¿Cómo se para una estrella?

Durante unos días, el planeta Júpiter se iba a mantener inamovible en el firmamento como si de una estrella se tratase.

26 DE DICIEMBRE DE 2018 · 10:00

,

Después de su encuentro con Herodes y la información profética sobre el lugar de nacimiento del Mesías de parte de los escribas, los magi se dirigen hacia Belén de madrugada. Van de noche, no para que el planeta real - Júpiter - les indique el camino. Sino más bien porque justo en esta fecha había pasado algo interesante: a partir del 23 de diciembre (en medio del período festivo de Hanukka, el planeta Zedeq (Júpiter) se había parado en su movimiento lento hacia el sur oeste en una posición de 239 grados y a unos 59 grados de altura sobre el horizonte. Durante unos días, el planeta Júpiter se iba a mantener inamovible en el firmamento como si de una estrella se tratase, brillando con una magnitud de -2.2 , dominando así completamente los cielos de madrugada sobre los montes de Judá.

Para llegar a Belén, de nuevo no les hizo falta la ayuda de ninguna estrella, porque la ruta era conocida porque la distancia a Belén era escasa. Desde el palacio de Herodes a Belén se podía andar a pie en dos horas, ya que la distancia era de menos de 10 kilómetros. El camino sigue al terreno y se dirige en una suave curva prolongada por varios kilómetros hacia el oeste. Y esto causó otro efecto curioso: aunque Júpiter bajó lentamente hacia el horizonte (por la rotación de la Tierra), Júpiter se adaptaba a la larga curva del camino hacia Belén de tal manera que los magi siempre lo tenían enfrente. A las 6:54 hora local, justo cuando salió el sol y después de un viaje de tal vez apenas 2 horas, llegan a Belén. Zedeq, (Júpiter) está justo encima del pueblecito. El lenguaje de Mateo es exacto cuando dice que la estrella estaba encima (estathe epanoo) del lugar donde estaba el niño (ou en to paidion). No se habla de la casa ni del establo. La referencia es a Belén.

No había un destello espectacular que iluminaba la casa donde estaba Jesucristo, ni nada por el estilo. De haber sido así, los esbirros de Herodes ya se habrían encargado de poner final a la historia. Era todo muy poco espectacular para la gente que no entendía el mensaje que Dios había puesto en los cielos, pero quedaba absolutamente claro para los magi. De una forma realmente espectacular se cumplió la palabra de salmo 2: “Se levantarán los reyes de la tierra  y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su Ungido… El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.” (v. 2 y 4). Y había otra curiosidad: a la hora de efectuar la parada en el cielo, Júpiter se encontraba en la constelación de betulah, la Virgen.

Al darse cuenta que efectivamente, Júpiter jugaba ese papel indicador en más de un sentido, se alegraron mucho (Mateo 2:9).

Todo indica que los magi llegaron a Belén ya de día, temprano por la mañana. Indudablemente, Herodes había dado órdenes de vigilancia y además habría tomado medidas para que la caravana de Oriente dispusiera de un espacio suficiente para sus camellos y para el descanso correspondiente de los magi y sus acompañantes. Al fin y al cabo se trataba de visitas de estado.

El texto nos indica otro detalle que es muy importante: en este momento, José y María están en una casa, no en un establo o en una cueva. Es lógico porque desde el nacimiento de Jesucristo había pasado más de un año. Esta casa está muy probablemente relacionada con el tema del censo. Estrictamente hablando no se trataba de un censo de población, porque a los romanos realmente les importaba muy poco cuántas personas vivían en un pueblo. La idea era más bien que José y María tenían que reclamar una propiedad como suya con el pago correspondiente de una tasa (el IBI por lo visto no es tan novedoso), porque de no hacerlo, esa propiedad pasaría a manos del estado romano o de sus respectivos representantes.

Y otra cosa sale a la vista: la fecha tradicional del 25 de diciembre para la fiesta de la navidad no es tan descabellada como a veces se pretende. El desfase entre el calendario gregoriano - que es el nuestro actualmente - y el más antiguo calendario juliano también se explica bien de esta manera. Es por cierto la razón por la que las iglesias ortodoxas orientales siguen celebrando la Navidad el 6 de enero. Ellos siguen al calendario juliano hasta el día de hoy.

