Luchadoras anónimas

Existen mujeres que pelean cada mañana contra el cruel adversario de la tristeza y que haciendo de tripas corazón esbozan una sonrisa franca y pura que nos permite seguir creyendo en la humanidad del ser humano.

29 DE MAYO DE 2019 · 14:30

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A veces la encuentro sentada en la cocina, con los codos apoyados en la mesa y la cabeza reposada entre las manos.

No es difícil saber en qué divaga su mente, cuáles son sus pensamientos. Con toda seguridad volaran al pasado, un tiempo donde existían razones más que suficientes para vivir, para soñar, para creer en un amable futuro.

En el ahora de hoy todo se diluye en una eterna tristeza, agazapada entre las actividades rutinarias, diseminada entre las horas del día, cincelando una escultura de apatía que se erige confrontando la lucha y la desidia. 

No se le puede reprochar nada, todo cuanto hace es loable.

Cuando te atreves a entrar en su mundo encuentras un esbozo de ternura que te hace presagiar un diálogo enternecedor y lleno de pasajes del ayer teñidos de melancolía. 

Cuando a una mujer se le muere un padre o una madre, esta queda huérfana.

Cuando a una mujer se le muere su marido, esta queda viuda.

 Pero: ¿Qué término se utiliza para definir lo que queda de una mujer cuando pierde a un hijo?

Nadie se ha atrevido a ponerle nombre a tal estado de vacío insondable.

Ella ha perdido dos, dos de sus cinco hijos.

Es por ello que muy a menudo la encuentro perdida entre recuerdos, apenada mientras revive en su memoria escenas pasadas que se disipan como brumas en este aterrador presente en el que ha de sobrevivir sin ellos, sin esos dos resortes que partieron hacia el más allá.

Ella nunca será portada de ninguna revista. Su nombre no será conocido. Nunca tendrá un hueco entre quienes hicieron algo grande. Sin embargo, es una mujer valiente, sobrada de canas y aun en la vejez portadora de una sorprendente fuerza para llegar a otros y dedicarles una mirada sincera, cordial, plagada de esperanza. 

Ella, es una mujer que pese a las adversidades; angostas y crueles, sabe prescindir de las lágrimas y exponer su sabiduría para que otros beban de ella.

La miro con envidia y admiración, rasgando el silencio para dedicarle estas palabras, frases escuetas, torpes, que esbozan el amor que le profeso.

Sé que existen mujeres que al igual que ella pelean cada mañana contra el cruel adversario de la tristeza y que haciendo de tripas corazón esbozan una sonrisa franca y pura que nos permiten, a quienes vivimos ligeros de equipaje, seguir creyendo en la humanidad del ser humano. Ellas son luchadoras anónimas tocadas por un halo de luz divina que dulcemente acarician las asperezas con manos prestar al derroche.

 A Rosario, mi suegra y amiga.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - Luchadoras anónimas