Lo que nos enseña el encuentro entre Jesús y Nicodemo sobre el periodismo

La base de toda comunicación debería ser una relación. Un relación basada en el amor que se plantea en el relato bíblico.

05 DE JULIO DE 2019 · 08:30

Uno de los instantes de la entrevista a la miembro de Occupy Wall Street en The Newsroom. / Youtube,
Uno de los instantes de la entrevista a la miembro de Occupy Wall Street en The Newsroom. / Youtube

En un capítulo de la serie The Newsroom, que relata el día a día en una gigantesca redacción de informativos de una televisión estadounidense, el personaje que encarna al carismático y polémico presentador Will McAvoy entrevista a una joven vinculada al movimiento Ocuppy Wall Street, que en septiembre de 2011 comenzó a ocupar el parque Zucotti en Manhattan para protestar contra las desigualdades sociales. 

La escena es de lo más didáctica. La joven entra al plató y el presentador apenas la mira ni la saluda. Cuando comienza el programa, la presenta como miembro del liderazgo del movimiento. Algo que la chica desmiente inmediatamente asegurando que la protesta no tiene una dirección establecida. Y así transcurre la entrevista, con la invitada explicando las bases fundacionales y motivadoras del movimiento y el presentador permitiéndose ir lanzando juicios de valor acerca del funcionamiento, la estructura e incluso los objetivos de la reivindicación. Así, hasta que el ‘show’ acaba y la joven sale visiblemente enfadada del estudio, insultando a McAvoy y asegurándole al jefe de informativos de la cadena que no compartirá con ellos un valioso informe del que le había hablado. Mientras tanto, McAvoy bebe de su taza con el logo de la cadena.

Aunque al principio, y teniendo en cuenta los efectos musicales con los que juega la postproducción, la escena puede despertar cierta sensación de humor, el final acaba siendo dramático y viene a representar la ruptura de una relación que ni siquiera había llegado a establecerse. No son los comentarios de McAvoy lo más grave, sino la ausencia de oportunidades de cualquier tipo de contacto y, en este sentido, la visión de una anónima que llega a un estudio enorme, quizás directamente de manifestarse en la calle, y allí la espera alguien notable que no la conoce pero que se permite actuar como si lo hiciese, y que recuerda su nombre porque lo tiene apuntado en un papel. 

En un sentido totalmente opuesto al del carácter de este encuentro, Juan relata otra especie de entrevista, en un entorno más íntimo pero también entre dos personas en posiciones distintas; Jesús y Nicodemo. El episodio establece un paradigma sobre el concepto de comunicación relacional, es decir, relacionarse como condición para comunicar y comunicar con el objetivo de fortalecer y afirmar relaciones. De entrada, porque presupone un conocimiento mutuo previo por parte ambas partes. Nicodemo llama a Jesús “Rabí” y le dice que “sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios”. A lo que Jesús responde con una muestra de conciencia sobre la necesidad que padecía el religioso, explicándole que “quien no nazca de nuevo no podrá ver el reino de Dios”, apuntando claramente a la ligadura que le suponía su estatus.

El grado de relación entre Jesús y Nicodemo que desprende el pasaje se confirma al final del evangelio de Juan, cuando se ve al segundo participando del proceso de embalsamamiento del primero. Es la única mención del nombre del fariseo que se hace en el texto, aparte del capítulo tres.

La idea representa las antípodas de la enseñanza periodísitica común, que plantea la entrevista desde el parámetro de competitividad y utilidad en su más estricto sentido. Como comentaba un profesor de la universidad en la que estudié, guardáos la pregunta más comprometida para el final de todo por si la persona invitada sale corriendo enfurecida. Lo cual implica que uno de los objetivos del contacto comunicativo en el marco de la información debe ser enfurecer.

La confusión práctica entre el sentido crítico y la capacidad de saber incomodar que debe tener el periodismo, con la estética de una batalla verbal a dos bandas cuyo único objetivo es demostrar quien tiene mejores argumentos para presentar una descripción de la realidad convincente, ha hecho mucho daño a la sociedad. A menudo se olvida, en las facultades y en las redacciones, que la base de toda comunicación debería ser una relación. Una relación basada en el tipo de amor que encontramos en pasajes como el de Jesús y Nicodemo. 

Si el ámbito informativo, que no es lo mismo que periodismo, reflexionase a la luz de la dimensión relacional incluida en cualquier entrevista o en el trato con cualquier fuente, quizás episodios como el narrado al principio de estas líneas serían pura ficción. Pero la tendencia es a la inversa. Se trata de un ficción que dramatiza escenas de una realidad normalizada en todas las redacciones. Si se parte de la base de que informarse requiere un esfuerzo por parte del receptor, la elaboración de esa información no puede exigir menos del emisor. Y, al fin y al cabo, las historias, todas, tratan sobre personas. 

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