Cementerio de agua

El mar, cual enemigo implacable, les siega la existencia ofreciéndoles un beso frío y mortal.

25 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 11:02

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Arrastrados por la marea aparecen en la orilla sus inertes cuerpos ribeteados de espuma blanca.

Tras interminables días de angustiosa briega han llegado a su destino. Amarga conclusión para tanta lucha. Ese inmenso mar del que tantas veces escribo y al que tantas veces recurro para paliar mis deseos de dosificada soledad, se ha convertido en un lugar de luto donde aparecen; más asidua mente de lo que se cree, cuerpos  sin vida de seres anónimos que mueren en un desgarrador intento por llegar al otro lado del estrecho.

Vienen en busca de trabajo, anhelando hallar un mejor futuro para ellos y los suyos. Desgraciadamente muchos no logran conseguir tan ansiado sueño, pues el mar, cual enemigo implacable, les siega la existencia ofreciéndoles un beso frío y mortal.

Muchos, asaltados por la tempestad, caen a las aguas implacables, sentenciándolos a una muerte agónica y fría.

A veces escapan de noche, huyen hacia esta Europa prometedora pensando, ilusoriamente, que el temporal  desatado en alta mar cesara dándoles una tregua para así poder alcanzar tierra firme. Se equivocan. Por desgracia la realidad es a veces demasiado cruel. Poco a poco, los sueños se desvanecen entre el oleaje. Oscuras horas, minutos, momentos de angustia que quedarán sepultados por siempre en la inmensidad del océano. La misma playa que en verano aparece plagada de sombrillas multicolores, se viste de cilicio ante la desventura que llega arrastrada hasta su orilla, cuerpos desfigurados que te hacen sentir conmoción e impotencia. Sé que en alguna parte alguien llorará amargamente estas pérdidas. Ausencias que poseen nombres propios, desconocidos para nosotros, pero apreciados por quienes han de vivir separados de ellos. Ayer, en una de esas playas ofrendaron flores, la arena quedó salpicada por diversos ramos que muchos llevaron como señal de duelo. Lo vi de lejos, emocionada, pensando en quienes desde la distancia mirarán hacia esta bahía y pese a todo el infortunio que les persigue, seguirán deseando alcanzar la costa, atravesar el estrecho y conseguir, con algo de suerte, llegar a este "paraíso" y ser un poco más libres.

Quizá alguna mujer desde una orilla lejana evocará con tristeza lo robado por el mar y sin ser consciente de ello será el reflejo de todas esas mujeres que sufren la devastadora ausencia de quien se fue para no volver.

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