Salvar el día

Artículo con motivo del 30 de julio, Día de la Amistad.

26 DE JULIO DE 2019 · 07:00

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Te has levantado, una vez más, con la resaca atrasada de tantos amaneceres de cansancio a cuestas. Desayunas a toda prisa. Te duchas a toda prisa. Te encaminas hacia el trabajo a toda prisa. Siempre igual. Siempre los mismos horarios. Siempre la misma velocidad. Siempre los mismos compañeros. Siempre las mismas caras. Y sobre todo, el jefe. A ese hay que echarle de comer aparte. 

La rutina de la jornada ha comenzado y de pronto se te ocurre romperla, lo necesitas. Ejercitas los dedos aún entumecidos por la tensión que acarreas y escribes un correo electrónico en el que pones un granito de humor, una semilla. Te ha costado un gran esfuerzo remontar la pesadumbre de la tristeza que arrastras, pero lo has conseguido. Tú misma sonríes.

Tu amiga lo recibe. Su respuesta es inmediata. Seguramente se encuentra como tú, con su resaca rutinaria a cuestas. Ha desayunado a toda prisa. Se ha duchado a toda prisa. Se ha encaminado hacia el trabajo a toda prisa. Para ella, todos los días, como para ti, son iguales. Los mismos horarios. Las mismas prisas. Los mismos compañeros. Las mismas caras. Y sobre todo, el jefe. A ese hay que echarle de comer aparte. 

En su correo también percibes con claridad la semilla de humor que ha depositado entre sus frases, probablemente con el mismo esfuerzo que tú. Imaginas su sonrisa.

La simiente del buen humor, como un don divino, ha germinado entre las dos de manera mágica, casi instantánea. Te ríes con la broma de tu prójima. Te ríes de ti misma. Te ríes hasta de tu sombra, pues en ese momento te ves como de lejos. Te ves como a una extraña. Ríes una vez más y pronuncias en tu interior: “Gracias, Señor, por los amigos”. 

Y has salvado el día.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Salvar el día