El idioma castellano del siglo XVI y los protestantes españoles (I)

Los protestantes españoles que tradujeron al castellano las Sagradas Escrituras influyeron poderosamente en la lengua.

26 DE MARZO DE 2018 · 17:37

,

 

El idioma castellano del siglo XVI y los protestantes españoles (I)

Se ha dicho, no sin razón, que "Lizarraga es para el euskera... como Shakespeare para el inglés, como S. Jerónimo para el latín... como Lutero para el alemán." Podríamos añadir que los protestantes españoles que tradujeron al castellano las Sagradas Escrituras (Pineda, Encinas, Casiodoro de Reina o Cipriano de Valera) influyeron poderosamente en la lengua. El protestante Joanes Leizarraga tradujo el Nuevo Testamento al euskera en 1571 y por estas fechas la Reforma española tenía en sus filas brillantes escritores, teólogos e historiadores. Además, los filólogos y gramáticos protestantes enseñarán por toda Europa los ricos matices que va adquiriendo el castellano que en este siglo no será la lengua del Quijote de Cervantes (que es del siglo XVII), sino la del Lazarillo de Tormes obra adjudicada últimamente a Francisco de Enzinas y anteriormente a Alfonso de Valdés.

Desde Juan de Valdés hasta Juan Calderón han sido muchos los protestantes que han estudiado los entresijos de la lengua española, la han purificado y le han dado esplendor. Muchos filólogos, traductores, gramáticos y escritores que desde el siglo de Oro hasta el de Plata supieron referirse al idioma que nacía, como si en vez de vulgar ya fuera culto y refinado. Sin embargo, se han dosificado en exceso los merecidos elogios a nuestros lingüistas protestantes y a veces se le han ponderado con lastima al etiquetarlos de herejes. Aunque solo sea para que nos suenen los nombres haré una somera relación de autores con sus obras.

Juan de Valdés con su Diálogo de la lengua, Francisco, Juan y Diego de Enzinas con sus infinitas traducciones. Francisco de Enzinas recorrería también Inglaterra con una carta de recomendación de Melanchton para el arzobispo de Cantorbery, Crammer,  y en 1548 obtendría la cátedra de griego de la Universidad de Cambridge, que ostentó durante dos años, volviéndose a Estrasburgo donde publicó varias traducciones de los clásicos. 

Antonio del Corro, con sus Diálogos y la Gramática, Alfonso de Valdés o Francisco de Enzinas con su Lazarillo de Tormes, Juan de Luna con la segunda parte del Lazarillo, quien además tiene una Gramática. 

El exilio forzoso en Londres de Casiodoro de Reina, de Cipriano de Valera en Inglaterra, este como predicador y “Scoolmáster” y Reina fundando una congregación de españoles, provocaron que las imprentas londinenses sacasen a la luz traducciones del Nuevo Testamento (1596) Dos Tratados (1588) Instituciones de Calvino (1596) el Católico Reformado de W. Perkins(1599) el Catecismo calvinista(1596) o el Aviso contra los jubileos Romanistas (1600) o el Diálogo de las cosas ocurridas en Roma de Alfonso de Valdés en cuya traducción al inglés trabajó en sus últimos días del Corro y que es considerada “dechado de lo más insigne de la prosa española del siglo XVI.”

 

El idioma castellano del siglo XVI y los protestantes españoles (I)

La Gramática Castellana de Cristóbal de Villalón, que, aunque posterior a la de Nebrija, el Licenciado Villalón aplica por primera vez al español las nuevas estrategias didácticas de las gramáticas hebreas contemporáneas, que por entonces fascinaban a los humanistas europeos tanto o más que las fuentes grecolatinas tradicionales”. Juan de Jarava con sus traducciones. Jacques de Bela con diccionario y gramática vasca. En este contexto Pedro d’Urté pasará a la historia como el autor de una Gramática vasca y haber iniciado un Diccionario que no contenía más que las tres primeras letras. Diego de la Fuente: Maestro de gramática. Juan Esteban, nacido en Jaca, era profesor de Gramática. Juan Pérez: profesor de Gramática, nacido en Olnes y residente en Calatayud, era un pariente del Doctor Egidio. Gaspar Palos, nacido en Barriana en la provincia de Valencia, profesor de Gramática y procesado por luterano en 1591 y exilado con 6 años de destierro. El catalán Perot Fares, maestro de gramática.

Tomás Carrascón se incorporó en la Universidad de Oxford presentando su grado de bachiller en teología por Salamanca, publicando “Texeda retextus”, el latino “Hispanus conversus” (El español convertido) y un opúsculo Scrutamini Scripturas. Quizás fueron todos estos trabajos y la enseñanza del español a varios súbditos de Jacobo I, los que valiesen el nombramiento de Canónigo de la catedral de Hereford y vicario de la iglesia de Blakmer. El valor de sus traducciones al español, en especial “Liturgia anglicana” o “Libro de oración común” según Hacket, es que provienen de un erudito, experto en gramática española y conocedor de los mejores autores de la lengua.

Félix Antonio de Alvarado. El libro más original es el de Diálogos Ingleses, y españoles con muchos Proverbios, y las Explicaciones de diversas Maneras de Hablar, propias a la Lengua Española, la construcción del Universo, y los Términos Principales de los (sic) Artes, y de las Secuencias. 

