La invitación a Leví

Jesús se pone a la altura de los más bajos para alzarlos.

06 DE MAYO DE 2019 · 11:15

Jens Johnson, Pexels (CC0),
Jens Johnson, Pexels (CC0)

Y Leví se levantó y le siguió.

Marcos 2:14

Todos acudían a Jesús y le seguían, pero Jesús acudió a uno que no le estaba siguiendo. Y Leví se levantó y le siguió. Un indeseable, un muerto de hambre, el que se enriquecía con ganancias ajenas y deshonestas, amparado por la ley de los invasores. A ese llamó.

Ese le invitó a comer a su casa, le agasajó con lo mejor que tenía; y en vez de una mesa de poderosos y ricos de las que se anhelaban en su época (incluso hoy, ¡quién no va a vanagloriarse de haber conocido y compartido mesa con un famoso!), se sentó a una mesa de la escoria de la sociedad. Está todo al revés en esta historia. El maestro llama al discípulo, y no es el discípulo el que postula ocupar un puesto junto al maestro; la mesa que se comparte no trae buena reputación, sino habladurías. 

Cuando Jesús llegó, una de las cosas que hizo fue recordarnos que todo está al revés. Que vivimos en una sociedad que no funciona como debería. Él lo hizo bien y nosotros nos empeñamos en imponer nuestro modelo (nuestras normas, nuestros significados, nuestras prioridades) por encima del suyo.

Los fariseos de este pasaje (Mc 2:13-17) se sienten envalentonados a exigir que la moral de los demás se ajuste a sus preceptos. Vienen desde arriba y exigen que los demás se pongan a su altura. Jesús, en cambio, se pone a la altura de los más bajos para alzarlos. La buena moral en manos del maestro no es el origen de la santidad, sino su consecuencia. Los fariseos no lo entendían y, mientras siguieran creyéndose justos delante de Dios, seguirían sin entenderlo. Hoy seguimos con el mismo problema, pero con otros nombres.

Leví se levantó y le siguió. No todos estamos capacitados para hacer lo mismo, para aguantar lo que realmente conlleva seguir al maestro hasta las últimas consecuencias. Muchos esperarán quedarse en un cómodo punto medio, controlar sus opciones, tener un plan B. Muchos siguen pensando que, si no encuentran la aprobación de los fariseos, no lo deben estar haciendo bien. Muchos están más ocupados en contentar y asombrar a los fariseos que en obedecer y servir al maestro. Muchos creen que la aprobación de Dios pasa por la aprobación de los actuales maestros de la ley. Siguen sin acordarse de que la buena reputación y la moral intachable por sí solas no les protegen del pecado. Solo es posible a través del Camino, la Verdad y la Vida.

Jesús hizo la invitación, y fue Leví el que la aceptó. Jesús sabía que Leví lo aceptaría, como si ya hubiera estado allí, ya hubiera visto la película. Hay algo más en este texto que se nos escapa, y es precisamente el modo en que Jesús hace las cosas, tan humano y a la vez tan fuera de lo humano. Hay que dejarlo reposar y profundizar más. Qué de cosas hay en estos breves textos que nos dejan desconcertados, sedientos de querer saber más.

La verdadera cuestión es si nosotros hubiéramos sido de los que nos levantaríamos para seguirle. Si lo somos hoy. Si salimos de donde nos encontramos, de nuestro lugar seguro, para adentrarnos en su camino estrecho con él. Es una pregunta que vale una vida.

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