El papel de los cristianos en la Europa secular y multirreligiosa

Desde hace un tiempo, el objetivo principal de la política con respecto a la religión ha sido separar la Iglesia del estado. En una sociedad multirreligiosa y secularizada nos preguntamos: ¿cómo pueden las iglesias contribuir al bien común de la sociedad?

  · Traducido por Patricia Bares

Evangelical Focus · 18 DE FEBRERO DE 2019 · 19:32

 Anastasia Dulgier (Unsplash, CC0).,
Anastasia Dulgier (Unsplash, CC0).

En las últimas décadas hemos presenciado una persistencia e incluso resurgir de creencias y prácticas religiosas en sociedades que habían pasado por un largo proceso de secularización. Esto parece contradecir la teoría de la secularización clásica, la cual afirma que la secularización de la sociedad y el declive de la Iglesia en Europa fueron los corolarios inevitables de la modernización y que, por lo tanto, se trata de un proceso irreversible, el cual ocurre tanto en Europa como en otras partes del mundo.  

Algunos autores hablan de una sociedad “postsecular”. Sin embargo, eso no significa que la secularización esté llegando a su fin. Ciertamente hay aspectos que persisten, como el declive generalizado de la membresía de la Iglesia, la influencia del secularismo en la ciencia y la política, la expansión de estilos de vida seculares, el alejamiento de la moral cristiana tradicional, sentimientos anticlericales, oposición a la influencia de la religión en la sociedad, entre otros. Aun así, al mismo tiempo existen desarrollos que contrastan con lo anterior: los cristianos practicantes y comprometidos, los cuales siguen siendo una minoría importante e influyente y cuyo porcentaje hasta va en aumento en algunos países. Se están desarrollando nuevas formas de cristianismo de manera significativa y no solo a causa de la inmigración. Está creciendo el número de musulmanes y de otras comunidades religiosas. En definitiva, las tendencias demográficas muestran claramente un favorecimiento hacia la población religiosa.

Por otro lado, también encontramos el llamado “retorno de la religión” en la esfera pública. Ese fenómeno puede observarse en ámbitos muy diversos, como en la sociedad civil, en el arte, en la música popular, en debates filosóficos y también en las redes sociales e Internet. Los musulmanes, además de los judíos y cristianos, marcan la diferencia para que todos lo vean.

Asimismo, aunque está aumentando la cifra de no religiosos o no afiliados, entre ellos se ha extendido un interés por la espiritualidad y un aferramiento a los valores sociales arraigados en el cristianismo. 

 

SIN RETORNO, EL MODELO “SMR”

En definitiva, la religión continúa siendo importante en las sociedades secularizadas de Europa. No deberíamos imaginar (o soñar) con un retorno a una situación donde el cristianismo era la religión dominante o la única en muchos lugares. El futuro próximo implica una convivencia de religiosos y no religiosos. Ambos han venido para quedarse, así que deberán trabajar juntos en sociedad. La situación actual se caracteriza por una pluralidad de puntos de vista y por una renegociación de la posición de la religión en la esfera pública. Es más, los cristianos tienen que aceptar que son una minoría entre otras religiones minoritarias. Bienvenidos a la llamada “sociedad SMR”: secularizada (o secularizadora) y al mismo tiempo multireligiosa.

El término “SMR” es una sugerencia propia acuñada a falta de una más apropiada. De hecho, aún no se ha acordado ningún término para definir la situación que se ha presentado anteriormente. No obstante, se han desarrollado una serie de teorías para analizarla y se han propuesto diferentes términos dependiendo de en qué aspecto o implicación se centre. A continuación mencionamos unos cuantos.

 

DIÁLOGO INTELECTUAL POST SECULAR

Varios autores utilizan el término “post secular”. El filósofo alemán Jürgen Habermas es reconocido globalmente por haber popularizado ese término. ¿A qué se refería con él? Dice que siempre ha escrito como un “ateo metódico”, lo que significa que cuando estudiaba filosofía o ciencias sociales, no tenía ideas preconcebidas sobre creencias religiosas en particular. Pero a la luz del continuo rol de la religión en la sociedad, su postura pasó a ser “post secular”, lo cual significa que las cuestiones fundamentales de la sociedad no se pueden reducir a simples ideas y teorías racionales seculares.

