Te invocamos, Dios sufriente

Invocamos al Dios crucificado sabiendo que, a su vez, es el Dios Omnipotente que, sin lugar a dudas es también bondad.

17 DE JULIO DE 2018 · 15:00

,

¿Te has preguntado alguna vez si te atrae más el Dios Todopoderoso o el Dios Sufriente? ¿De quién te sientes más cercano? Esto no quita nada a que todos consideremos que el Dios Todopoderoso es el mismo que el Dios que sufre con sus criaturas. Dios lo es todo y nunca pierde sus atributos. No, no se trata de poner en prioridad un concepto u otro, sino pensar si hoy, en medio de tantos sufrimientos, racismos, despojos y corrupciones, el presentar al Dios sufriente en medio de un mundo de dolor, tendría una mayor recepción por parte de nuestros coetáneos.

El mundo sufre con un nivel de sufrimiento que aumenta cada día más. Los medios de comunicación nos llevan los problemas del mundo cuando estamos sentados a nuestra mesa. Podemos ver pobres cada vez más pobres, excluidos de los bienes sociales, las pateras, las marchas de los refugiados con niños y ancianos, personas que parecen no tener un lugar en el mundo, niños trabajadores que no acceden a la capacitación de ningún tipo, los apaleados y marginados de la historia. Dios en medio de ellos, sufriendo junto a ellos, apelando a los cristianos con su frase icono de su bondad: “por mí lo hicisteis”.

¿De qué aspecto de Dios te sientes más cercano? ¿Del Dios Todopoderoso o del Dios sufriente? Sin duda que el Señor está ahí, esperando el cumplimiento de los tiempos, para separar el trigo de la cizaña para quemar la maldad que se inserta en los cuerpos y mentes de muchos humanos. Él tiene su tiempo. Él dará la respuesta.

Lo sé, lo sé. El Dios Omnipotente, el Todopoderoso existe y está ahí. Nada se escapa de su control, pero ¿no nos sentimos inclinados a invocar al Dios sufriente en medio de tanta tragedia y escándalo humano?

¿A quién entenderá mejor tanta humanidad lacerada? Más de media humanidad en pobreza hasta llegar al horror del mundo de los hambrientos. Unos mil millones de humanos. Señor: ¿Cómo los ves tú: desde tu fuerza todopoderosa, o desde tu sufrimiento? ¿Identificamos al Dios sufriente en los apaleados del mundo? ¿Nos sentimos impelidos a invocar al Dios sufriente?

Podemos hacerlo: Señor, Dios sufriente, te invocamos en medio de la angustia del mundo. Sabemos que tú no eres indiferente al dolor de tantos sufrientes, tantos despojados, tantas víctimas del egoísmo humano. Te invocamos ante el dolor del mundo. Te invocamos ante la injusticia y la opresión. Te invocamos ante tanta falta de misericordia.

Nosotros, Señor, ni siquiera ponemos en tela de juicio el concepto de la teodicea del Dios Omnipotente. No es incompatible este concepto con el invocar o hablar del Dios sufriente. Sabemos que sufres con tus criaturas. Recordamos la frase de Jesús: “Por mí lo hicisteis”. Podemos hablar de tu poder en medio de tanto escándalo humano, de tanto dolor, de tanto abuso… aunque los montes temblaran y se deshicieran, aunque el grito de dolor humano suene en todo el universo. Creemos en ti, Dios Todopoderoso, Dios Sufriente. Eres el mismo, pero te invocamos como el varón de dolores, el experto en sufrimiento.

Quizás, Señor, lo que ocurre en medio de tanta tragedia humana, es que nos puede parecer más fácil o más idóneo invocar tu nombre como el Dios sufriente, aquel que se pone al lado de los que están en el no ser de la exclusión, del dolor, de la enfermedad grave. Sabemos que aún hoy, desde tu trono de gloria, eres sensible al sufrimiento de tantos inocentes sacrificados en el altar del consumo desmedido, de la acumulación injusta, del desigual reparto de los bienes de este planeta que tú creaste. Eres sensible al sufrimiento de los enfermos, de los deprimidos, de los torturados. Eres el sumo sacerdote que pasaste por nuestras miserias y dolores.

Quizás por eso, sin olvidar tu poder y sin querer manejar tus tiempos, queremos invocar al Dios sufriente, al experto en sufrimiento, al quebrantado y molido por nuestros pecados, al que puede comprender el dolor del mundo. Invocamos al Dios crucificado sabiendo que, a su vez, es el Dios Omnipotente que, sin lugar a dudas es también bondad.

Señor, queremos invocarte ante las oleadas de refugiados, ante los miles de millones de pobres de la tierra, ante los niños y mujeres abusadas por las mafias, ante los torturados y apaleados de la vida. Tú que tanto sufriste, no te olvides de los sufrientes de este mundo.

¿Cómo se puede entender la omnipotencia de un Dios que sufre con las víctimas del mundo? Te invocamos, Dios sufriente. Queremos hacerte cercano a nuestros dolores, a nuestra hambre, a tantos niños, mujeres y, también, hombres abusados por aquellos que se quieren llamar a sí mismos poderosos… pero no son el Todopoderoso. Sus fuerzas son un ridículo ente el auténtico poder de un Dios omnipotente que es capaz de sufrir con sus criaturas. Podemos decir: Dios omnipotente, Dios sufriente.

Señor Jesús, tú que fuiste humano. Queremos humanizarte en medio del sufrimiento y del dolor de los hombres. Un Dios contextualizado en medio de un mundo de dolor: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades...”. Lo dice tu palabra, la Biblia en donde tú hablas a los hombres. Además, cosa curiosa, nos dices que tu poder se perfecciona en la debilidad. Bástenos tu gracia, Dios sufriente, al cual invocamos hoy. No te olvides nunca de los perdedores del mundo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Te invocamos, Dios sufriente