La inflexible intolerancia

Se hace urgente una iglesia dialogante, porque, como se sabe, el diálogo es el fundamento de la paz.

19 DE ABRIL DE 2018 · 08:00

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“El mero conocimiento no es sabiduría. La sabiduría sola tampoco basta. Son necesarios el conocimiento, la sabiduría y la bondad para enseñar a otros hombres”

Héctor Abad Gómez

Fue Tertuliano, el célebre teólogo cristiano nacido en África en el siglo II, quien llevado por un arrebato de intolerancia expresó en cierta ocasión: “Todos los que no piensan como nosotros están locos”. A este Padre de la Iglesia se le reconoce haber formulado la doctrina acerca de Jesucristo y de la Trinidad, además de fomentar el desarrollo de la teología sistemática para la naciente iglesia cristiana. En la historia de nuestra fe, Tertuliano ocupa puesto destacado. Pero, como casi siempre ocurre con todos nuestros héroes (así, en masculino) de la fe, tuvo también sus desaciertos: en lo teológico, jamás se pudo despojar de su influencia estoica y fue un declarado montanista (grupo espiritualista de los primeros siglos). Dio claras muestras de ser una persona intransigente y legalista.  En una ocasión declaró que Aristóteles era un miserable. En otra trató con sarcasmo e ironía a quien después sería su líder espiritual -Montano, el mismo que antes había combatido con tanto ardor-, y siempre fue implacable con los enemigos de la fe a quienes destruía con su lógica inflexible.  Con sobrada razón, este que fuera uno de los más grandes apologetas cristianos, fue considerado “azote de los herejes y campeón de la ortodoxia”, de “espíritu legalista y autoritario” (C. Dawson. Los orígenes de Europa).

Al decir de Óscar Margenet, para Tertuliano “…la moderación era imposible; iba a los extremos tanto en el odio como en el amor, en lenguaje como en pensamiento; pero todo acto o palabra de su parte, era el resultado de profundas convicciones, y estaban animados por lo que sólo puede dar vitalidad a los esfuerzos del espíritu humano - un sincero ardor y pasión por la verdad” (Protestante Digital, 2017).

En cuanto a intolerancia, hoy, los seguidores de Tertuliano siguen vigentes y no son pocos. Abundan los que con intransigencia quieren imponer sus puntos de vista doctrinales (algunos se hacen llamar apologetas) y difundir sus nuevas causas electorales (las que, según ellos, abanderan por lealtad a los valores cristianos).  ¡Como si la fe se impusiera de esa manera, y como si la defensa de las causas cristianas significara el menosprecio y el maltrato de los demás! 

Estos “tertulianistas” modernos (parecidos a él sólo en su terquedad, más no en su profundidad académica) se pueden escuchar en las redes sociales vociferando sus ideas y pidiendo al cielo que descienda fuego sobre los que no creen como ellos. Insultan, condenan, ultrajan, imponen y mandan a callar a los demás. También se escuchan en los púlpitos cristianos predicando sus verdades e infundiendo terror a sus oyentes. Esta fe impuesta en nada se parece a la que enseñó Jesús (Lucas. 9: 49-50). 

En un mundo en el que los radicalismos y la intolerancia están en auge, nuestra fe está llamada a dar testimonio de respeto en medio de las diferencias teológicas; de humana convivencia con quienes no afirman igual fe; de fidelidad radical a la fe, sin exaltaciones sectaritas. Se hace urgente una iglesia dialogante, porque, como se sabe, el diálogo es el fundamento de la paz. De esa paz damos testimonio quienes seguimos al Príncipe de Paz (Isaías 9:5).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Actualidad - La inflexible intolerancia