Las vueltas que da la vida

Dios también nos dice que espera que sus hijos disfruten con Él, como cualquier padre desearía.

26 DE AGOSTO DE 2019 · 08:30

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El famoso actor Groucho Marx fue reconocido siempre por su frases geniales, porque es obvio que la más “lapidaria” de todas (literalmente) se refiere precisamente a su fallecimiento: "Cuando muera quiero que me incineren, y el diez por ciento de mis cenizas las echen sobre mi representante”.

La risa y el buen humor son un regalo de Dios, la naturalidad de nuestra relación con Él es lo que hace que podamos disfrutar aún en los momentos más difíciles. La Biblia está llena de celebraciones y Dios mismo es el que organiza fiestas cuando los pródigos vuelven a Él (Lucas 15). Incluso la eternidad es anunciada en términos de una celebración, la de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19).

Si amamos al Señor, nuestra vida tiene que ser diferente. Es cierto que la Biblia enseña que el temor de Dios es la base de todo, en el sentido de que su voluntad debe ser lo más importante para nosotros, pero Dios también nos dice que espera que sus hijos disfruten con Él, como cualquier padre desearía.

Un día estábamos orando juntos con nuestras niñas y la mayor, Iami, dijo algo divertido y todas se rieron. En principio, yo me quedé un poco preocupado pensando si estaría bien reírse cuando hablamos con el Señor, así que inmediatamente ella me dijo: “Papá, si yo cuando hablo contigo a veces me río, ¿Por qué no puedo reírme cuando hablo con el Señor?” ¡Esa fue una de las lecciones más importantes en mi vida! Si lloramos a veces cuando hablamos con nuestro Padre Celestial ¿Por qué no podemos reír? Desnudar nuestro corazón delante de Dios significa no ocultarle nada ¡ser sinceros siempre con Él! Y eso implica también expresar nuestra alegría en su presencia.

Así que, para terminar con algo divertido, ¿que te parece lo que me envió un buen amigo hablando sobre el éxito? 

“A los dos años, éxito es conseguir andar por uno mismo.

A los cuatro años, éxito es no mearse en los pantalones,

A los doce años éxito es tener buenos amigos;

A los dieciocho años, el éxito es conseguir el carnet de conducir

A los cuarenta años éxito es tener dinero

A los setenta años, éxito es conseguir el carnet de conducir

A los setenta y cinco años, éxito es tener amigos.

A los ochenta años éxito es no mearse en los pantalones…

A los noventa años, éxito es conseguir andar por uno mismo. ”

¡Las vueltas que da la vida! Pero en todo lo que ocurra, la presencia de nuestro Señor con nosotros es siempre lo más importante: “El hará que vuelvas a reír y que grites de alegría” (Job 8:21).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Las vueltas que da la vida