Solo un autor confundido puede ser tan sectario

Reflexiones teológicas en clave histórica en torno al libro de Osma 'Solo un Jesús marica puede salvarnos'.

24 DE ABRIL DE 2019 · 17:13

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Pocas publicaciones han suscitado más polémica en las últimas semanas en el mundo evangélico español que el libro de Carlos Osma y sus reflexiones “en clave gay”. Si la intención era conseguir publicidad gratuita el objetivo se ha alcanzado. Hasta alguna que otra librería “boicoteada” habrá recuperado sus pérdidas por la demanda porque según manifiesta el autor hay millones de personas que piensan como él (loc. 1130, 1282, 1656, 2401 y 3055). Ese segmento del mercado hay que explotarlo.

Un servidor podría haber escrito algo antes, pero tampoco me pareció que la cosa merecía tantas prisas. A veces es mejor dejar que la polvareda se disipe un poco. Al fin y al cabo no es tan novedoso lo expuesto aunque es cierto que en el mundo evangélico español esas ideas no se han divulgado mucho aunque la plataforma Lupa Protestante hace un gran esfuerzo desde hace años para cambiar esto. En este sentido hay que agradecer a Osma que de una vez lo diga alto y claro y en forma de libro.

En ese tiempo que ha pasado he adquirido su libro para leerlo tranquilamente. Y eso sí, hay algo que comparto con Osma: me gusta tomar notas al leer. ¡Y mira que notas he tomado! Suficientes para escribir tres libros del tamaño de aquel del “Jesús” de Osma. Pero no voy a llegar a tanto.

Vaya por delante que no me importa el estilo de vida de Carlos Osma, ni sus preferencias u orientaciones sexuales. A él le parece un tema muy importante su condición sexual. A mí no. Por lo tanto solo voy a criticar lo que he leído, pues no me gusta criticar lo que desconozco. Y a Osma como persona le desconozco.

Y me he leído su libro, palabra por palabra, de tapa a tapa. Eso sí, en formato digital, versión kindle. Gracias a la muy odiada multinacional “Amazon” esto hoy ayuda a divulgar ideas. Y esto también lo comparto con Osma: Amazon nos facilita las cosas. 

Pero con esto termina lo que tenemos en común.

Antes de empezar la lectura sospechaba que no llegaría a ser mi libro preferido. Entre otras cosas por su título. Puede que para el señor Osma sea una forma de venganza personal saber que va a ofender a muchos de aquellos que de todos modos no considera sus hermanos, sino más bien sus enemigos, gente a los que hay que amar aunque ganas no le faltan de quitarlos de en medio, como confiesa en el libro. A eso llegaré más adelante. 

Sí, sospechaba que no llegaría a ser mi libro favorito. Pero después de terminarlo, la sospecha se convirtió en seguridad. Antes de la lectura pensaba que no valía la pena. Ahora lo sé. Es peor, mucho peor de lo que pensaba. Y no porque promueve la homosexualidad o intenta compaginarla con la fe cristiana o cosas por el estilo. No. Es peor porque en cada capítulo de los 52 se nota el odio y desprecio hacia aquellos que diferimos con su cosmovisión particular. Me imagino que no escribió el libro para conseguir simpatías para el mundo LGTBIQ. Personalmente opino que una persona educada e inteligente puede expresar su punto de vista de una forma menos grosera y burda.

A Osma le gusta hablar de “Jesús de Nazaret”. Bien, al personaje que menciona con dicho nombre en su libro le falta cualquier semejanza con aquel Jesús de Nazaret que conocemos de los evangelios. Por lo tanto, concluyo que se trata simplemente de un personaje ficticio con tintes de ídolo. Ahora entiendo aún mejor porque Juan termina su primera carta con las palabras “guardaos de los ídolos”. Porque en aquel entonces había ya gente que hablaba de un Jesús de Nazaret que nunca ha existido. Desde luego no era aquel que Juan predicaba. Era simplemente un ídolo inventado.

Y con esto llegamos a la madre del cordero. El estilo literario agradable y entretenido - aunque grosero, insultante y a veces simplemente de mal gusto - de Osma, dilata una cosa: el autor pone de manifiesto una versión sectaria y marginal de la fe de los apóstoles. Y es un decir, lo de los apóstoles.

