Evo Morales aplasta a indígenas del Tipnis para favorecer a sus cocaleros

“Soy indígena moxeño, y defiendo mi tierra como deber ante Dios. Siempre hemos vivido aquí, no usurpamos el territorio a nadie. Pero el estado boliviano nos invade, pisotea y despoja”, dice Marcial Fabricano.

21 DE AGOSTO DE 2017 · 21:00

Marcial Fabricano, en una marcha,Marcial Fabricano
Marcial Fabricano, en una marcha

Hay que apoyar a los indígenas del Oriente Boliviano; tienen su territorio en el Tipnis, en su mayoría son creyentes evangélicos y el gobierno mucho los discrimina y los maltrata. Si pudieras hacer un artículo sobre ellos, porque están por dictar una ley para entrar a su territorio y quitar la intangibilidad de ese territorio... Ellos marcharon dos veces muchos Km hasta el gobierno para defender su tierra y fueron muy abusados. Espero tu respuesta."

Así me escribía Fátima Oliva, dirigente evangélica boliviana. Dos días después, gracias a ella, mantuve una conversación telefónica con Marcial Fabricano Noé, dirigente indígena. Fue emocionante localizarlo en medio de un territorio virgen tan lejano, pero el inicio fue vergonzoso para mí, torpe como soy con las tecnologías:

–Le estoy llamando por Skype, Sr. Fabricano, porque, aunque me dieron su número, no soy capaz de localizarlo en el Whatsapp.

–Pues tiene usted primero que registrar mi número en su celular, abrir después otra vez su Whatsapp y entonces ya podrá localizarme ahí y llamarme.

Obedecí paso a paso como buen aprendiz y lo conseguí.

Fátima me envió fotos; pueden ver el rostro de Marcial, duramente trabajado contra todas las adversidades e inclemencias, y su mano grande y rotunda levantándose con autoridad para dirigir a su pueblo.

Sus primeras palabras, su tono sereno y firme, me infundieron reverente respeto; su socarronería ofreció resonancias a mi espíritu galaico e iniciamos la conversación devolviendo retranca a retranca, pero mi dotación étnica gallega no sirvió de mucho para conseguir sacarle cuántos años tiene.

Tenía dos docenas de preguntas preparadas, pero desde el primer momento me arrastró y me quedé escuchando sin más, sugiriendo tan sólo alguna inflexión ocasional en la conversación. ¡Cuánto daría por grabar la charla! Renuncié pensando que él se sentiría más libre, pero en un momento, al hablar de esto, me dijo:

–No tengo nada que esconder, porque lo que digo es la verdad y, aunque hubiese sido un enemigo el que me fuese a grabar, diría lo mismo.

Pero ya no me atreví a preguntarle otra vez cómo se hacía eso de grabar en el Whatsapp.

–Lo que no vamos a hacer es tirar la toalla. Me resisto. Hay que continuar. No tengo más que a los amigos, que me dicen “¡Estamos contigo! No estás solo”, y con ellos me es suficiente. No hemos llegado hasta aquí para ahora dejarlo todo.

Había pensado en empezar preguntándole por él, por la familia, como corresponde a los códigos de cortesía de culturas antiguas como la suya y la mía, pero él me asaltó con borbotones de palabras precipitándose vertiginosamente. Me limité a recoger notas, sin entender por qué estaba hablando así; pronto lo supe: la víspera el gobierno boliviano había liquidado las normativas que reconocían los derechos de los indígenas sobre su territorio. Marcial se levantaba con vigor contra el atropello de los poderosos, contra la tentación de la claudicación en la que otros indígenas han caído, se levantaba con orgullo sobre el legado de sus padres, su responsabilidad para con su pueblo y la seguridad de que lo que reclama es lo justo; se levantaba como Pablo dos mil años atrás: derribado, pero no destruido. [1]

 

Una de las marchas indígenas por su territorio

Esta es una batalla desigual, en desventaja; es una apuesta del gobierno contra los que no tenemos poder. Pero ante la justicia no somos perdedores: la verdad es la verdad y lo justo es lo justo. Pero el poder no lo acepta; ¿y para qué quieren la Constitución, la justicia, las normas, si no las cumplen ni las quieren cumplir? El poder, el gobierno boliviano amedrenta y se impone. Pero no nos dejamos vencer.

