Infancia y Biblia (IV): Se necesitan agentes de carne y hueso

Los padres somos pastores y maestros para nuestros hijos, y no por ningún mandato de hombres o por título adquirido en algún seminario, sino por directa designación divina.

20 DE FEBRERO DE 2019 · 18:19

Google no tiene todas las respuestas para ellos. / James Baldwin en Unsplash (CC0),
Google no tiene todas las respuestas para ellos. / James Baldwin en Unsplash (CC0)

“La misión de la iglesia es capacitar a los padres para que ellos sean los agentes efectivos en la formación espiritual de sus hijos”. Cómo dijo alguien: la frase es buena pero no es mía. En efecto, esta es una de las ideas que nos dejó Jaume Llenas en la reciente conversación que pudimos mantener con él desde Protestante Digital, justo antes de que cediera el testigo de la secretaría general de la Alianza Evangélica Española. Y de hecho, esa idea no es sólo cosa suya, sino que son los mismos adolescentes los que reclaman a sus padres que ejerzan ese papel. 

Tras varias semanas explorando cómo debemos presentar la Biblia a nuestros hijos, ahora les ha tocado a ellos mismos ser los que hablen y hemos tenido el privilegio de conocer la opinión de cinco de estos jóvenes: Marta, Noel, Isaac, Sara y Eva. Aquí una primicia: padres e Internet son los dos recursos a los que suelen acudir cuándo se topan con palabras o pasajes bíblicos que les cuesta entender (cosa que no sucede a menudo, como nos ha matizado muy oportunamente Marta, de Madrid).

Este papel que debemos ejercer los padres es, en sí mismo, un enorme reto y, de hecho, si somos conscientes del privilegio que tenemos por delante ya habremos dado los primeros pasos en la buena dirección. La cuestión es que nos eligen a nosotros para hallar respuestas sobre aquello que marcará la mayor diferencia en sus vidas. 

Se trata de personas en pleno proceso de formación, una nueva generación para el Señor. Y por si todo esto fuera un asunto menor, además se trata de nuestros hijos, las criaturas que más amamos sobre la faz de la tierra. Los padres somos pastores y maestros para nuestros hijos, y no por ningún mandato de hombres o por título adquirido en algún seminario, sino por directa designación divina. Ese pensamiento nos debe conducir a movernos con humildad ante Dios y con la diligencia debida para ser esos “agentes efectivos” a que nos llamaba Jaume Llenas. 

Dentro de esa labor de pastoreo no se incluye el conocer todas las respuestas a los misterios de Dios; pero sí debemos conducir a nuestros hijos a los mejores pastos para su crecimiento. Para ellos no existe un mundo sin Internet, o sin redes sociales ni smartphones. Es por ello que el camino que tomarán para hallar respuestas cuándo no recurran a nosotros no les llevará a la biblioteca familiar, por muy surtida que la tengamos, sino a Google, ese oráculo que todo lo sabe. ¿Les vamos a dejar solos mientras consultan al oráculo? Más vale que no, porque la ingente cantidad de basura que se van a encontrar va a ser de escándalo. Sí, debemos formarlos también en cómo acudir a la red, y enseñarles a discernir en qué fuentes pueden encontrar información de calidad. El extendido y malentendido mito del nativo digital no puede ser la excusa para desentendernos de nuestro papel y abandonarles a su suerte en un laberinto online lleno de minas. 

 

PARA GUSTOS, BIBLIAS

Que hemos experimentado una explosión de recursos y de accesibilidad lo podemos comprobar fácilmente en el modo en que ellos mismos se acercan a la Biblia. Algunos en papel, otros por el móvil, o en ambos soportes. Una riqueza que no sólo vemos en este ámbito sino en las versiones que están siendo usadas por esta generación: Isaac de 12 años consulta la Reina Valera que le regalaron sus abuelos, Noel, de Terrassa, o bien la versión en catalán o La Palabra; Eva, a sus 16 años ya ha pasado por la Dios Habla Hoy, por La Palabra y ahora prefiere la Nueva Versión Internacional. Marta, de 14 años, siempre había leído la Reina Valera, pero desde que le regalaron estas Navidades la Nueva Traducción Viviente no la cambia por otra; mientras que la valenciana Sara, por su parte, nunca ha dejado Dios Habla Hoy. ¡Ni que lo hubiéramos buscado a propósito: cinco testimonios, cinco versiones! Es también en este ámbito dónde los padres podemos orientar a nuestros hijos a conocer las diferentes opciones y valorar la que de más ayuda les puede ser en este momento de su vida. 

A través de esta serie hemos querido constatar algo que resulta bastante evidente: la forma de acercarse a la Biblia ha cambiado radicalmente en menos de dos décadas. Una generación que ha pasado de lo analógico a lo digital, de una única versión a decenas de traducciones, de recursos limitados a un pozo sin fondo de información online. En nuestra labor de pastoreo y enseñanza, tanto la iglesia como especialmente los padres debemos asumir que esta es la realidad en la que nos hemos de mover, con sus bondades y sus peligros, en definitiva: es lo que hay. Sin embargo, nuestros niños y adolescentes nos siguen necesitando para su crecimiento espiritual. Los lenguajes cambian, pero el mensaje sigue siendo el mismo: la verdadera revolución en sus vidas sólo la puede traer Jesús y esta batalla se libra en los corazones.

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