Los religiosos tienen cosas importantes que decir sobre temas científicos, éticos y políticos, los cuales por sí solos trascienden lo visible y tangible. También son racionales, lo cual es uno de los factores básicos que las diferencian del secularismo, pues tienen en cuenta la influencia de una realidad trascendental. Habemas trata el tema con todas esas formas de secularismo militante que ven la ciencia secular y el humanismo como los únicos discursos válidos del reino público. Las convicciones religiosas, valores y normas no deberían descartarse del debate público simplemente por no basarse exclusivamente en la razón humana o en la ciencia. Debería haber un diálogo intelectual entre creyentes y no creyentes. El anterior Papa Benedicto XVI aceptó el reto y llevó a cabo una serie de conversaciones profundas con Habermas sobre los valores fundacionales de la sociedad moderna. La publicación de dicho diálogo (Dialéctica de la secularización, 2007) ha ejercido una influencia considerable.

Cualquier diálogo solo puede ser fructífero si ningún lado impone su propio discurso en el debate. Esto es especialmente difícil de admitir para los secularistas, pues están acostumbrados a designar cualquier cosa que se refiera a lo transcendental como “persuasión privada” con lo cual ignoran lo que dice la otra persona. En su propio diálogo con Joseph Ratzinger, Habermas da unos argumentos importantes:

“Las personas que ni quieren ni son capaces de dividir en dos sus convicciones morales y su vocabulario (profano y religioso) deberían tener permiso para formar parte de una formación política aunque usen un lenguaje religioso… El estado democrático no tiene que reducir la complejidad polifónica de la voz pública por precaución, porque no sabe si está privando a la sociedad de recursos escasos para la generación de significados y el moldeamiento de identidades. Concretamente, con respecto a las relaciones sociales vulnerables, las tradiciones religiosas tienen el poder de articular de forma convincente sensibilidades morales e intuiciones solidarias”.

Eso es lo que Pieter Boersema llama un “diálogo pluralístico”, en el cual la gente intenta ir más allá de las imágenes estereotipadas de los demás buscando un entendimiento más profundo de sus motivaciones, así como el significado de sus puntos de vista. 

 

REFUGIO Y SÍMBOLO

El segundo aspecto de la sociedad SMR es el reconocimiento de la importancia de la religión, y del cristianismo en particular, para que la sociedad esté cohesionada

El sociólogo francés Yves Lambert argumenta que deberíamos sustituir el modelo de secularización antiguo, el cual se trata de un proceso unidireccional donde las comunidades religiosas se marginan cada vez más, por uno pluralista donde la religión sigue siendo importante. “En este modelo, la religión no tiene porqué dominar la vida social, pero puede jugar un papel importante como recurso espiritual, ético, cultural o incluso político en el más amplio sentido de la palabra. Todo esto mientras se respeta la autonomía individual y el pluralismo democrático” (Willaime, p.13).

Habermas está de acuerdo y lo dice al escribir lo siguiente: “Para un autoentendimiento normativo de la modernidad, el cristianismo ha funcionado como algo más que un precursor o catalizador. Ha conllevado un igualitarismo universal, del cual surgieron los ideales de la libertad y una vida colectiva en solidaridad, la conducta autónoma de la vida y la emancipación, la moralidad individual de la conciencia, los derechos humanos y la democracia. Todo esto es el legado directo de la ética judaica de la justicia y la ética cristiana del amor. Este legado, no alterado sustancialmente, ha sido el objeto de una reapropiación continua crítica, así como de una reinterpretación. Hasta hoy mismo no hay ninguna alternativa en contra. Y a luz de los actuales desafíos de dar con una constelación postnacional, necesitamos fijar un sustento a partir de esta sustancia, tal como se hizo en el pasado. Todo lo demás son meras habladurías posmodernas” (pp.150-151).

