Carta al director de la revista S.P.

Texto publicado en el medio Restauraciónen enero de 1970. 

13 DE FEBRERO DE 2019 · 10:00

Portada de un magacín dominical de la revista S.P. en 1969. ,
Portada de un magacín dominical de la revista S.P. en 1969.

Soy el suscriptor número 11.056-11 de su revista y lector diario del periódico que, a diferencia de la revista, no acaba de llenarme. En religión soy eso que después del Concilio han dado en llamar un “hermano separado”, si bien no ceso de preguntarme, con la natural perplejidad, de quién o de dónde estoy yo separado. Muchas veces he estado por escribirle para puntualizar algunas informaciones defectuosas aparecidas en su semanario acerca de los acatólicos españoles. Sin embargo, nunca lo he hecho, hasta hoy. Por primera vez me dirijo a usted para referirme a un artículo que, con el título de Iglesias no católicas, apareció en el número 361 de su revista, página 13. Lamento no haber madrugado más. Yo compro mucha prensa y no la leo toda cuando quiero, sino cuando puedo. Este artículo apareció en forma de carta al director, remitida por don Domingo Domené Sánchez, Maestro Nacional de Monsagro, Salamanca, y es réplica a otro escrito de A. Abril que usted publicó en el número 358 del semanario que dirige.

A mi entender, el señor Domené anda bastante desviado en lo que concierne a la organización y vida de las iglesias protestantes en España y le envío estas líneas para hacerle volver al camino de la realidad. Yo creo, señor director, que uno debe informarse debidamente antes de escribir o hacer como Cide Hamete, colgar la pluma y cantarle el “tate, tate, folloncico” de la ficción. Porque bastantes inexactitudes se han publicado ya sobre los acatólicos en España, para que el señor Domené venga a sumarse ahora, después de la Ley sobre libertad religiosa, al número de los tramposos. Y creo, señor director, que un semanario con la categoría que ha alcanzado S.P. debería tener entre su equipo de redacción a una persona entendida en estas lides, que no dejara pasar semejantes deformaciones. Le interesa a usted no sólo por la lealtad debida a sus lectores, sino también por el prestigio de la propia revista.

Hay mucho que debe ser corregido en la carta del señor Domené. Pero como usted no va a publicarme todo cuanto escriba, me limitaré al error que más abulta, lo de las jerarquías en las iglesias protestantes de España. El señor Domené se hace eco de algunas deformaciones de prensa y afirma que no hace mucho fue consagrado el primer obispo protestante español. Esto, dicho así, da la impresión de que el protestantismo español es una unidad eclesiástica, con una cabeza visible y de reciente constitución, lo cual es inexacto. El protestantismo español de hoy está compuesto por siete principales grupos denominacionales, independientes entre sí en lo que a organización se refiere. El señor Domené alude, sin duda, a la consagración de don Ramón Taibo Sienes, acto que tuvo lugar el 28 de mayo último. Pero el señor Taibo, amigo íntimo y persona excelente, no es obispo del protestantismo español, sino de la Iglesia Española Reformada Episcopal, una de las siete denominaciones aludidas. Además, tampoco es el primer obispo de esta denominación, sino el tercero. El primer obispo de la I.E.R.E. fue don Juan Bautista Cabrera, exfraile escolapio, consagrado en Madrid el 23 de septiembre de 1894. A éste sucedió su hijo, don Fernando Cabrera Latorre, obispo electo que no llegó a ser consagrado. El segundo obispo consagrado fue don Santos Molina Zurita, cuyo acto de consagración tuvo lugar también en Madrid el 29 de abril de 1956. Tanto los dos primeros obispos consagrados en la Iglesia Española Reformada Episcopal, al igual que el tercero, fueron españoles.

En cuanto a las demás denominaciones protestantes, no es verdad que “carecen de jerarquías propias”, como lo afirma el señor Domené, e igualmente falso es que tengan que “ir a pedir sus normas de acción a sus también múltiples jerarcas ingleses, franceses, alemanes o americanos”. No  diga usted, señor director, que no hay veneno en estas palabras. Veneno y mucha ignorancia. El señor Domené está completamente a cero sobre el funcionamiento de las iglesias protestantes. Le voy a citar un solo ejemplo, que con leves variaciones es aplicable a todas las denominaciones: el de una iglesia bautista, adelantándole que yo no pertenezco a esta denominación, como tampoco a la I.E.R.E. que he citado anteriormente. En una iglesia bautista los miembros no respetan a más jerarquía que la propia, la local. Esta jerarquía está compuesta por un pastor y un número indeterminado de diáconos. Y la llamo jerarquía por emplear términos católicos que puede entender mejor el señor Domené. Cuando una iglesia –congregación, suma de individuos-, necesita un pastor, no acude a Alemania, ni a Francia, ni a Inglaterra, ni a América. Se reúnen todos los miembros, estudian los nombres de los pastores disponibles en España y se deciden por uno, ellos mismos, por sí solos. En cuanto a los diáconos, proceden de la misma forma. Celebran una reunión especial y eligen, de entre los miembros, los más capacitados para el diaconado. En estas elecciones no intervienen para nada personas extranjeras. Luego, los pastores de todas las congregaciones locales se unen en lo que se llama Unión Evangélica Bautista Española, donde se planea el trabajo nacional. Las demás denominaciones, como por ejemplo “Los Hermanos”, que son los más numerosos en España, y también las Iglesias de Cristo, varían en que en lugar de elegir a un pastor eligen a varios, según el número de miembros de cada congregación; estos pastores son también “ancianos” u “obispos”, según el Nuevo Testamento. Además de varios pastores, suelen elegir también diáconos y un predicador que tiene por misión la exposición semanal de la Biblia y la atención a los enfermos, necesitados, etc. Estos oficiales, elegidos por los miembros de las congregaciones locales, son los únicos que tienen autoridad en las iglesias protestantes. Yo invito al señor Domené a que visite nuestras iglesias y compruebe por sí mismo la verdad de cuanto aquí digo.

Aunque dudo que lo haga. El señor Domené revela una mente muy estrecha, tipo siglo XV. Hay un párrafo en su carta que le delata. Aquel en el que dice que la “irreligiosidad” debe ser castigada por la sociedad, por lo que tiene de ofensiva para los creyentes. Yo, aunque religioso, respeto más la liberad del individuo y creo que igual derecho asiste a los no creyentes a pedir el castigo de los creyentes por lo que pueda tener de ofensivo para sus no creencias. Lo mejor es un respeto mutuo y la paz para todos.

Y que descanse el señor Domené. Sus temores son infundados. Los acatólicos españoles no aprovecharán la ley de libertad religiosa para cambiar las estructuras políticas del país ni para descatolizar a España. No se hará carne ese fantasma que persigue el señor Domené. Nuestras intenciones son más limpias y nuestros objetivos más elevados.

Gracias, señor director, por la publicación de esta larga carta y reciba usted un afectuoso saludo.

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