caos o incertidumbre política. Él es la roca sobre la que se sustenta nuestra fe y a través de la confianza plena en su Hijo podemos tener seguridad en esa fe nuestra. No confiamos en instituciones terrenales, incluso si son valiosas y contribuyen a que haya justicia en nuestras naciones. No confiamos en absoluto en instituciones políticas ni en las ideologías de los diferentes partidos cuando se convierten en el factor prioritario al dar un veredicto en un juicio. La ideología vista de esa manera es idolatría.  

Nuestra política necesita a gente de fe, pero no podemos depositar nuestra fe en la política.

ESPERANZA

Los cristianos tenemos esperanza en la gloria del Dios resucitado. Esa es nuestra esperanza, la cual trasciende circunstancias, aporta gozo y seguridad de salvación. Sin embargo, ¿qué significado tiene esto en la campaña electoral de las próximas elecciones del Reino Unido?

Significa que tenemos que ser embajadores de la esperanza. Debemos alzar nuestra voz a favor de la sociedad que queremos ver, dejar ver esos pequeños adelantos de redención de la creación que anhelamos, y la reconciliación de todas las cosas en el cielo y la tierra que la Biblia promete que pasará.

Si no somos testigos de una visión convincente y orientada en Jesús para la sociedad, dejamos que sean los otros los que establezcan su agenda. Si permitimos que la desesperación y frustración guíen nuestro proceso político, estamos renunciando a la responsabilidad y dándosela a aquellos que se mueven por otros motivos. Nuestra esperanza no se encuentra en nuestra habilidad de transmitir unos ideales utópicos o en las promesas de los partidos políticos, sino en la creencia de que Dios se preocupa por nuestro día a día, por lo más importante y fundamental del mundo actual, no solo del futuro. Aquellos que ofrecen una liberación política normalmente acaban decepcionando o siendo corruptos. Nuestra esperanza está en la libertad en la que Cristo nos da al hacernos libres.

Nuestra fe está arraigada en la creencia de que Dios volverá para juzgar a todo aquel que vive y que ya murió. Tenemos una fe certera que dice que vendrá un día en el que no habrá más dolor y sufrimiento, cuando nuestra alabanza a Dios y a su gloria se armonizará con toda la creación. Ese día todavía no ha llegado, pero podemos ver a lo lejos que ya se acerca y hacernos una idea de lo que va a venir. Estamos creados a imagen y semejanza de Dios y somos su imagen proyectada a toda la creación. 

Por lo tanto, hablamos con esperanza en nuestra cultura política, ofrecemos una visión de lo que es una sociedad que florece, de familias que prosperan y de comunidades que crecen. Demostramos con nuestras vidas y acciones, así como con nuestra elección en las papeletas, lo que significa la fe cristiana.

Mientras el mundo tiene la tentación de temer, nosotros nos aferramos a un Dios de esperanza que sostiene el mundo entero con sus manos y que nos llama a no tener miedo.

AMOR

“El mayor de todos es el amor”

En 2017, la Alianza Evangélica del Reino Unido publicó el recurso titulado ¿Qué tipo de sociedad?. Tuvo como premisa la creencia de que si la sociedad se guiara más por el amor, la libertad y la verdad, todos saldríamos beneficiados. El amor es el ancla de todos esos valores y lo que los sostiene y alimenta en la vida cristiana. Es el latido de la fe cristiana y se necesita de forma urgente en nuestra sociedad. 

El amor es tangible y es un fundamento robusto para nuestra vida en sociedad. El amor nos impulsa y nos hace salir hacia fuera. Nos anima profundamente. El amor nos obliga a reevaluar nuestro contexto y a responder a ello. En nuestro amor de Dios y de Él hacia nosotros somos transformados en discípulos que aman todo lo que Él ama

El amor se contrasta con el odio, y la verdad es que últimamente hemos estado escuchando miles de discursos de odio. Algunos han sido realmente preocupantes y otros simplemente parece que intenten silenciar opiniones contrarias de forma sutil. Si escucháramos con tanta frecuencia discursos que promovieran el amor, ya sería un buen comienzo. Cabe señalar, sin embargo que el amor no es la ausencia de odio. El amor consiste en rechazar lo que no está bien, deberíamos odiar la incesante injusticia, deberíamos odiar la discordia que tanta presencia tiene en política

La Alianza Evangélica hizo el apunte siguiente en ¿Qué tipo de sociedad?:

“El amor requiere que conozcamos a las personas. Podemos ser generosos a una distancia prudencial, pero no podemos amar si no estamos cerca”.

Tú y yo no podemos cambiar la cultura política de la noche a la mañana, pero podemos amar a nuestro prójimo. Y aunque esto tiene un significado más profundo, también se puede tomar de forma literal. Si empezamos mostrando amor a aquellos que nos rodean, a nuestra familia, nuestra comunidad, sea cuales sean sus ideologías políticas, eso tendrá un efecto duradero y será una contribución muy valiosa para la vida pública. 

El amor debería definir nuestra implicación en política y nuestras prioridades en las próximas elecciones.

Por encima de todo estamos llamados a amarnos unos a otros como Cristo nos amó primero. Eso debería ser nuestra prioridad al abordar el tema de la política, de nuestras prioridades y de nuestra práctica al involucrarnos en el proceso político. Cuando debatamos o compartamos nuestras opiniones, aunque sean contrarias, hagamos que se nos conozca por el amor que tenemos hacia los demás, que seamos reconocidos como los discípulos de Jesús. 

Danny Webster, director de relaciones de comunicación en la Alianza Evangélica del Reino Unido (EAUK). Este artículo se publicó por primera vez en la página web de la EAUK y se ha vuelto a publicar con permiso

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