Pero volvemos a los acontecimientos de Belén. Realmente, Mateo no cuenta prácticamente nada de los acontecimientos. Lo único que sabemos es que los visitantes anónimos se acercan a la casa. Sin lugar a dudas se habrán inclinado o postrado delante de Jesucristo, como si fuera un rey de cualquier país de Medio Oriente. Habían cruzado desiertos y ríos, dejando atrás sus casas y familias, exponiéndose a todo tipo de peligros. Y ahora su viaje había llegado al punto culminante. Al enterarse del nombre del niño, tal vez se habrán acordado de la palabra de Isaías (46:13): “Haré que se acerque mi justicia (tsedeq); no se alejará, y mi salvación (yeshuah) no se detendrá.” Ante los acontecimientos y el espectáculo en los cielos, este versículo cobra una importancia sobresaliente.

Luego presentan sus regalos, el oro, incienso y la mirra, con el simbolismo que conlleva cada uno para el ministerio del Mesías. Y acto seguido, seguramente sin demorar demasiado, emprenderían su camino de vuelta. Habían recibido la orden divina de hacerlo por otro camino, posiblemente bajando al valle del Mar Muerto y luego entrando en territorio Nabateo lo antes posible, dirección a Petra (pero evitando la ciudad por razones obvias) y tomando una ruta mucho más al sur hacia el Wadi Sirhan en dirección de Duma, un oasis en el desierto de lo que hoy es Arabia Saudí. Esta ruta era mucho más difícil y peligrosa. Pero era necesaria para entrar rápidamente en un territorio fuera del alance de los romanos.

Y ahora viene la pregunta del millón: y ¿por qué los deja Herodes escapar? ¿Por qué no reacciona de forma inmediata? La respuesta es más fácil y lógica de lo que podemos imaginarnos. La atención de Herodes fue desviada por un deterioro repentino e importante de su salud. Eso, a su vez, animaba a dos judíos influyentes, Judas y Matías, a rebelarse contra Herodes. El rey Herodes tenía medio golpe de estado en toda regla en marcha.  Herodes tenía que sofocar esta rebelión con la crueldad que le caracterizaba[1]. Y lo consiguió. Pero de esta manera había pasado tiempo suficiente para que también María, José y Jesús saliesen en dirección opuesta, hacia Egipto. En aquel país había una colonia judía importante, por ejemplo en Alejandría. Pero no  necesariamente tenían que ir tan lejos. La ruta les iba a llevar a lo largo de la costa, el camino de Gaza y luego hacia la ciudad actual de Port Said. La distancia de unos 350 km se puede llevar acabo incluso andando en unas 2 a 3 semanas. De todos modos, con la cantidad de oro disponible, no era complicado comprar animales de transporte. Había también lugares en el delta oriental del Nilo con ciudades que albergaban una comunidad judía importante.

El oro, pero también el incienso y la mirra, representaban un valor económico suficiente como para permitirles vivir durante unos meses en Egipto. Y muy probablemente, al volver a Galilea, aún quedaba suficiente oro como para permitir a José establecerse como tekton en la ciudad de Nazaret. La palabra no solamente indica el oficio de carpintero. Era mucho más amplia y corresponde más a lo que hoy en día entendemos como “constructor”. Este detalle explica por qué Jesucristo está usando constantemente metáforas y comparaciones del mundo de la construcción (fundamentos, piedras, medidas etc.) Por eso, la muy explotada idea de una familia de pobres refugiados que se desplaza huyendo de la injusticia no se ajusta precisamente a la realidad. Hay leyendas piadosas y leyendas ideológicas. Pero tienen una cosa en común: no tienen nada que ver con la realidad. Así que la Sagrada Familia tenía medios propios para vivir y no dependían de los servicios sociales egipcios. Además vivieron con toda probabilidad dentro de una comunidad judía de las cuales había bastantes en Egipto, posiblemente incluso en la casa de un familiar.

Pero volvemos al capítulo más triste de todos: cuando Herodes finalmente controlaba de nuevo la situación, mediados de enero del año 1aC, ya era tarde tanto para detener a Jesús y su familia y a los magi. Ambos habían escapado en direcciones opuestas.

Al rey le quedaba solo una opción: matar a todos los niños “sospechosos” que habían nacido en un espacio de tiempo de unos dos años en Belén para curarse en salud. Los niños de Belén se convirtieron de esta manera en los primeros de una larga lista de personas que murieron por causa de Jesucristo.

Pero como dice el refrán: a cada cerdo le llega su San Martín. Según nos relata Josefo, Herodes murió poco antes de la fiesta de la Pascua (véase capítulo 3 de esta serie). El dragón se había parado para tragar al niño. Pero se había atragantado (Apocalipsis 12:1-4).

Feliz Navidad de mi parte a todos los lectores de Protestante Digital.

 

Notas

[1] Flavio Josefo Antigüedades 17,6,1-4

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - ¿Cómo se para una estrella?