Navidad... y sin lugar en el mundo

El mundo pobre también se mete en el corazón de nuestras ciudades ¿Es que, acaso, en esta Navidad no hay lugar para muchos en el mesón de la abundancia y el derroche?

27 DE DICIEMBRE DE 2017 · 11:00

,

No hubo lugar para ellos en el mesón”. Uno de los versículos áureos de la Navidad. Lema navideño vigente en todo el mundo. Icono de esta festividad en la que celebramos el nacimiento de Jesús.

En un mesón infecto nació Jesús como muchos niños hoy que nacen en lugares inapropiados y, desgraciadamente, en muchos casos sus madres mueren por falta de higiene. El escándalo navideño, se repite hoy en el seno de los países más pobres. Pareciera que para muchos no hay lugar en el mundo.  Aún no hay lugar, no, aún no hay lugar.

Especialmente es en el mundo pobre en donde se da ese “sobrante humano” del que a veces hemos hablado, pero también se da en los países ricos. La Navidad se celebra en un mundo desequilibrado, sin igualdad, sin un justo reparto de los bienes del planeta tierra. También entre nosotros en las sociedades consumistas.

Muchos buscan lugar. No lo hay, no lo encuentran. El mundo pobre también se mete en las entrañas y en el corazón de nuestras ciudades en donde se da el fenómeno de los “sin techo”, el del “sinhogarismo”. ¿Es que, acaso, en esta Navidad no hay lugar para muchos en el mesón de nuestras ciudades, en el seno de la abundancia y el derroche? ¿Todavía no hay lugar para muchos en el mesón de la vida después de tantos siglos de práctica del cristianismo en todo el mundo?

Feminización de la pobreza. Mesones cerrados para tantas mujeres en marginación, en pobreza. En esta Navidad habrá mujeres que engendrarán hijos  en “pesebres infectos”… Para vosotras, mujeres empobrecidas, nuestro recuerdo navideño. Dios quiera que podamos hacer algo más solidario y arraigado en la solidaridad humana que sobrepase ese recuerdo puntual de época navideña.  

Ausencia de lugares, cierres de puertas. ¿Resucitará entre los creyentes la figura del Buen Samaritano en esta Navidad? ¿Podrán conseguir las iglesias y las familias cristianas celebrar una Navidad solidaria abriendo lugares de acogida, rompiendo loas cerradas puertas por la insolidaridad humana? ¿Nos toparemos con niños que, sin lugar en el mundo, pasen hambre en Navidad? ¿Contemplaremos a personas desahuciadas, a algún sin techo, a alguna persona a la que se le dice que no hay lugar? ¿Nos podremos identificar, en base a nuestro amor a ese Jesús que nació sin espacio en el mesón de la vida, con los tirados al lado del camino por una sociedad insolidaria que cierra posibilidades, puertas y espacios?

Navidad después de tantos siglos de cristianismo, recuerdo del nacimiento de Jesús… aún no hay lugar en el mesón de la vida para muchos hombres, mujeres y niños en el mundo hoy. Seguro que el Jesús niño, el Jesús que tuvo que huir como refugiado, el hijo de Dios niño que desde su más tierna infancia tuvo que experimentar lo que es ser un migrante, se identificará con ellos. Quizás ese Jesús nos esté pidiendo que abramos espacios en el mesón de la vida para los más pobres. ¿Nos identificamos con ellos los cristianos?

Triste sonido navideño, triste cantinela que se repite en el mundo como ejemplo de insolidaridad humana: “No hay lugar en el mesón”. No, no lo hay para muchos humanos en un mundo egoísta y desigual.

Quizás en esta Navidad suene como un trueno que moleste a nuestros oídos. Dejémonos interpelar por esta frase tristemente navideña. Permitamos que la frase suene. Que se aumente con el altavoz de los creyentes. Frase escandalosa: ¡No hay lugar! Muchos se tendrán que conformar con vivir en los carriles, en los pesebres infectos, en los márgenes de los caminos.

Todavía para muchos sólo existe el cielo raso, los cartones, los “chopanos”. Todavía hay muchas mujeres que engendran y paren en lugares infectos porque son excluidas, marginadas, olvidadas en las sendas de un mundo injusto. La presencia de los “sin techo” nos incomoda. Recuerdo los gritos que una mujer “integrada” lanzaba desde un balcón a un pobre que se refugiaba en un entrante de su edificio. No nos gusta la interpelación de los pobres.

No hay lugar, no, no lo hay tampoco en esta Navidad para muchos excluidos. La lucha de los sin techo, de los sin casa. Jesús, a quien no le dieron lugar en el mesón, seguro que se identifica con ellos. ¡Malditos acumuladores del mundo! ¿Es que acaso, como os interpela la Biblia “habitaréis vosotros solos en medio de la tierra”? ¿Por qué muchos, como dicen las Sagradas Escrituras, “ocupan casa a casa y heredad a heredad hasta ocuparlo todo” mientras tantos millones de seres humanos no tienen un techo para cubrirse?

En el mesón de la vida aún no hay lugar para todos. La frase lema o icono de la navidad que nos dice que “no hubo lugar para ellos en el mesón”, sigue, desgraciadamente, vigente en el mundo.

Si la frase bíblica que ordena que “a los pobres errantes metas en tu casa” nos presionara para que la cumpliéramos y la lleváramos a cabo, quizás nos pondría a los cristianos en un gran problema. No veríamos en ello nada de justicia. Quizás porque no tenemos el concepto de justicia que Dios tiene, el concepto de una justicia misericordiosa. Practicar la justicia misericordiosa es hacer Navidad.

Quizás la auténtica Navidad sería solidarizarse, anonadarse, desprenderse para poder identificarse con los pobres de la tierra… que son “legión”. Mucho más de medio mundo con el escándalo añadido de sus mil millones de hambrientos. Dejar todo a un lado por empatía con los pobres, por solidaridad, por projimidad, por amor. Sé que es difícil, pero es el mensaje cristiano.

Señor: Tú no tuviste donde reclinar tu cabeza siendo el Rey de Reyes y Señor de Señores. Nosotros, teniendo algo más que una cuadra infecta, queremos sentir la solidaridad humana. Sí, es Navidad. Una Navidad en la que queremos romper ese lema, ese icono, esa maldición que expresa la frase navideña en la que se indica que no hay lugar, que aún no hay lugar, que hay puertas cerradas, niños que pasan hambre, pobres que no encuentran un techo con el que cubrirse. Luchemos por hacer Navidad, no sólo en estas fechas, sino siempre, en toda nuestra vida de seguimiento a Ti como Maestro. ¡Feliz Navidad para todos! ¡Feliz Navidad para los pobres de la tierra!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Navidad... y sin lugar en el mundo