Cataluña y la impunidad

Sería largo explicar por qué hemos llegado a un clima revolucionario en Cataluña, pero yo lo resumiría con el término impunidad.

17 DE OCTUBRE DE 2019 · 11:00

Un momento del conflicto en las calles de Barcelona tras la sentencia del procès,Un momento del conflicto en las calles de Barcelona tras la sentencia del procès
Un momento del conflicto en las calles de Barcelona tras la sentencia del procès

Desde que el padre Palau i Quer tuvo una visión en la que contempló a Cataluña como nación, el nacionalismo catalán ha sido un instrumento privilegiado para impedir que España sea una nación de ciudadanos libres e iguales y, de paso, acabe con los privilegios de la citada confesión y de otros.

Sería largo explicar por qué hemos llegado a un clima revolucionario en Cataluña, pero yo lo resumiría con el término impunidad.

Cuando los jueces pusieron el dedo en una cordillera de ilegalidad llamada Banca Catalana,  se consideró más positivo garantizar la impunidad de Jordi Pujol que hacer justicia.

El resultado fue que uno de los político más corruptos de la poco honrada Historia de España se supo impune.

Vino después su programa 2000 para acabar con la unidad de España y lavar el cerebro masivamente a los catalanes, pero, de nuevo, se encontró con la impunidad.

Esa impunidad se repitió cuando, vez tras vez, el gobierno catalán incumplía las resoluciones del Tribunal supremo sobre la enseñanza del español en las aulas.

Continuó cuando la Agencia tributaria en Cataluña hizo de su capa una barretina. Se acentuó cuando en los escasísimos casos en que la justicia se atrevió a enjuiciar a un nacionalista catalán e incluso condenarlo por corrupción los gobiernos de izquierda y de derecha se apresuraban a indultarlo de tapadillo.

Se consolidó mediante el sobreo de tantos periodistas y opinantes que seguían hablando del nacionalismo moderado y cantando las alabanzas del nacionalismo a la vez que se perseguía de manera despiadada a los que nos atrevíamos a alzar la voz.

Llegó a una cima cuando apenas retocó un Estatuto abiertamente anticonstitucional.

La sensación de impunidad todavía se reforzó más cuando, sabedores todos de que en Cataluña se daba paso tras paso para perpetrar un golpe de Estado, el ministro Montoro seguía trasfundiendo a un gobierno golpista el dinero que había sacado de los bolsillos de todos los españoles.

Por supuesto, la convicción de ser impunes ha terminado de consolidarse cuando incluso el Tribunal supremo ha decidido realizar una rocambolesca interpretación del código penal en virtud de la cual un golpe de Estado para desmembrar España se ha visto calificado como una algarada callejera.

Más vale que alguien acabe ya con esa impunidad antes de que España se sumerja en su enésima guerra civil.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - La voz - Cataluña y la impunidad