Carta a Ángel Casas

Texto publicado por primera vez en la revista Alternativa 2000, en noviembre de 1994.

19 DE JUNIO DE 2019 · 10:00

El periodista Ángel Casas presentando en 1990. / rtve.es,
El periodista Ángel Casas presentando en 1990. / rtve.es

Los unos y los otros, el programa que usted presenta todos los martes en la primera cadena de Televisión Española, se ocupó de las sectas religiosas el 11 de octubre. El debate giró en torno a la matanza ocurrida en Suiza y Canadá entre miembros de la denominación Orden del Templo Solar. La discusión acabó en altercado, como suele ocurrir en estos casos. Alguien sacó a relucir las denominaciones que forman el protestantismo español y preguntó qué aportamos nosotros a la sociedad, además de nuestros cultos dominicales. Usted, totalmente perdido en el forcejeo dialéctico, huérfano de información, se limitó a encoger sus hombros y a reír socarronamente, algo soso. Si hubiera llevado a su programa a un líder evangélico de los muchos que hay en Barcelona y en el resto del país catalán, habría dado cumplida respuesta a la inquisitiva pregunta.

¿Qué obras sociales puede tener el protestantismo español si nunca nos las han permitido, si han cortado de raíz cuantas iniciativas hemos emprendido? En el corto período de la Segunda República, la Iglesia Evangélica Española estableció escuelas en muchas ciudades del país. Se abrieron hospitales, enfermerías, residencias para ancianos, hogares para niños, seminarios, editoriales, librerías. El triunfo del nacionalcatolicismo supuso el fin de todas estas instituciones. La guerra la ganó Franco, pero la ganó también el Vaticano, la ganó la jerarquía católica española, más cicatera, más intolerante que el Vaticano. Utilizando eficaces métodos de represión, el catolicismo español, agazapado tras las fuerzas del Estado, pero envenenándolas y empujándolas contra los protestantes, redujo nuestras actividades al mínimo; por fortuna para nosotros y por desgracia para sus planes, no pudieron cerrar las páginas de nuestras Biblias y esto nos bastó para sobrevivir y para hacerles frente.

¿Conoce usted esta historia? ¿Sabe que desde el 1 de abril de 1939 en todo el territorio nacional se desató la caza del protestante, enemigo de la religión católica, luego enemigo de la Patria? Se cerró el 75% de los locales de cultos; se multaban las reuniones de más de 20 personas; se encarcelaba por testificar de la creencia propia; se arrestaba a los soldados evangélicos en los cuarteles; se echaba del trabajo a quienes se declaraban protestantes; se prohibía contraer matrimonio civil; se dificultaban los entierros de muertos que habían pertenecido a la fe evangélica; se estorbaban los estudios primarios a hijos de evangélicos; se extremaban los obstáculos para ingresar en la Universidad; se prohibía la ostentación de cargos públicos a personas de religión evangélica…

¿Cómo íbamos a emprender obras sociales si ni siquiera podíamos abrir un local de cuarenta metros cuadrados para adorar a Dios en comunidad? Si hoy día el protestantismo español no tiene la dimensión social que le corresponde, la culpa es de ustedes más que de nosotros. No nos han dejado levantar cabeza.

En 1967 tuvimos un pequeño respiro con la primera ley de libertad religiosa. En 1992 firmamos acuerdos de cooperación con el Estado. Las leyes han cambiado, pero la mentalidad de los legisladores es la misma que hace cuarenta años. No somos gente simpática para quienes manipulan la Administración del Estado, ni tampoco para los medios de comunicación. ¿Es que no lo vemos a diario? En televisión y en radio se debate sobre temas que nos afectan y no cuentan con nosotros. Los periódicos y las revistas abren sus páginas a todo tipo de ideologías, pero no quieren noticias de nuestras iglesias ni artículos de opinión escritos por evangélicos. Quienes dirigen y quienes trabajan en medios de comunicación de masas en este país –televisión, radio, prensa- tienen un complejo antiprotestante que no logran quitarse de encima. Somos la bicha. No hay ni que mentarnos. En el fondo es el temor supersticioso que arrastran. Alardean de libertad y viven todavía encadenados al poder de la Iglesia católica. Tienen más miedo a un obispo y a un cura que un niño a las tormentas. En este país, el único que canta las verdades del barquero a la jerarquía católica es Gonzalo Puente Ojea. Y lo tienen arrinconado. Si de tarde en tarde lo llaman a un programa de debate religioso es por su condición de agnóstico, o de ateo, que tampoco está claro. Un ateo puede enfrentarse a oponentes católicos en televisión; a un protestante no le dejan, no lo llaman, temen que se ofenda el señor cardenal y les amenace con el báculo de la excomunión. El servilismo de los periodistas españoles, la dependencia y el miedo a la jerarquía católica, con contadas excepciones, es vergonzoso, humillante.

