Nublar la vista a las mujeres

Una historia y su moraleja.

27 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 09:44

Imagen de Harry Strauss en Pixabay ,
Imagen de Harry Strauss en Pixabay

—Buenas tardes, vecina, -dijo Antonio con mucha pachorra cuando se encontró con Maripepa que estaba dando un paseo.

—Hola. Buenas tardes -respondió ella sonriente.

—Oye, han empezado a construir una vivienda delante de tu casa. Me han dicho que va a ser grande, más grande que la tuya –dijo con una alegría extraña.

—Sí, eso parece, ¿cómo te has enterado?

—Simplemente estoy atento, observo desde la ventana de mi cocina cómo te va la vida y he visto el comienzo de la nueva construcción, nada más. 

—Pero... ¿puedes verme desde tu casa?

—¡Claro que sí! Hay días en los que no hago otra cosa, ya ves, desde que me he jubilado tengo tiempo de sobra.

—¡Ah!, pues no lo sabía.

—¿No sabías que me jubilé hace tres meses?

—No, Antonio, no sabía que me vigilabas.

—¡Ah!, ya te entiendo. Pues sabrás que la empezaron ayer, a las ocho en punto de la mañana, jajajajaja justo cuando mi mujer me preparaba el desayuno. Vete haciendo a la idea de que a partir de ahora vas a peder el panorama tan precioso que has estado disfrutando. Se lo he dicho a mi cari, a Maripepa se le acabaron las puestas de sol.

—Bueno, no creo que sea para tanto, ¡hombre!

—¿Cómo que no? No te engañes quitándole importancia. Yo te digo que es para tanto y para más. Se te terminó eso de salir al balcón y tener ante ti el cielo abierto. Se te acabó eso de abrir la puerta y contemplar el verde de los montes. Se te terminó ver el pueblo bajo una noche estrellada, ¡qué pena!, -decía sin mostrar ninguna pena- y da la impresión de que, además, estos nuevos vecinos van a levantar alrededor un muro más alto que el que se construyó en Berlín. Vamos, si yo fuera ellos lo levantaría, la cosa se está poniendo muy fea últimamente, hay gente que no se dedica a otra cosa más que a curiosear en la vida de los demás. 

—No sé lo que harán, todavía no les conozco.

—Yo tampoco, pero con mis prismáticos vi llegar a eso de las diez a un matrimonio mayor, ella con el pelo blanco y él calvo del todo, regordetes los dos. A partir de cierta edad, ya se sabe, la gente busca tranquilidad y sobre todo seguridad.

—Bueno, todo se verá. De momento están rebajando el terreno, no han colocado ni un solo ladrillo.

A la vista estaba que a Antonio le fastidiaba vivir en la zona baja de la urbanización sin poder disfrutar de los paisajes. La alegría que sentía porque frente a Maripepa iban a construir otra vivienda no entra en cabeza alguna, de la misma forma que no se concibe la lucha acérrima de los que quieren conseguir nublar la vista de los que tienen miras espirituales más altas. No se entiende que eso les produzca un placer inexplicable, sobre todo si se trata de cegar a las mujeres.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Nublar la vista a las mujeres