Mi hogar

Puede que nos cueste soltar amarras pero debemos extendernos hacia aquello que nos aguarda.

02 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 16:08

,

Para el hombre, como para el pájaro, el mundo ofrece muchos sitios donde posarse, pero nidos solamente uno: su hogar. Oliver Wendell Holmes

El tiempo es untuoso, resbaladizo como un pez entre las manos.

Lo que hoy es presente viene a ser pasado en cuanto cerramos y abrimos los ojos. El futuro es desconocido, habita rodeado de neblina y nos resulta imposible saber que contiene.

El pasado es lo único que nos pertenece, la esperanza de vida eterna aquello que esperamos.

Podemos hacer y deshacer maletas, ir de un lugar a otro buscando ese rincón idílico donde habitar, ese lugar que nos dará asilo permitiéndonos vivir capítulos nuevos en nuestra historia. A veces rodamos de aquí para allá sin saber cuál será nuestra próxima parada. Lo cierto de todo esto es que la vida no solo se compone de ayer y de mañana, se centra más en el ahora, en esos instantes que nos acunan ofreciéndonos trazos de felicidad.

No importa donde estemos, a qué lugar nos lleve el viento, lo realmente significativo es que sepamos advertir que el hogar está allí donde habitan los seres a quienes amamos, cuando encontramos refugio en los brazos de esos seres especiales que comparten nuestro día a día, ese espacio cómodo o incómodo, grande o pequeño, bonito o carente de belleza pasa a convertirse en un hogar, un plácido espacio en el que amar y ser amado.

La vida nos depara sorpresas, a veces nada gratas, pero he aprendido a través de mi travesía por este mundo, que todo cuanto nos rodea está trazado por la mano de Dios, un ser grande en misericordia que siempre quiere lo mejor para nosotros.

Hoy puede que nos cueste soltar amarras, dejar atrás lo que durante tantos años hemos cultivado, pero debemos extendernos hacia aquello que nos aguarda, lo que nos espera, hacia esas personas que hoy para nosotros no poseen nombres propios pero que de seguro muy pronto comenzarán a formar parte de nuestras vidas.

Así que no limitemos nuestro vuelo, pongamos rumbo hacia ese lugar que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros. Aportemos vida en otras vidas y de seguro que en poco tiempo habremos descubierto que nuestro verdadero hogar está donde anida nuestro corazón.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - Mi hogar