Con todo, sí tiene obra social el protestantismo español, señor don Ángel Casas. Tenemos unos 2.000 locales abiertos al culto cristiano en toda España. Esto, en sí mismo, ya es una gran contribución a la sociedad, porque en nuestras iglesias se forman personas con una concepción de la vida que tiende a enaltecer y a mejorar la condición humana, aportando a la colectividad valores morales y espirituales únicos. Pero hay más. Para su información, compre y lea el primero de los dos tomos escritos por el sacerdote católico Julián García Hernando en torno al pluralismo religioso en España (la última edición es de 1992). El señor García Hernando no es de los nuestros. Es católico. Pero nos conoce bien. Y dedica 58 páginas, de la 407 a la 465, a detallar los organismos, movimientos y servicios protestantes que trabajan a favor de la sociedad española. Tenemos de todo: hospitales, escuelas, organizaciones de ayuda a la infancia, a los ancianos, a los desvalidos; tenemos centros para recuperación de drogadictos, para atención a enfermos de SIDA, para desintoxicación de alcohólicos. Tenemos fundaciones que recogen dinero para enviar a países más necesitados que nosotros, organismos que trabajan entre universitarios, que difunden gratuitamente la Biblia. Tenemos entidades que llevan a cabo misiones urbanas entre prostitutas, seres marginados, pobres, centros para alojarlos y atenderlos. Tenemos oficinas abiertas para atender a los emigrantes, para resolver sus problemas de estancia en el país. Tenemos programas  de radio, editoriales, librerías, revistas, medios audiovisuales. Tenemos hogares para discapacitados físicos, servicios telefónicos que funcionan 24 horas diarias recogiendo peticiones de auxilio. Tenemos granjas de desintoxicación, de rehabilitación, programas de reinserción social. 

Nuestra tarea humanitaria no es conocida por el gran público porque los medios de comunicación la desconocen, o conociéndola, la silencian premeditadamente, cobardemente.

Y téngase en cuenta que todo esto lo hemos hecho en un tiempo récord. En cuestión de pocos años. Salimos de las catacumbas ayer. Somos un ejemplo para el país.

Y lo hemos hecho con dinero propio, esforzándonos, sacrificándonos, pidiendo ofrenda tras ofrenda a los miembros de nuestras iglesias. Porque el Gobierno a nosotros no nos da ni un duro. Firmamos acuerdos de cooperación con el Estado en 1992, es verdad, pero hasta ahora ningún ministerio ha cooperado con nuestra obra social. Como si no fuéramos españoles. Como si no contáramos. Como si fuéramos ciudadanos de Cochabamba. ¡Qué caiga sobre ellos la vergüenza, señor Casas! Los acuerdos son papel mojado y poco más.

¿A qué viene comparar la obra social del protestantismo español con la del catolicismo? Recordando a Tertuliano, nosotros somos de ayer y lo estamos llenando todo. La Iglesia católica está instalada en este país desde hace siglos. ¡Y de qué manera! Desde que ganó la guerra incivil en 1939 hasta que murió el general Franco en 1976, la Iglesia católica tuvo abiertos en España todos los tesoros de los diferentes ministerios gubernamentales para sus obras sociales. ¡Demasiado poco ha hecho teniendo en cuenta todo el dinero del que dispuso!

Pero ¿es que ha cambiado mucho la situación? Para quienes han gobernado el país desde la muerte de Franco hasta ahora, incluyendo a Felipe González, la Iglesia católica es el tigre al que no hay que provocar; sus garras son temibles. Es preferible echarle carne para tenerlo contento.

Ahora mismo, hoy mismo, la Iglesia católica tiene en España un presupuesto de 60.000 millones de pesetas, de los cuales el Gobierno le da, le damos los españoles que pagamos impuestos, 18.000 millones. Esto sin contar lo que saca del Ministerio de Educación para subvencionar sus escuelas, institutos y universidades, lo que saca del Ministerio de Cultura para reparación de templos, y de casi todos los demás ministerios por uno u otro concepto.

Así, ya puede jactarse la Iglesia católica de sus obras sociales. Además, dice Paloma Baquerizo en un reciente artículo en la revista Interviú que otros cuatro mercados de los que obtiene dinero la Iglesia católica en España son la Bolsa, las imposiciones bancarias a renta fija, los bienes inmuebles y el negocio editorial. Hay más. Mucho más que la autora del reportaje no cita, bien porque lo desconoce o porque no quiere engordar el escrito.

¿Qué da el Gobierno a las organizaciones protestantes? Ni un soplo en el ojo. El Ministerio de Asuntos Sociales repartió este año un total de 9.720 millones de pesetas procedentes del 0,52 % del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). La organización más beneficiada fue la católica Cáritas, que sacó una tajada de 837 millones de pesetas. Otras dos entidades católicas, la orden de San Juan de Dios y las Hermanitas de Ancianos, se repartieron 580 millones de pesetas más. A los protestantes, ni una peseta. Nada. No contamos. O no sabemos pedir. O no queremos pedir. Hubo dinero para organizaciones políticas, sindicales, para mujeres separadas, para hombres separados, para asociaciones de homosexuales, para todo el mundo, menos para las calladas y esforzadas entidades evangélicas que prosiguen sin desmayo la tarea que Dios les tiene encomendada.

¿Y aún se encoge usted de hombros, señor Casas, cuando le preguntan por la obra social del protestantismo español? Por favor, lea e investigue.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque - Carta a Ángel Casas