Un fruto extraño

Nada mejor que hacer en el día de hoy que ayudar a aquellos que están llorando y consolar a aquellos a quienes casi todos menosprecian.

21 DE OCTUBRE DE 2019 · 08:00

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La historia de la canción de Billie Holiday Strange fruit (1939) es impresionante. El profesor de instituto Abel Meeropol pasó al lado del lugar en el que dos hombres negros estaban colgados de un árbol, mientras muchas personas blancas los contemplaban, y en ese momento comenzó a escribir un poema explicando el linchamiento de esas dos personas debido al odio racial: “Los árboles sureños dan un extraño fruto”, decía el poema. Billie holiday le puso música al poema, pero el tema de la canción era demasiado fuerte para aquel momento de la historia; la segregación racial estaba al orden del día, y no iban a permitir que se cantara una melodía sobre el linchamiento de hombres negros a manos de sus compatriotas blancos. Billie tuvo muchos problemas para grabarla, en los conciertos no le dejaban que la cantase y las emisoras de radio no la emitían. Con el paso del tiempo, la canción llegó a triunfar sobre todas las circunstancias adversas, aunque incluso en el día de hoy sigue siendo un tema que muchos no se atreven a escuchar o a poner en las emisoras.

Dios conoce tanto las historias de cada persona, tanto las públicas, como las que están ocultas a todos. Todas y cada una de ellas. Nada ni nadie puede esconderse a sus ojos por más que intentemos hacer desaparecer la maldad de lo que hemos hecho. Dios es la justicia personificada, Él no sólo no puede hacer nada malo, sino que tampoco lo puede tolerar: su justicia siempre se establecerá. En esta vida o en la otra.

La Biblia dice que un día se abrirán los libros de la vida, una referencia fácilmente comprensible para todos porque nos enseña que todo está escrito, que nada escapa a la memoria de Dios, y que ¡todo saldrá a la luz! Todas nuestras miserias serán descubiertas, todas nuestras atrocidades recibirán su castigo, toda nuestra maldad quedará desencarnada a la vista de todos… porque todo tiene un límite. A veces pensamos que, por el hecho de que Dios no intervenga inmediatamente cuando hacemos algo malo, es porque existen posibilidades de que lo olvide ¡No es así! Nadie quedará impune, no importa lo poderoso que sea, lo que intente hacer para ocultar sus fechorías, el dinero que tenga, o a cuantos pueda sobornar para que le encubran ¡Dios lo sabe todo! 

Más vale volver a Él, ahora que tenemos tiempo. Es más, ¡No deberíamos perder ni un solo momento para venir a su presencia y pedir perdón por lo que hayamos hecho! Sólo Él puede perdonarnos. Sólo El puede limpiar nuestro corazón y ayudarnos a restaurar a aquellos a quienes les hemos hecho daño. Jamás debemos olvidar que Dios está al lado de los que sufren: “El Señor Dios dice: ”Yo he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas” (Isaías 38:4). 

Nada mejor que hacer en el día de hoy que ayudar a aquellos que están llorando y consolar a aquellos a quienes casi todos menosprecian. Nada mejor que entregar nuestra vida en las manos del Señor antes de que los libros se abran… A partir de ese momento, nuestra maldad ya no tendrá remedio.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Un fruto extraño