Pedro de Pineda. En la Introducción a su Corta y compendiosa arte para aprender a hablar leer y escribir la lengua española. María Isabel López Martínez considera que Menéndez y Pelayo no tiene apoyos para hacer la afirmación de llamarlo judío.

Martín Cordero, Juan “De la manera de escribir en castellano” 1556.− Durante esta etapa francesa se ha atribuido a Cordero la publicación de un tratado de Gramática. Hay que tener en cuenta que escribió su autobiografía en los años ochenta del siglo, con la intención de ocultar el pasado converso de su familia y su propia juventud erasmizante. (Gonzalo Sánchez-Molero, 1997, pág. 754)

Pedro Núñez Vela y Pedro Galés dos helenistas de prestigio hicieron mucha de su vida en Francia. Núñez Vela sería profesor de filología clásica en Lausana.

Quisiera detenerme en el Lazarillo de Tormes de Enzinas posiblemente editado ya en 1552-53, pero publicado en varios lugares en 1554 y en la segunda parte del Lazarillo de Juan de Luna, de la misma naturaleza realista del primer Lazarillo, que se publica esta en 1620. Cinco años antes de esta fecha última había aparecido la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, donde el Siglo de Oro tendrá su rey “El Ingenioso Hidalgo…) y su príncipe de la literatura castellana La Vida del Lazarillo de Tormes.

El autor de la Segunda parte del Lazarillo, Juan de Luna, era un toledano protestante que vivió enseñando el idioma en París y Londres, donde compuso y editó bastantes obras sobre esta materia. Al leer la Segunda parte del Lazarillo se enfureció tanto que decidió escribir otra mejor; lo cuenta en el prólogo de la suya: Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes (París, 1620), reimpresa en Zaragoza (pero París) en 1652 con variantes textuales.

Un Lazarillo -dirá Menéndez Pelayo- que es “príncipe y cabeza de la novela picaresca entre nosotros” y que la segunda parte atribuida a Juan de Luna, “cuenta bien: con chiste, con ligereza y con brío” Menéndez y Pelayo, 2007, pág. 796) Evidentemente Menéndez Pelayo se quedó con la belleza exterior de la obra, pero mejores estudios como el de Morrow revelan los valores eternos escondidos tras las aventuras del sobrevivir.

Dice Morrow: “La segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes de Juan de Luna tiene mucho más que ofrecer que su lenguaje, y está muy lejos de ser una simple “corrupción” de un clásico. Es un precioso documento histórico y literario que nos presenta los sentimientos de un marginado protestante del Siglo XVII, y nos ofrece muchos aspectos valiosos y dignos de ser estudiados, como puede ser el papel de la mujer en la sociedad de su época, la sexualidad imperante, el sarcasmo, la sátira, la ironía y el humor y la interpretación que hizo Luna del primer Lazarillo”. Estamos realmente encantados que en los últimos años hayan aparecido críticos más abiertos y objetivos, los cuales han empezado a tomar la obra en serio y esperamos que aparezcan otros que le den el mérito que merece el Lazarillo de Juan de Luna.

 

El idioma castellano del siglo XVI y los protestantes españoles (I)

Para Salvador García Castañeda La Vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, obra que como ya hemos considerado pertenece a alguno de nuestros protestantes (Enzinas, Valdés o Villalón), siendo la segunda parte de Juan de Luna, inicia el género picaresco y es el pórtico de la novela moderna, con él la literatura clásica del Siglo de Oro alcanza uno de los hitos más destacados y de mayor resonancia universal.

Dice Anshu Shekhar: La historia del “Lazarillo” es la historia del aprendizaje de un individuo y su adaptación al entorno social para sobrevivir. Al mismo tiempo es un retrato crítico de la sociedad de la época, es decir, la vida española de mediados del XVI, tanto del comportamiento individual de los personajes siempre hipócritas e interesados, como del sistema social que le obliga a ello. Dos son los temas objeto central de la crítica: El ridículo concepto del honor (la obsesión por el honor) y la religiosidad fingida. En la novela, la crítica más fuerte que hace el libro Lazarillo de Tormes es a la iglesia católica del momento. A través de personajes como el clérigo y el bulero nos hace ver la falsedad de la iglesia y sus grandes defectos. El hecho que el clérigo por su gran avaricia estuvo a punto de dejar morir a Lazarillo de hambre, demuestra la gran discrepancia e hipocresía de la iglesia a los más necesitados.

Es en este siglo también que el protestante Juan de Luna, en 1619 publica en París sus Diálogos familiares, en los cuales se contienen los discursos, modos de hablar, proverbios y palabras españolas más comunes, muy útiles y provechosas para los que quieren aprender la lengua castellana. La obra va dirigida a Luis de Borbón, sucesor del líder de los hugonotes, Condé, y consiste en doce diálogos de los cuales solamente cinco son de Luna y los siete restantes están tomados de los Diálogos apacibles de John Minsheu que no es otro que el protestante Antonio del Corro. En 1620 Luna publica en la misma ciudad, junto a su versión del Lazarillo anónimo de 1554, una continuación escrita por él, Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes “La herejía -dice Nieto-es pues madre de la crítica textual y de la filología en las letras hispánicas castellanas. Entre Osma y Valdés, figuras fundacionales de ambas disciplinas, se entrelaza Nebrija formando el triángulo crítico, gramatical y filológico del humanismo hispánico”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Orbayu - El idioma castellano del siglo XVI y los protestantes españoles (I)