El sol se convertirá en tinieblas

El día de la crucifixión ocurrieron algunos fenómenos en el cielo que no dejaron a nadie indiferente.

27 DE MARZO DE 2019 · 10:12

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Hay más evidencia para poder determinar la fecha de la crucifixión. Para eso vamos a recurrir al apóstol Pedro y a un acontecimiento posterior, pero a la vez muy cercano del evento de la crucifixión: el día de pentecostés.

La Biblia nos cuenta que Jesucristo, después de su resurrección, instruyó a sus discípulos a quedarse en Jerusalén hasta que recibieran el poder del Espíritu Santo. Ellos no entendieron de qué hablaba Jesucristo exactamente, pero le obedecieron.

Los discípulos estuvieron en Jerusalén y sin lugar a dudas se prepararon para la celebración de shavuot, la fiesta de las semanas. Esta fiesta se celebraba 50 días después del pesaj, la fiesta de la Pascua. En pentecostés se conmemoraba la dádiva de la Ley en el Monte Sinaí y además era una fiesta de acción de gracias por la cosecha de los cereales antes de la llegada del verano. Como era normal, Jerusalén estaba llena de judíos venidos de todas partes del Imperio Romano.

El Nuevo Testamento nos cuenta exactamente lo que pasó: apareció el sonido de un poderoso viento y se vieron pequeñas llamas por encima de los discípulos. Y de repente los doce empezaron a hablar, pero no en su arameo nativo, ni tampoco en hebreo o griego sino en lenguas que no habían aprendido pero que los que vinieron de tan lejos como Elam (Persia) o Libia podían entender sin problemas.

Nadie tenía una explicación para este fenómeno. La explicación más fácil era acusarles de estar borrachos. Seguramente este argumento tan elaborado vino de gente que no entendía ninguna de las lenguas en cuestión. Pero de repente se levanta Pedro. Posiblemente se pone en un lugar elevado, pidiendo silencio. Y su explicación no dejó a nadie indiferente. Vamos a leer lo que Lucas nos cuenta:

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: 

Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo;

El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto;

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

(Hechos 2:14-21)

Y a continuación, Pedro añade algo que debe de haberles dado mucho que pensar a los que le escucharon:

Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis

(Hechos 2:22)

Sé que no todo el mundo va a estar de acuerdo con lo que voy a escribir ahora, pero es mi profunda convicción: si las palabras sirven para algo y tienen significado y una connotación y un contexto, entonces queda evidente que Pedro usa este argumento basándose en la profecía de Joel como prueba de algo que ya aconteció y no de algo que va a acontecer.

Pedro da por hecho que la profecía de Joel se había cumplido y que los que le estaban escuchando estaban familiarizados con los fenómenos a los que se refiere dicha profecía. Y asume que su audiencia sabía perfectamente que algunas señales evidentes y visibles para todo el mundo presente en Jerusalén habían ocurrido. Pedro simplemente - en nuestras palabras - dice: lo habéis visto con vuestros propios ojos.

Ahora la pregunta queda: ¿A qué fenómenos se refiere Pedro? 

La profecía de Joel dice: 

El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre(Joel 2:31a)

Y no hay que ser muy perspicaz para identificar lo dicho. Los evangelios nos cuentan de forma unánime que en el día de la crucifixión había una oscuridad desde mediodía hasta las tres de la tarde. Por ejemplo, el evangelista Marcos nos dice en el capítulo 15, versículo 33 de su evangelio:

“Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

Como escribí anteriormente, el evangelista Marcos cuenta las horas según el sistema que se usaba en Galilea, donde el día empezó con la salida del sol, sobre las 6 de la mañana. De esta manera llegamos a la duración de las tinieblas. En otro momento voy a hablar sobre la posible causa de estas tinieblas. No viene al caso de momento. Simplemente quiero mencionar una fuente extra bíblica que habla del mismo fenómeno.

Lo menciona Flegon de Trales. Era un historiador de Lidia en Asia Menor, del siglo segundo. En su libro de historia Olimpiades Flegon menciona la oscuridad en el día de la crucifixiónOrígenes se refiere a esta cita de Flegon en su obra Contra Celso (II, 14.23.59):

Ahora, Flegón, en su libro XIII o XIV… de sus Crónicas, no solamente concede a Jesús un conocimiento de acontecimientos futuros… sino también confirmó que los resultados estaban en consonancia con sus predicciones.

Orígenes se refiere a una descripción de Flegón de un eclipse solar acompañado por terremotos durante el gobierno del emperador Tiberio que “era el mayor eclipse de sol”, que “se hizo de noche a la hora sexta de modo que aparecieron las estrellas en el cielo. Había un gran terremoto en Bitinia y destruyó una buena parte de Nicea”.1

Infelizmente, esta obra de Flegon se ha perdido. Pero precisamente la parte que se refiere a las tinieblas está muy bien documentada. Hay varios historiadores antiguos que la citan directamente entre ellos Eusebio, Jerónimo y Anastasio Bibliotecario. Otros escritores como Julio Africano, Juan Filopono, Máximo, Malelas y Origenes citan a Flegon sin mencionarle directamente. El astrónomo Kepler conoció las observaciones de Flegon.2

Que el fenómeno descrito no era un eclipse de sol normal queda claro por dos cosas, y se entendió esto también perfectamente en la antiguedad: en primer lugar duró mucho más que un eclipse normal -tres horas- y en segundo lugar no podía ser un eclipse porque en la pascua judía siempre hay una luna llena. Y los eclipses de sol solo ocurren cuando hay luna nueva. 

Por lo tanto, Flegon describe el fenómeno de la oscuridad como algo extraordinario. Otro autor, Julio Africano, critica duramente a Thalo que escribió su historia entre el año 50 y 100 dC porque Thalo explicó la oscuridad como resultado de un eclipse solar. 

Por lo tanto, no estamos hablando de un eclipse solar, pero que hubo oscuridad en una buena parte del este de la zona del Mediterráneo en aquella fecha es un hecho bien atestiguado.

Pero, ¿qué se puede decir de la luna de sangre? Esto lo veremos la semana que viene.

 

Notas

1#F. Richard Stephenson, Historical Eclipses and Earths Rotation(Cambridge University Press, julio1997)

2#John Chapman, Phlegon Examined Critically and Impartially(Cambridge University Press, London, 1734)

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