Es simplemente sectarismo.

Al inicio, el libro a veces tiene hasta tintes entretenidos, sobre todo cuando algún detalle autobiográfico se menciona. Pero con sus continuos ataques a la fe cristiana, la Biblia y sobre todo su victimismo constante después de las primeras ochenta páginas, se vuelve muy repetitivo y por lo tanto aburrido. Sí, ya lo sé, son una serie de artículos, pero esto no quita lo que acabo de decir. Se podría haber dicho lo mismo en un tercio de espacio.

No cabe duda: Carlos Osma tiene sobre todo la intención de provocar - y por cierto no solamente a aquellos que estamos completamente opuestos a sus ideas. No, también debe haber provocado a aquellos que pueden tener un grado mayor o menor de simpatía con sus ideas. Si esta era la idea, también lo ha conseguido. Aunque personalmente creo que a su causa flaco favor le ha hecho. Uno puede ser LGTBIQ o simpatizante y a la vez poner de manifiesto cierto grado de educación, respeto y buenos modales. Pero cada uno está en su derecho de celebrar sus rabietas y pataleos en público como le da la gana. 

Lo que sí pone de manifiesto cada uno de los artículos indudablemente, es la completa incapacidad de Osma de andar por este mundo sin pensar con cada paso que da en su orientación sexual. Y además siempre desde la perspectiva del victimismo. A veces uno tiene la impresión de que reduce a una persona solo a esto: su orientación sexual. Con su libro, Osma pone de manifiesto lo contrario que quiere demostrar, a saber: que vive una vida libre de cadenas y de la opinión de la gente que le rodea, particularmente si son evangélicos o católicos confesantes. Sin embargo, Osma causa más bien la sensación que es una persona acomplejada hasta la médula. No lo digo con ánimo de ofender. Pero si esto se plasma en un libro, de forma pública, uno no debe ofenderse cuando otros simplemente lo constatan.

Obviamente anhela creer, pero se encuentra con la imposibilidad de hacerlo en los términos de la fe bíblica e histórica. Y es por eso que se cree su propio dios y su propio salvador. Es tan artificial y ahistórico como el Jesusito de mi vida de las navidades o Papa Noel. Y todo -absolutamente todo- lo somete forzadamente a su visión personal: la raíz de todos los males son los cristianos héteros, intolerantes, inquisidores, promotores del patriarcado y de la represión, aliados del poder y causantes de (casi) todas sus desgracias personales.

Pero no me quiero volver demasiado personal. Como teólogo me hago simplemente una pregunta: ¿Por qué alguien se toma la molestia de abusar de textos bíblicos torciéndolos para justificar su propia ética y teología, que tienen que ver con el mensaje bíblico tanto como el manifiesto comunista de Carlos Marx con una defensa del capitalismo?

Por supuesto está en su derecho. Puede reclamar y hacer lo que le da la gana. Pero a mí me parece que se comporta como un vegetariano que pide la membresía en un club de amantes del jamón serrano para luego querer imponer sus reglas. Si quieres ser socio, no esperes que los demás cambien las reglas por ti. O dicho en otras palabras: si la Biblia no dice lo que debe decir, escribe tu propia biblia. Sería un acto de coherencia. Pero no te conviertas en biblioclasta. Esto otros ya lo han intentado – y fracasaron.

Siendo profesor de matemáticas - según el prefacio - Osma debe de ser una persona que se rige por la lógica, la coherencia y el amor a la exactitud y al análisis pormenorizado en su vida profesional. Digo “debe de ser”, porque ninguna de esas cualidades se notan en su libro. Estoy seguro que como profesor actúa con más seriedad y rigor.

Esto ha sido simplemente una introducción general. La semana que viene voy a comentar algunos pasajes del libro pero ya lo digo con claridad: los escritos de Osma son tan repetitivos como son ficticios en su forma de interpretar la Biblia. Sinceramente, en este punto quedé decepcionado. Si creyese en el purgatorio, las horas de sufrimiento por haber leído las mismas cosas en cada capítulo y el exégesis forzado al que somete el texto bíblico, me daría una absolución que valdría más que un peregrinaje a Roma.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - Solo un autor confundido puede ser tan sectario