“Sólo quiero estar contigo”

Lo mejor que recibimos de Dios es su presencia: estar con él, vivir con él, saber que nos cuida, que es nuestro Padre.

21 DE MAYO DE 2018 · 08:00

,

Algunos dicen que fue el mejor piloto de Fórmula 1 de todos los tiempos. Desgraciadamente, falleció en un accidente en un gran premio, pero su memoria pervive en los recuerdos de los aficionados. El brasileño Ayrton Senna vivió muchas dificultades en los últimos momentos de su vida, a pesar de ser el campeón del mundo: «En los últimos años he tenido experiencias infernales y he vivido rodeado de incomprensión, pero en esos momentos Dios es quien me ayuda y fortalece».

 Dios es el que marca la diferencia, pero no solo por todo lo que nos da, por habernos salvado o por regalarnos una vida para siempre. Lo mejor que recibimos de Dios es su presencia: estar con él, vivir con él, saber que nos cuida, que es nuestro Padre. Tener la certeza de que siempre está con nosotros.

La mayor bendición de Dios es él mismo.

En la misma esencia de Dios encontramos lo mejor de la vida: amor, paz, justicia, gracia, amistad, sanidad, alegría, misericordia, compasión, conocimiento, ayuda, bondad, cariño, amistad, fe... Podría escribir cientos de cualidades diferentes y todavía me quedaría corto, porque Dios es inmensamente bueno. Estas son las mismas cualidades de Dios, de tal manera que si le tenemos a él, lo tenemos todo. Esa es la razón por la que conocerle, leer su Palabra, pasar tiempo a solas con él, orar, adorarle... es lo más importante en nuestra vida. Cuando nos acercamos a Dios nos llenamos siempre de lo mejor que existe.

Aprendí esa lección con mi primera hija, Iami, y la misma lección se repitió con las dos siguientes: Kenia y Mel. Muchas veces vienen a abrazarme porque solo quieren estar conmigo. No quieren nada, no me piden nada, no necesitan hablar. Simplemente me dicen: «Eres el mejor papá del mundo, y quiero estar contigo». Nuestro Papá en los cielos es inmensamente mejor que nosotros, así que cuando le escuchamos, cuando estamos con él, cuando no necesitamos nada, sino que simplemente queremos abrazarle, disfrutamos de su presencia y nuestra vida se llena de gloria. Llegamos a ser un reflejo de su carácter.

Sabiendo todo esto, resulta incomprensible que tantas veces pasemos horas enteras en nuestro trabajo, viendo la televisión o con nuestro ordenador, jugando a no sé qué... y no seamos capaces de disfrutar en la presencia de Dios. Es normal que nos parezcamos más a otras cosas que a él.

El Señor Jesús dijo que donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón. Sabemos dónde está cuando hablamos, pensamos, vivimos... Si no nos volvemos a Dios, es porque nuestro corazón no le ama. Necesitamos aprender a estar con el Señor en todo momento. Venir a su presencia para desnudar nuestro corazón y para escucharle. Su amor por nosotros sigue siendo impresionante: «¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré» (Isaías 49:15).

¿Ves lo que te estás perdiendo?

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - “Sólo quiero estar contigo”