Conformarse con las bendiciones

Necesitamos trabajar en la creación de una contracultura: una nueva escala de valores ayudando y sirviendo a los demás, sin buscar el provecho propio en primer lugar. Una contracultura enfocada en dar y no en recibir, en curar y no en herir.

03 DE DICIEMBRE DE 2018 · 10:00

,

Lo imposible (2012) es una producción cinematográfica española dirigida por Juan Antonio Bayona y protagonizada por Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland y Samuel Joslin. La película narra la historia real de una familia que sobrevive al tsunami que ocurrió en el suroeste asiático durante el año 2004. Una de las imágenes más impresionantes del film es cuando Lucas, el hijo mayor de la familia, recorre el hospital al que le llevaron anotando los nombres de padres e hijos que están internados, buscando las relaciones entre ellos y anunciando a todos quienes son los supervivientes. Lucas hace que muchas familias se reencuentren en un “caos” de miles de heridos que desconocen su situación y no pueden ser entendidos en su idioma nativo. El ejemplo que Lucas da, ayudando a los demás en ese momento, es admirable.               

De hecho, el pequeño había aprendido de su madre lo que significaba ayudar a otros, muy pocas horas antes. Cuando la corriente de agua los arrastraba a los dos, oyeron la voz de un niño gritando. La reacción “normal” era seguir el curso del agua para salvarse, pero hicieron todo lo posible para volver atrás y ayudar al niño; pusieron en riesgo su propia vida para salvarle.  

Muchas veces pensamos que tenemos derecho a la felicidad, y es cierto. Luchamos para cumplir nuestros sueños y alcanzar aquello a lo que queremos llegar, y ese es uno de los objetivos que todos buscan en nuestra sociedad posmoderna… pero eso no lo es todo en la vida. Incluso, en muchas ocasiones, en las iglesias los mensajes tienen que ver con nuestra autoestima y la fe en uno mismo, con alcanzar lo que deseamos y los sueños que Dios tiene que cumplir, etc. olvidando que la vida no se trata de nosotros, sino de Dios. 

¡El objetivo de nuestra vida es glorificar a Dios y disfrutar con Él siempre! Si no vivimos así, perdemos la belleza de nuestro Señor, porque termina gustándonos más lo que el mundo ofrece, o incluso las bendiciones que Dios nos ha dado. Imagínate que cuando le regalas algo tus hijos porque los amas, en lugar de decir “Muchas gracias ¡te quiero mucho! Ven a jugar conmigo” ¡Pasan su tiempo divirtiéndose con todo lo que les has dado y se olvidan de hablar contigo!                    

Necesitamos trabajar en la creación de una contracultura: una nueva escala de valores ayudando y sirviendo a los demás, sin buscar el provecho propio en primer lugar. Una contracultura enfocada en dar y no en recibir, en curar y no en herir. Crear e imaginar, en lugar de copiar: la contracultura del crucificado para perdonar, y la gracia para amar. La contracultura de la honestidad y la sinceridad frente a la corrupción, el engaño y la mentira.

“Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos.” (Gálatas 6:9) Somos felices cuando vivimos en esa “contracultura” No dejes que nadie te engañe, porque Dios nos diseñó para vivir en lo admirable y sublime; El nos fortalece siempre para ayudar a los demás.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Conformarse con las bendiciones