Cristianos y no violencia

Diría que la iglesia y los cristianos deben posicionarse siempre en la no violencia, en la condena de cualquier acto violento.

12 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 14:30

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Los cristianos, incluso en España, nuestro país, nos vemos enfrentados muchas veces a situaciones de violencia. En el caso de que no nos afecte personalmente, sí que se introduce en nuestras casas a través de las pantallas de los televisores y de las redes sociales. Se tiene que oír siempre el No a la violencia en la boca de los cristianos. Sin embargo, como somos ajenos a la experiencia de la violencia, la iglesia debe de posicionarse, situarse ante ella y, en su caso, tomar partido. Yo, desde la experiencia bíblica, diría que la iglesia y los cristianos deben posicionarse siempre en la no violencia, en la condena de cualquier acto violento, asimilando todos los consejos bíblicos que nos deben llevar a que potenciemos siempre una cultura de paz.

La verdad es que no es fácil y, en muchos casos, la iglesia se posiciona del lado de los violentos por considerar que defienden causas lícitas, pero no cabe la menor duda de que el Maestro predicó y practicó la no violencia. ¿Podemos asimilar los cristianos hoy mandamientos como el amor al enemigo, el volver la otra mejilla, el no pagar nunca mal por mal, el dar de comer al enemigo que tiene hambre? Algunos lo pueden considerar como romanticismos bíblicos. También, llegado el caso, se podría justificar la violencia en el mundo, a los violentos o, más grave todavía, ejercer violencias a favor de causas que nos parecen lo adecuado por motivos económicos, sociales, identitarios u otros, y por las que merece la pena luchar. ¡Cuidado! Simplemente, el situarse del lado de los violentos, ya es negativo, algo antibíblico.

¿Por qué, pues, después de tantos y tanto años de cristianismo, no hemos podido influir casi nada contra el ejercicio de la violencia? Hoy se sigue dando en todo el mundo, países, ciudades, pueblos, naciones. Quizás, también en nuestro país: Grupos contra grupos, familias contra familias por ideas que defienden posicionamientos contrarios, pueblos contra pueblos impidiendo la normal convivencia, uso de la violencia con golpes, pedradas… o cosas peores y, también, en los países democráticos, el uso de la “contraviolencia” por parte de la policía o de las fuerzas de seguridad del Estado para que nosotros, muchos hombres, mujeres y niños, puedan ejercer sus libertades. “Contraviolencia” que, desgraciadamente, muchas veces la asimilamos y la consideramos como violencia. Mientras, la Biblia sigue sonando: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio”. A partir de ahí, condena radical de toda violencia. Todo tipo de violencia, debe ser condenada.

Muchas iglesias viven y se mueven en medio de contextos de violencia. Sin embargo, nos equivocamos como iglesia o como cristianos si pensamos que podemos caer, aprobar o ejercer la violencia justa. La iglesia debe estar siempre, siempre, en contra de los violentos y de todo tipo de violencia. Si no, se llegará a una de las barbaridades en la que puede caer el ser humano: aprobar o intentar comprender la violencia. Eso es algo antibíblico.  

La situación se hace más compleja y más condenable, cuando existen posibilidades de que esa violencia la reciba la población civil pacífica, niños, mujeres u hombres que quieren permanecer ajenos a esos actos violentos. Nadie puede maltratar a otro, menos aún, lesionarle con heridas graves, ni mutilarle, ni lanzarle objetos o, simplemente, bombas caseras que pueden destrozar cuerpos humanos. Menos aún, otro tipo de bombas u otros tipos de guerras crueles. No hay ideal que se pueda justificar con estas acciones, por muy justo que lo consideremos.

La iglesia debería trabajar siempre en la búsqueda de soluciones que no implique actos violentos. Yo diría que ni siquiera impliquen la violencia verbal. Hay que trabajar en la línea de otra multitud de recursos disuasorios que den lugar a que se mantenga una cultura de paz entre los hombres. Hay que encontrar siempre soluciones no violentas que nos lleven a ambientes de paz y entendimiento entre los humanos. 

Hay que estar siempre reflexionando y sopesando qué peso, que fuerza no violenta pueden tener las palabras de los creyentes. El mundo espera la voz de los cristianos a favor de la paz en todos nuestros entornos, en todas nuestras comunidades, nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestras naciones, nuestros continentes y, así, en el mundo en general. Por eso, yo pediría que España y, lógicamente, todo el mundo, se enfrentara a los retos de la no violencia, pero más aún los cristianos que conocemos los valores bíblicos y, más aún, si queremos ser agentes del Reino, discípulos de Jesús. Esos valores los deberíamos practicar, aconsejar, enseñar. Los cristianos, nuestras iglesias, las iglesias todas, se deben implicar en la no violencia. Yo diría que, incluso, todas las religiones del mundo sin excepción, pero, principalmente, los cristianos que tenemos esos llamados tan claros a la práctica de la no violencia.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Cristianos y no violencia