Toda edad es hermosa

José de Segovia tiene un especial talento para acercarse al cine, la música o los libros y reflexionar encontrando lo que a la inmensa mayoría se le escapa.

22 DE JULIO DE 2019 · 09:00

Blake Weyland,matrioska
Blake Weyland

José de Segovia es una de las pocas mentes verdaderamente lúcidas que conozco en España.  No pretendo decir con esto que los demás no le den al cerebro.  Le pegan y, a veces, en exceso. Sin embargo, de Segovia tiene un especial talento para acercarse al cine, la música o los libros y reflexionar encontrando lo que a la inmensa mayoría se le escapa.

Precisamente por ello, me quedé un tanto sobrecogido hace unos días cuando escribió que le gustaría regresar a la juventud aunque no a la actual que le causaba horror sino a la suya de los años ochenta.

Añadía además que si eso fuera posible quizá lograría ser feliz.  Sinceramente, yo no creo que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es verdad. Si acaso teníamos menos años y punto. 

Pero además no termino de verle la gracia a regresar a ninguna edad.  Incluso en el supuesto de que pudiera conservar el conocimiento y la experiencia que disfruto actualmente me espanta la idea de ser otra vez un adolescente o un veinteañero.  No podría soportar a las chonis y equivalentes y, con toda certeza, a mi me encontrarían insoportable.

Si pudiera ubicarme en algún punto del pasado quizá preferiría quedarme entre los cuarenta y los cincuenta y aún así lo haría con muchas dudas.

A fin de cuentas, creo que todas las edades son hermosas si conservamos un mínimo de lucidez y de salud. Tengo recuerdos hermosos de la infancia, pero a buenas horas iba yo a regresar a San Antón, a darme los madrugones infames de cada día –mi amigo Ricardo soñaba entonces con estar muerto para pasarse todo el día durmiendo– y a soportar el ambiente de la dictadura de Franco que algunos añorarán, pero que a mi, personalmente, no me apetecería padecer de nuevo.

También rememoro con ternura la adolescencia y la juventud, pero, por nada del mundo, repetiría los enamoramientos locos y el férreo control paterno.

Y, desde luego, empezar de cero en el mundo actual me echa para atrás.  En realidad, lo que yo deseo es vivir de acuerdo con mi edad, saborear como un buen vino los años en que me encuentro y descubrir cada día que sigo siendo feliz – a veces, muy feliz – porque cada época tiene su belleza especial.

Por una vez, no estoy de acuerdo con la mente lúcida de José de Segovia.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - La voz - Toda edad es hermosa