La ternura de Dios

La obediencia ciega no es una respuesta válida en los momentos en los que la injusticia reina.

09 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 07:30

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Al final de la segunda guerra mundial, con la apertura de todos los archivos secretos y el conocimiento de los planes que Hitler había ideado, el mundo quedó asombrado aún más de lo que ya estaba. El dictador se había propuesto eliminar también a las personas más débiles de la población alemana, medio millón por año. Se descubrió que había puesto en marcha un programa de eutanasia llamado “T-4”, que en agosto de 1939 llevaba un registro de todos los niños nacidos con algún tipo de defecto. Cuando comenzó la guerra se eliminó a los más indefensos: unos cinco mil niños fueron asesinados. Afortunadamente, con la muerte de Hitler, todo el programa desapareció también.

Sé que fueron momentos muy difíciles para la población alemana, y sé también que es complicado oponerse a la autoridad ¡Más cuando esa autoridad ha sido elegida por el mismo pueblo! Aún así jamás debemos olvidar que la obediencia ciega no es una respuesta válida en los momentos en los que la injusticia reina. No podemos obedecer siempre sin pensar en lo que está sucediendo ni dejar de razonar las decisiones que toman otras personas ¡Incluso en el campo espiritual! No podemos seguir lo que los demás dicen ¡Sobre todo! cuando lo que hacen afecta de una manera negativa a los más débiles. La rebelión pacífica puede llegar a ser una respuesta adecuada a la injusticia.

Tampoco podemos poner nuestra vida en las manos de otras personas: Las decisiones importantes que nos afectan, debemos tomarlas nosotros. Tenemos que pensar y meditar, ver lo que estamos haciendo, comprobar si nos están engañando o no. ¡Dios nos regaló la capacidad para razonar precisamente para que la usemos! Incluso (¡Sobre todo!) con personas que dicen que hablan de parte de Él. El abuso de autoridad es algo demasiado normal en el día de hoy como para que cerremos los ojos y no queramos verlo.

Deberíamos aprender y apreciar ¡Siempre! La gracia del Señor Jesús, quién teniendo todo el derecho y el poder para obligarnos ¡Nos pide permiso! Nos habla con una amabilidad entrañable y nos cuida, no permitiendo que nuestras pocas fuerzas desaparezcan cuando estamos con miedo, o nos sentimos inseguros. Si aprendiéramos de Él (“Manso y humilde de corazón” ¿Recuerdas?) Reconoceríamos sin dudarlo, que la verdadera autoridad jamás se impone. El “porque yo lo digo” no sirve en ningún momento de la vida. En contraste a todos los dictadores, la ternura con la que Dios nos habla es impresionante: “Pero el Señor os espera para tener compasión de vosotros; El está ansioso por mostraros su amor, porque el Señor es un Dios de justicia ¡Dichosos todos los que esperan en El!”(Isaías 30:18).

¿Qué debemos hacer ante la injusticia? Esperar en el Señor porque Él establecerá su justicia, pero al mismo tiempo no debemos dejarnos llevar; la resignación no es una respuesta válida. El nos muestra su amor a cada momento, y así debemos vivir nosotros con las demás personas ¡siempre!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - La ternura de Dios