Segunda carta al rey

Texto publicado por primera vez en la revista Restauración, en mayo de 1980.

03 DE ABRIL DE 2019 · 08:00

Juan Carlos I en un mensaje difundido por televisión. / RTVE,
Juan Carlos I en un mensaje difundido por televisión. / RTVE

En el curso de los primeros días de abril último y con motivo de la llamada Semana Santa, tres obispos católicos hablaron al pueblo español a través de las pantallas de Televisión: Javier Osés, obispo de Huesca; Miguel Peinado, obispo de Jaén y Juan María Uriarte, obispo auxiliar de Bilbao. Los citados obispos cerraron, respectivamente, las emisiones del miércoles, jueves y viernes de Semana Santa en un espacio que se transmitió a través de las dos cadenas de Televisión Española. Ambas cadenas, como ya es habitual, presentaron otros programas religiosos de orientación católica entre ellos la vigilia pascual del Sábado Santo.

Nada tenemos contra esto y bien nos parece que la pequeña pantalla atienda a las necesidades espirituales de los españoles. Pero ¿por qué no se pidió la colaboración de pastores evangélicos? ¿Por qué no se ofreció al pueblo español la oportunidad de saber cómo entendemos la pasión del Señor los cristianos que no pertenecemos a la iglesia de Roma?

Se nos dirá, como siempre, que somos una minoría. Y lo somos. Pero, por un lado, ciento cincuenta mil personas acudiendo dominicalmente a nuestros templos en toda España no es minoría que se deba ignorar.  Por otro lado, aquí no se trata de minoría ni de mayoría, sino de algo más profundo que la mera frialdad de los números. La pasión del Señor es un hecho común a católicos y a cristianos evangélicos. Es comprensible que Televisión Española no invite, en esa semana concretamente –aunque creemos que debería hacerlo en otras fechas- a mahometanos o a judíos, que no reconocen la divinidad ni los sufrimientos vicarios de Cristo. Pero en nuestro caso, que damos a la Semana Santa un sentido de redención divina, la ausencia en Televisión nos discrimina y nos duele.

Me dirijo a usted porque es cabeza representativa del Estado español y Televisión es un medio de comunicación estatal. Ni pertenece a empresas privadas, ni a partidos políticos, ni tampoco debe servir los intereses del gobierno o de la Iglesia católica. Televisión Española depende del Estado. Y el Estado, constitucionalmente, no es confesional. Televisión es de todos los españoles. Los evangélicos también pagamos impuestos y, aunque jamás hacemos referencia a ello, entendemos que nos asisten idénticos derechos a los de la población católica.

No quisiéramos aceptar, Majestad, que Televisión Española esté regida por personas que continúan siendo enemigas de la libertad religiosa y opuestas a los derechos inalienables de la conciencia. Si así fuera entendemos que como jefe de Estado, Su Majestad debería intervenir a través de los cauces oportunos para que, en el futuro, no se repitan estas discriminaciones que dicen muy poco a favor de un país que quiere asumir todas las vías de la democracia.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque - Segunda carta al rey