El autor italiano Roberto Cipriani habla de la ambigüedad de la Europa occidental. Si bien hay un fuerte impulso hacia romper con el pasado y desarrollar una sociedad secular con estilos de vida seculares, la gente se está dirigiendo al mismo tiempo hacia la dirección opuesta, como si tuvieran la necesidad de seguir conectados con el pasado. “La verdad (antropológica) es que las opciones de valores fundamentales, así como experimentar lo sagrado de una vida transformada, son limitadas incluso en los tiempos modernos. Se han debilitado todas con presiones recíprocas. A causa de esto, el impulso hacia lo nuevo no siempre tiene ventaja sobre el resto. De ahí que se refuercen los valores e instituciones religiosos tradicionales, los cuales normalmente sirven de refugio en tiempos difíciles”. 

Un refugio para algunos y un símbolo reconfortante para otros. Observadores de toda Europa ven ejemplos de lo que Grace Davie llama “religión vicaria”, lo cual es una noción de la religión llevada a cabo por una minoría activa en nombre de una cantidad muy superior, los cuales (por lo menos de forma implícita) no solo entienden sino que además aprueban lo que hace la minoría. Es como la presencia reconfortante de alguien en quien siempre puedes contar en tiempos de angustia, dolor o celebración. 

Aunque la misma Davie sospechaba que este fenómeno desaparecería gradualmente, aún vemos muchos ejemplos, como los alemanes no afiliados que a pesar de todo siguen pagando el impuesto de la Iglesia (aunque ya no es obligatorio), o el estado belga que emplea fondos de los impuestos para pagar los sueldos de los pastores y sacerdotes porque reconoce la utilidad de las iglesias para la sociedad en conjunto.

 

COMUNIDADES RELIGIOSAS Y POLÍTICAS

El tercer aspecto de la sociedad SMR está estrechamente relacionado con este tema: por un lado, la relación cambiante entre la religión en general y la Iglesia en particular; por otro, el reinado político. El sociólogo de religión Jean-Paul Willaime escribe: “Nos encontramos en un punto de inflexión donde las religiones, lejos de ser vistas como tradiciones más o menos obsoletas que se resisten a una modernidad conquistadora, poco a poco pueden ser vistas como recursos simbólicos que evitan tanto que la política se convierta en una mera gestión burocrática de aspiraciones individuales como que la modernidad se disuelva en un relativismo generalizado” (p.13).

Su compatriota Bérengère Massignon lo llama “la segunda fase de la secularización”. En la primera fase, el estado secularizado le arrebató el rol de las iglesias en la sociedad (la educación, la salud, la transmisión de valores, la preocupación social, definir normas éticas, etc.). El estado “neutro” tenía la tendencia de secularizar la esfera pública, en la cual tomó el lugar central, como cuando César se creía Dios y era quien establecía las normas éticas y el que dictaba cómo comportarse. En la segunda fase, el estado reconoce sus límites en las cuestiones morales, así como la importancia de las instituciones religiosas y la sociedad civil para transmitir valores fundamentales. Esto lleva a una desacralización de la política. Es decir, el estado no es ni Dios ni César. Durante mucho tiempo, el impulso principal de los políticos con respecto a la religión fue separar la Iglesia del estado, intentar que no hubiera interferencias. En la sociedad SMR, esto se transforma en un enfoque constructivo: ¿cómo pueden las iglesias y la religión en general contribuir para el bien común en la sociedad?

En un seminario reciente, escuché decir a un político holandés lo siguiente: “Precisamente como consecuencia de que los cristianos se hayan convertido en una minoría, los políticos pueden apreciar lo que hacen por las personas necesitadas e intentar escuchar sus recursos éticos, pues ya no temen al dominio de la Iglesia como el que había en el pasado”.

 

Evert Van de Poll, profesor de Estudios Religiosos y Misología en la Facultad Teológica Europea de Leuven, Bélgica. 

Nota final

1 Michael Reder y Josef Schmidt, “Habermas and Religion” en Jürgen Habermas et al. An Awareness of What Is Missing: Faith and Reason in a Post-Secular Age. Cambridge: Polity, 2010.

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