Hombres de poca fe

Cuatro temores que nos pueden convertir en personas de poca fe.

08 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 09:54

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Hay cuatro ocasiones en el evangelio de Mateo en las que aparece la expresión ‘hombres de poca fe’ en labios de Jesús. Casi se trata de una expresión exclusiva de Mateo, porque sólo en una ocasión aparece en Lucas. La frase la pronuncia Jesús a modo de reprensión, yendo dirigida a sus seguidores y define bien el estado de pobreza de su confianza en Dios, que cuando necesita ser ejercida se muestra en toda su debilidad. En las cuatro ocasiones la frase surge a consecuencia de un temor que se ha hecho dominante, hasta el punto de que la fe queda mermada. La reprensión ‘hombres de poca fe’, aunque tiene una parte de reprimenda, no es una palabra de rechazo, sino de exhortación para salir de ese estado de precariedad en lo que respecta a nuestra confianza en Dios. Los cuatro temores que comprometen esa confianza son los siguientes:

 

1. El temor por el afán (Mateo 6:30).

Se trata de uno de los temores más extendidos y tiene que ver con las necesidades básicas de la vida. La palabra afán significa ansiedad, obsesión y sucede cuando lo material es lo único que importa. Pareciera que el afán sería propio de una sociedad como la del tiempo de Jesús, basada en una economía de supervivencia. Pero lo cierto es que en la sociedad de la abundancia y del bienestar el afán también está presente. En el primer caso, por la obsesión sobre qué se va a comer mañana. En el segundo caso, por la obsesión sobre qué va a pasar mañana con el bienestar conseguido. Por tanto, hoy, como ayer, el temor por el afán sigue haciendo estragos. Si esta reprensión de ‘hombres de poca fe’ por el temor del afán la hubiera pronunciado Salomón, tendríamos todo el derecho de rebatirla, porque un hombre como él lo tenía todo a su disposición. O si la hubieran pronunciado Abraham o Job, en su etapa de prosperidad, también dudaríamos de la validez de su reprensión, al estar bendecidos abundantemente en lo material. Pero quien la pronuncia es aquél que no tenía dónde recostar la cabeza. Y es él mismo quien nos proporciona el remedio, poniéndonos como ejemplo las criaturas más insignificantes, que reciben del Creador lo preciso, y haciéndonos ver lo inútil y dañino que es el afán. ‘Hombres de poca fe’ por el temor del afán, denota la escasez de conocimiento de quién y cómo es nuestro Padre.

 

2. El temor por el peligro (Mateo 8:26).

Que el peligro genera temor es evidente y lógico, porque nos deja vulnerables y puede suponer la pérdida de lo más preciado, incluso la vida. Es una amenaza que quiebra nuestra seguridad y nos asusta con las peores expectativas. Los hombres a los que Jesús dirigió la reprensión ‘hombres de poca fe’ no eran hombres que se asustaran por cualquier cosa, en el lugar donde él pronunció esa palabra. Estaban en el mar de Galilea, un escenario que les era muy familiar, porque allí habían estado pescando toda su vida. Habían pasado por tormentas antes y eran hombres curtidos. Pero la tempestad que se levantó era tan grande que nunca habían visto nada igual. Y mientras ellos están aterrados, Jesús está durmiendo. A veces se ha explicado este dormir de Jesús como una de las pruebas de su auténtica humanidad. Está cansado y necesita dormir. Es un ser humano como nosotros. Pero ¿qué ser humano puede conciliar el sueño, mientras la barca se debate entre furiosas olas  y rugientes vientos? Hay algo más que simplemente una necesidad de sueño. Y ese algo más radica precisamente en su naturaleza divina, imperturbable e inmutable, ante lo que para nosotros es abrumador. Lo que para nosotros es el final, para él no es nada. Los expertos, desesperados; Jesús, descansado. ‘Hombres de poca fe’ por el temor al peligro, denota la escasez de conocimiento de quién y cómo es Jesús.

 

3. El temor por la duda (Mateo 14:31).

Las aguas en la Biblia pueden tener el significado de impedimento o incluso de riesgo mortal, unas veces de forma simbólica y otras literal. David se refiere a las corrientes de aguas, simbolizando el mal, que quieren engullirlo. Y las aguas fueron el impedimento natural que cerraba el paso a los israelitas para salir de Egipto y para entrar en Canaán. En todas esas ocasiones, hubo salvación de las aguas de parte de Dios. Pero una cosa es ser sacado de las aguas o pasar indemne por entre las aguas y otra muy distinta es andar sobre las aguas. Que Jesús ande sobre las aguas es natural, porque fue él quien las creó y por tanto no está sujeto a ellas. Pero lo asombroso es que Pedro lo esté haciendo. Y lo está haciendo no por su propio poder o virtud, sino por la palabra de Jesús. En tanto confía en su palabra camina sobre el mar. En el momento que pone su mirada en el viento y los elementos, se hunde, porque la duda ha echado fuera la fe. La duda ha hecho presa en su corazón y ha generado el temor. Y con el temor viene el hundimiento. ‘Hombre de poca fe’ por el temor debido a la duda, denota el abandono de la confianza en la palabra del que nos dice: Ven.

 

4. El temor por la falta de entendimiento (Mateo 16:8).

El recto entendimiento y la fe se retroalimentan entre sí, pero la falta de entendimiento espiritual es enemiga de la fe. Por su falta de entendimiento los discípulos de Jesús convierten un hecho sin importancia, la falta de pan, en un asunto mayor, perdiendo de vista que quien alimentó a cuatro mil con siete panes, no está en problemas porque a ellos se les olvidara tomar pan para la travesía. Pero además, la falta de entendimiento también hace perder de vista la auténtica verdad tras las palabras de advertencia de Jesús, respecto a la levadura de fariseos y saduceos, es decir, sobre su doctrina. Fariseos y saduceos tenían ideas muy opuestas entre sí sobre muchas cuestiones, pero coincidían en una sobre Jesús, a quien exigían una señal para creer en él. El hombre en su estado natural quiere imponer a Dios las condiciones para creer. Cuando hagas esto o aquello, entonces creeré. Es la criatura exigiendo al Creador los requisitos. Es el culpable imponiendo al juez su criterio. En eso radicaba el peligro de la enseñanza de fariseos y saduceos. Pero los discípulos pensaron, con temor, que Jesús les amonestaba por no haber traído pan. ‘Hombres de poca fe’ por el temor debido a la falta de entendimiento, denota el desvarío al que lleva malinterpretar las palabras de Jesús.

Cuatro temores que nos pueden convertir en hombres de poca fe. Pero la reprensión que Jesús nos dirige no tiene como propósito desecharnos, sino inducirnos a dejar de ser hombres de poca fe.

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