Que salgan los talentos de sus tumbas

Jesús no es el profeta de aquellos que, con sus tumbas para sepultar en ellas talentos hacen que aumenten los desequilibrios, los sufrimientos y los desiguales repartos.

24 DE JULIO DE 2018 · 16:00

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Los talentos que Dios nos ha dado son para usarlos. Desgraciadamente, muchos cristianos en el mundo se convierten en enterradores de sus propios talentos. No los trabajan, los hunden bajo un manto de indiferencia. La parábola de Jesús en relación a cómo trabajar nuestros talentos y no enterrarlos, sigue siendo de mucha actualidad.

Que salgan los talentos de sus tumbas. Existen los enterradores de sus propios talentos. Por eso, hay dos fenómenos negativos en el mundo, dos escándalos de la humanidad en la que se pueden ver implicados muchos llamados cristianos: la pobreza de más de media humanidad y los que, dando la espalda al dolor de los hombres, entierran sus talentos. Son cristianos pasivos y sin visión para con el prójimo. A estos últimos todo les será quitado. Sus talentos se pudren en la inoperancia.

Que salgan los talentos de sus tumbas. Salid de vuestros nichos de muerte, talentos no trabajados. Muchos se construyen tumbas para sus propios talentos, los que el mismo Dios les ha dado. En lugar de ponerse a trabajar en líneas solidarias diacónicas a favor del prójimo necesitado, teniendo capacidad de ayuda, poseyendo claras posibilidades de tender una mano a los desheredados de la tierra, les dan la espalda. Están sepultando sus talentos en tumbas negras y oscuras.

A los indiferentes: Trabajad los talentos enterrados. Muchos no saben, o no quieren trabajarlos, no les sacan ningún rendimiento. Van a lo suyo de forma egoísta introduciendo su cabeza en las propias tumbas que han cavado. Es como si no tuvieran nada. Dice la Biblia que aún lo poco que tienen les será quitado. Se quedarán con las manos vacías. Quizás sean arrasados de la faz de la tierra.

Sepultamos lo que el prójimo necesita de nosotros. Es necesaria la resurrección de los talentos de los cristianos. Por eso, una de las líneas bíblicas importantes es el estar a disposición del hombre que nos necesita. Jesús dedica al tema de la projimidad muchísimo espacio hasta comparar como semejantes el amor a Dios y al prójimo. La expresión de Jesús de que “al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado”, aparece en muy diferentes contextos en los Evangelios en esta línea de que los talentos que Dios les ha dado los han enterrado egoístamente y buscando la comodidad. Es un aserto machacón, que vuelve continuamente.

Que salgan fuera los talentos encadenados. No sepultemos nuestras posibilidades. Hay continuas llamadas al servicio, a la ayuda, a la búsqueda de la justicia y el trabajo por una mejor redistribución de los bienes del planeta tierra entre todos los humanos. Sin embargo, hoy, desgraciadamente, podemos comprobar que muchos que tendrían grandes posibilidades de usar sus talentos, de trabajarlos por el bien del prójimo, no lo hacen, sino que cavan profundos sepulcros que los cubren con indiferencias que conducen a la muerte eterna. Prefieren enterrarlos.

Si trabajáis vuestros talentos, estos resucitarán. ¿Por qué, ante las continuas llamadas de Jesús a la ayuda al prójimo, ante todo el pecado y lo inhumano que mantiene las estructuras de maldad y las socioeconómicas, que marginan a los débiles del mundo, no ponemos a trabajar los talentos que Dios nos ha dado para que podamos ser manos tendidas de ayuda?

Desenterrar los talentos y ponerlos a trabajar, tiene premio. Jesús premia a los que ponen sus talentos a trabajar y se los multiplica para que sean más efectivos en su trabajo a favor del prójimo. Jesús no es el profeta de aquellos que, con sus tumbas para sepultar en ellas talentos hacen que aumenten los desequilibrios, los sufrimientos y los desiguales repartos que culminan en que sobre esas tumbas reine la injusticia por la omisión de la ayuda de los propios seguidores del Maestro.

A veces construimos tumbas, sepulcros, a veces sólo blanqueados por fuera como fachada hipócrita, en donde sepultamos nuestras responsabilidades para con el prójimo, mientras que intentamos mirar hacia arriba sin éxito. Se aseguran de tener bien guardados sus talentos en panteones de lujo y buscan a un Dios que no les escucha, que no puede responderles ni agradarse en sus alabanzas. Leed a los profetas.

Hay que destruir todas esas tumbas, esos fríos sepulcros y hacer que emanen de allí los talentos que hemos enterrado, que resurjan a la vida para actuar en amor, en solidaridad, en justicia. Si no, seremos cristianos que sólo miran su propio ombligo, su propia panza.

¡Que salgan los talentos de esas tumbas en las que fueron enterrados para actuar en un mundo injusto y de dolor! Rompamos los velos religiosos, que no cristianos, que nos cercenan la responsabilidad, que nos mantienen en una inactividad que, engañosamente, a veces creemos que es un relax y una bendición. Cuidado no se vayan a convertir en sentimientos necrotizantes de nuestra propia responsabilidad para no sentirnos interpelados por el dolor del prójimo sufriente.

No nos fabriquemos tumbas para guardar, en lugar seguro, nuestros talentos, nuestras habilidades, nuestras solidaridades y responsabilidades. Busquemos la vivencia de una espiritualidad cristiana solidaria ante un mundo injusto que necesita de profetas que clamen por justicia.

Si enterramos nuestros talentos en tumbas blanqueadas y bellas sólo externamente, como fachada hipócrita, nos quedaremos con la vivencia de una espiritualidad insolidaria, indiferente, raquítica, cómoda y nos lanzaremos ciegamente a meter la cabeza en esos agujeros oscuros en los que sólo se encuentran los rituales religiosos, fiestas y preceptos, sacristías y púlpitos de espaldas al sufrimiento de los heridos y marginados del mundo.

Destruyamos las viejas tumbas. Rompamos, pues, todos los sepulcros donde algunos, por comodidad e indiferencia, han enterrados sus talentos. Si no, Dios nos lo quitará, cumpliendo el aserto bíblico de que “al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado”.

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