En tu mano están mis tiempos

Hoy, es primavera y no voy a permitir que el futuro me robe el presente, que lo porvenir haga estragos en el ahora.

09 DE ABRIL DE 2018 · 15:31

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La primavera se va desperezando entre nubarrones y charcos. Posicionándose en el lugar que debe ocupar, secando con su lento palpitar las mil gotas que cubren la yerba formando una capa de jugosa agua.

El verdor aparece en los campos donde se fusiona el amarillo de los jaramagos con el rojo intenso de las frágiles amapolas. Las tardes se alargan, el ocaso anaranjado palpita en el horizonte. El mar deja de estar enfadado y vuelve a regalarnos la placidez de su bambolear de olas rompiendo con exquisitez en la orilla, salpicando el aire con aroma a salitre y algas.

Me gusta esta estación, un espacio de tiempo que resulta demasiado fugaz en este rincón del sur donde el calor no tardará en llegar y apremiarnos con su erizado fragor de fuego.  

Quiero repeler la modorra, el desatino que estos días de lluvia ha dejado en mí. No soy mujer de agua, soy criatura nacida de luz y con una necesidad apremiante de sol, de paseos al aire libre, de cafés en luminosas terrazas, de lectura frente al mar.

Me gusta la primavera, el golpeteo suave de una brisa serena que te recuerda que el invierno ya pasó y la estación de la canción ha llegado.

Es fácil preparase para dar la bienvenida a una estación tan proclive a la escapada, al sanísimo placer de observar, de oler, dejando que tu cabeza se sature de efluvios nuevos ansiados durante el invierno y rememorados en tantas tarde frías aderezadas de lluvia.

Hoy me muestro ante esta nueva época coronada de ganas por delinear estampas que me devuelvan los matices que el invierno ha marchitado. Ganas de cruzar puentes para alcanzar otras orillas donde sé que me aguardan nuevas aventuras por vivir.

Quiero desanudar las soga que me ata y extender mis alas hacia todo lo que está delante; un mañana esperado que quiero abrazar sin miedo.

Quedaron atrás los días lóbregos, las salas frías de hospital, la permanente duda, el silencio.

Pasó  el control exhaustivo, el medicamento en periodo de prueba, el dañino desconocimiento.

Ahora solo queda seguir blandiendo la fe como única arma útil es esta ardua batalla.

Sé que nada ha concluido, estamos en periodo de tregua, aun así, me aferro fuertemente a Él, es la única forma de mantenerme firme y poder saborear la efímera victoria en una cruzada inacabada.

Llegarán nuevos inviernos, oscuros días en los que las lágrimas tardarán en secarse.

Pero hoy, es primavera y no voy a permitir que el futuro me robe el presente, que lo porvenir haga estragos en el ahora. Hoy es un día hermoso, nuevo, plagado de luz y voy a vivirlo intensamente, coloreando mis palabras para que transmitan con sencillez y veracidad la alegría que hoy inunda mi vida, mi hogar.

En tu mano Señor están mis tiempos. En ti descanso .

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