Cuentistas y creyentes

Todos las tentativas negacionistas de la resurrección de Jesús no son sino réplicas de la primera que hubo en la historia, justo cuando el hecho de su resurrección se acababa de producir.

25 DE ABRIL DE 2019 · 08:00

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Han sido innumerables los intentos que se han hecho a lo largo del tiempo para refutar la resurrección de Jesús, alcanzando hasta nuestros días, cuando con renovado frenesí los negacionistas continúan en su inútil empeño, si bien catapultando ahora la difusión de su negacionismo en poderosos medios de comunicación. Pero como la existencia de la verdad, basada en hechos, está más allá del estridente volumen con el que se la niega, es por lo que su realidad no sufre menoscabo, no importa el estruendo de voces que la combaten.

En resumen se puede decir que todos las tentativas negacionistas de la resurrección de Jesús no son sino réplicas de la primera que hubo en la historia, justo cuando el hecho de su resurrección se acababa de producir. De modo que los fraguadores de aquella primera tentativa negacionista son los padres de todos los que han venido después.

Pero aquellos primeros negacionistas empezaron siendo precaucionistas (permítaseme la palabra, que no existe en el diccionario), porque tomaron todas las precauciones posibles para evitar que se fraguara algún tipo de fraude con aquel muerto. Si Jesús hubiera sido un crucificado igual que los otros dos que fueron crucificados con él, nadie habría tomado ningún tipo de precauciones o medidas. Pero debido a que las razones por las que fue crucificado eran únicas, sus enemigos tomaron todas las medidas necesarias para que ninguna superchería se urdiera. De modo que se puede decir que nunca en la historia se tomaron tantas precauciones sobre un muerto.

Pero precisamente ese interés de sus enemigos se va a convertir en una prueba a favor de la realidad de la resurrección, de modo que siendo su intención evitar que los seguidores de Jesús cometieran algún engaño con el cuerpo, finalmente ese mismo celo en que no hubiera ninguna impostura va a ayudar a corroborar la resurrección. Y es aquí donde se cumple el dicho de que Dios prende a los sabios en la astucia de ellos (Job 5:13). Porque si no hubieran tomado las extraordinarias medidas que tomaron, cabría pensar que hubiera habido hueco para el fraude; pero al tomar todas las medidas, ellos mismos, con su precaucionismo obsesivo, se ataron de pies y manos, porque ya no había ninguna posibilidad de que hubiera cabida para alguna estafa. De esta manera, ayudaron a hacer más creíble la verdad que querían negar.

Pero los precaucionistas se van a convertir en negacionistas cuando la misma guardia que ellos pusieron para vigilar el sepulcro les dé noticias de lo que ha pasado. Cualquier persona honesta, ante la objetividad de la fuente del informe, llegaría a la conclusión de la veracidad y realidad de las noticias. Pero como no era la honestidad lo que movía a los precaucionistas, su deshonestidad los va a convertir en negacionistas. El dicho de que no hay peor ciego que el que no quiere ver, se va a cumplir en ellos sobradamente.

Pero ante la contundencia incontestable del hecho, los negacionistas van a dar un paso más y se van a convertir en cuentistas, al elaborar un cuento, sustentado por un soborno, sobre el paradero de Jesús. Y es así como estos cuentistas serán los padres de todos los cuentistas que a partir de ellos ha habido y habrá. La estafa que ellos temían que los seguidores de Jesús podían forjar, es la que ellos forjaron, la cual quisieron hacer pasar por verdad. Y así es como los negacionistas de la realidad viven, y quieren que otros vivan, en un mundo irreal, es decir, en una mentira. Y de este modo los que pretendían acusar a los seguidores de Jesús de mentirosos, urdieron ellos mismos una deliberada mentira, que como toda mentira ‘no tiene piernas y no puede mantenerse en pie; pero tiene alas y puede llegar muy lejos’ (William Warburton).

Aquí llegamos a una gran paradoja y es que los cuentistas de todos los tiempos, que hacen alarde de realismo, en realidad están creyendo una fantasía, la fantasía que ellos solitos se han inventado; mientras que los creyentes de todos los tiempos, a los que los cuentistas acusan de ilusos e ingenuos, en realidad están creyendo un hecho real. Y si bien los cuentistas se ufanan de ser inconmovibles materialistas, en verdad no son más que crédulos soñadores de una fábula mal sustentada. En cambio, si por materialista se entiende el que reconoce la realidad de la materia, entonces los creyentes somos materialistas, porque el cuerpo resucitado de Jesús es un cuerpo material, el mismo que entró muerto en aquel sepulcro.

La realidad material de la resurrección de Jesús divide a la humanidad en dos categorías: Creyentes y cuentistas. Los primeros son rigurosos realistas, los segundos fantasiosos simplistas. ¿En qué grupo estás tú?

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - Cuentistas y creyentes