Adiós, veneno

Se trata, tan sólo, de que no piensa volver a casa y para no dar lugar al arrepentimiento, al salir del portal ha tirado la llave a la primera alcantarilla que le vino al paso.

06 DE JULIO DE 2018 · 10:00

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Ahí va, con la cabeza en alto. No es la primera mujer que lo hace ni será la última. Camina tirando de su maleta bien visible, ahí lleva sus pertenencias. Porta, además, en su espalda, una mochila invisible, la del dolor, los recuerdos, los malos tratos, los golpes, los desprecios, la baja autoestima. En estos momentos ella sabe cuál de las dos le pesa más y le hace más daño.

Ajenos a su vida y su destino, unos transeúntes acompasan sus pasos a los de ella durante unos metros de camino. Otros se detienen junto a su cuerpo en el semáforo. Con el cambio de luces, cada cual continúa a lo suyo, mirando al frente, sin reparar en nada. A nadie le importa de donde viene y hacia donde va esa mujer tan cargada que hoy ha decidido salir de casa hacia otro destino diferente al que hasta ahora le han ido marcando.

Ahí va, con la cabeza en alto. No es la primera mujer que lo hace ni será la última que ejecuta esta acción. Para ella hoy comienza el final de su tortura, la tortura del maltrato. Al menos lo intenta, por ella no queda. Contra viento y marea, una incipiente ilusión intenta anidar en sus adentros. A ella se agarra con la poca fuerza de que dispone. Sigue caminando. Durante mucho tiempo las soluciones que encontraba no le sirvieron para nada.

No, no va de viaje aunque es lo que aparenta. No va de vacaciones como algunos pueden pensar al verla. Se trata, tan sólo, de que no piensa volver a casa y para no dar lugar al arrepentimiento, al salir del portal ha tirado la llave a la primera alcantarilla que le vino al paso. Ha dicho adiós a la convivencia envenenada que su hombre la obligaba a beber cada día. Siente una gran incertidumbre, pero ya no soportará más tortura. Se ha informado bien. Ha contactado con diferentes asociaciones que van a apoyarla. Se dirige ahora hacia la comisaría, arrastrando sus bienes más imprescindibles. Pondrá primero una denuncia formal y luego, luego Dios, reflejado en las caras de gente entendida en este tema, dirá cuál es el siguiente paso a dar.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Adiós, veneno