Marginada y prostituta

Muchos no se dan cuenta o no son instruidos sobre las miserias que se mueven detrás de la prostitución: trata de personas, mujeres abusadas y engañadas.

23 DE ENERO DE 2018 · 18:16

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Hay algunos que, quizás, pudieran pensar guiados por los estigmas sociales, que la mujer prostituta en general es una viciosa, que le gusta ganar dinero rápido, que ha perdido el norte de los valores más humanos, los valores bíblicos. Muchos no se dan cuenta o no son instruidos sobre las miserias que se mueven detrás de la prostitución: trata de personas, mujeres abusadas y engañadas, “trabajadoras” en muchos casos maltratadas y sufrientes o, en su caso, prostitutas por la presión de la miseria, por el hambre de sus hijos, para poder pagarse una pensión para que esos niños que ha dado a luz no tengan que dormir en la calle. Es la prostitución por necesidad de la mujer marginada a la que dedicamos estas líneas.

Sí. Los cristianos también debemos saberlo. Existe una prostitución como única salida para la supervivencia de algunas mujeres, para poder cuidar de su prole, única salida negra para acceder a una economía que se desliza por un largo túnel de sufrimiento y pérdida de dignidad. Una prostitución que, quizás, está bañada de lágrimas y de sentimientos de remordimiento. Encima de todo eso: sentimientos de culpabilidad y remordimientos que muerden sus conciencias. ¡Pobres mujeres lanzadas a la prostitución por miserias humanas!

Es posible que algunas de estas mujeres pobres vivan en la tensión de querer ocultar su no deseado trabajo. ¡Qué dirán sus hijos o qué pensarán de ella algún día si conocen cómo los ha sacado adelante su madre! Yo creo que también se puede hacer un acercamiento a este tema desde la sensibilidad cristiana. No sé si se podría decir esto desde esa sensibilidad: Espero que sean hijos que sepan entender el sacrificio de sus madres para sacarlos adelante. Aunque parezca extraño, eso les honrará. No. Nunca heredarán una vergüenza, sino el fruto de un gran sacrificio, el fruto de mucho sufrimiento por sacar adelante a sus hijos.

Enfocad esto desde vuestra sensibilidad cristiana: Mujer marginada y prostituta. Sentimientos de amargor, de dolor, de impotencia. Creerse nada, como nada, como una simple mercancía ante los clientes deshumanizados que pagan a estas mujeres por sus servicios. Sentimientos de desamor, de anulación de la voluntad, de sentirse como mercancía ante los abusadores… quizás por amor a sus hijos. ¿Puede todo esto mover el sentimiento de solidaridad cristiana para con el prójimo?

Más detalles a enfrentar con nuestro sentir cristiano solidario: Desconocidos de turno que creen que pueden comprarla por un plato de lentejas con el riesgo no sólo de su integridad moral, sino también física. Sujetas a enfermedades, humillaciones y vejaciones… pero sacan adelante sus núcleos familiares y pueden dormir a cubierto, aunque con el miedo de no poder hacerlo algún día y verse con sus hijos en la calle y con los servicios sociales detrás de sus niños, de sus bebés. Miedos, terrores nocturnos, inseguridades, desconfianza en el futuro.

Yo creo que podríamos exclamar: ¡Malditos empresarios los proxenetas que abusan de estas personas en debilidad y abandono! Muchas no quieren besar a sus clientes. Eso es para sus hijos, para los suyos a los que ama verdaderamente. Sin embargo, están confusas y, en muchos casos, pueden llegar a defender al proxeneta, al chulo como si para ellas, ese ser que las explota, fuera una mano tendida de ayuda. Confusas, anuladas en su voluntad, en su personalidad.

¿Podríamos sentir alguna empatía hacia ellas los cristianos? ¡Cuánta soledad! ¡Cuánta inseguridad! ¡Cuánto peligro!¡Cuánta anulación de la personalidad! ¡Cuánta resignación ante lo que parece un “fatum” para ella, un castigo del destino, una mala suerte que ha caído sobre ella como un rayo exterminador. La dureza de la calle cae sobre ellas como las sombras de la guadaña de la muerte.

Matices religiosos: Una prostituta me contaba que un sacerdote católico le había dejado leer en la misa una lectura de un texto bíblico. ¡Cuánto agradecimiento en sus palabras! Se sentía valorada, crecida por unos momentos como si esa anulación de su personalidad se perdiera en las sombras de algún infinito que ella no comprendía. Yo pensé si ese acto de misericordia se podría llegar a hacer en alguna iglesia nuestra, de las evangélicas, de las que conocen bien el amor al prójimo.

A muchos cristianos les pudiera parecer que este tipo de prostitución no tiene salida, pero también hay creyentes trabajando en estas áreas para que esa anulación, esa humillación pueda llegar a cesar y que la persona pueda restablecerse. No. Quizás esa prostitución de la mujer marginada no sea un camino sin retorno. No. Quizás, en nuestro pesimismo o pensamiento de que es un asunto pecaminoso pudiéramos creer que estas prostitutas por miseria y necesidad están condenadas a una vida monótona y cruel que les sepulta en un mundo absurdo, sin salida, acostumbrándose a todo tipo de infecciones.

¡Cuidado! No pongamos límites a la acción de Dios. Puede haber salida. Siempre hay nuevos caminos, nuevas sendas. Caminos y sendas que podrían ser construidas por los cristianos. A veces cantamos en nuestras iglesias: “Sendas Dios hará donde piensas que no hay”. Seamos consecuentes.

Para el cristiano, todo ser, todo prójimo, merece nuestra atención, nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestro consuelo, nuestra orientación… nuestro amor. Cuando al cristiano, en estas áreas tan difíciles, no le importa nada ni nadie, algo está fallando en la vivencia de su espiritualidad cristiana. Nosotros, los creyentes que somos luz en medio del mundo, algo de esa luz y calor debemos irradiar para los sufrientes de la tierra. Sí. También para la prostituta marginada y pobre que no tiene o que no ve otras salidas. Quizás podamos irrumpir en sus vidas con una nueva visión.

¿Cómo te ves ante estas situaciones? ¿Hay algo que te interpela el alma? ¿Te sientes tocado en tu sentimiento de projimidad? Pide a Dios que, si es posible, también te use en algunas de estas áreas de sufrimiento tan profundo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Marginada y prostituta