Respira, se para y dice:

–Soy indígena moxeño.

Así se planta ante el mundo. Y recuerdo en este momento a otro hombre, que se levantó ante los poderosos que también amedrentaban y se imponían, a aquel Martín Lutero que se plantó ante todos y dijo: “Aquí estoy”.

–Estamos en esta tierra desde siempre. La colonización, las misiones, nos dividieron en moxeños loretanos, javieranos, ignacianos y trinitarios, pero somos una sola identidad étnica.

Es notable la precisión de su lenguaje e intuyo que se ha esforzado por prepararse bien para cumplir su labor de dirigente. Llega en su relato hasta su familia:

–Mi mujer es Ruth Ortega Delgado y tenemos cuatro hijos, dos hombres y dos chicas.

Son evangélicos, como muestra el nombre de su esposa. Me explica que el Gran Moxos fue un territorio tradicionalmente católico, pero los evangélicos crecen continuamente desde los años 50.

–Mis padres eran católicos, pero al final de sus vidas empezaron a enseñarnos sobre la fe. Mi padre me dijo que tenía que asegurarme de qué creía y por qué tenía que creer; pues mira, Manuel, eso me ayudó a aceptar mi papel como dirigente: Tenemos un Dios que creó el mundo, y sobre su creación somos responsables, somos responsables del entorno, de la naturaleza, y no podemos echarnos atrás de esa responsabilidad. Pido a Dios que no me deje desviarme de esta enseñanza de mi padre, a pesar de que hemos sido invadidos por otras formas de creer: están enseñando a nuestros hijos que se pueden oponer a lo que sus padres les enseñamos, y la política del gobierno les lleva a aceptar que su padre puede ser otro. Se nos está humillando, se está rompiendo la unidad de la familia y la autoridad de los padres, siguiendo una enseñanza materialista; alteran el futuro de las próximas generaciones y nos quieren hacer sentir impotentes.

Marcial Fabricano lo ve como ataque integral en todos los frentes:

Nos fallaron instancias a las que pedir. La justicia se ha corrompido: lo que debe ser “sí” es “no”, y lo es por la fuerza. Como país estamos mal humanamente, mal conducidos como pueblo, pero nosotros mantenemos la fe de que seremos guiados por el Señor para mantener la familia y la identidad, porque somos criatura de Dios, y mantenemos la esperanza de que un día las cosas mejorarán para que tengamos una sociedad justa, libre y tolerante. Nosotros, el pueblo indígena, queremos vivir con dignidad y en dignidad ¡Con dignidad y en dignidad!

Las palabras justas, las que resuenan en los corazones de todos y a todos hacen temblar; encontrarlas es privilegio de dirigentes como Marcial.

Cuando reclamamos nos dicen que estamos en contra del progreso, de la modernización. Y para mí es un privilegio el avance de la ciencia y la tecnología, pero es malo que la ciencia y la tecnología sean usadas para destruir pueblos y personas como nosotros.

Los políticos incompetentes no son capaces de comprender a Marcial Fabricano; no entienden su lenguaje directo, su insobornable coherencia, la verdad plantada en su voz y sus ojos. Creen que tiene una agenda oculta, sometido a qué sé yo qué ocultos intereses, pero él es claro:

–Andan detrás de mí para descubrir quién soy. No tengo por qué ocultarme, porque Dios sabe quién soy, lo que quiero y lo que creo.

–Cuéntame, Marcial, ¿cómo es la tierra del TIPNIS?

Tarda en contestar. Espero. En el propio teléfono se percibe un cambio de luz en sus ojos y se suelta:

–Es el Edén. Te lo voy a describir.

Y me lo describe como lo haría un pájaro que baja volando de las montañas al llano.

 

Panorámica aérea de parte del Tipnis

–Al suroeste tenemos la serranía de Mosetenes; hace de aguas divisorias entre La Paz y Cochabamba. La cordillera, al bajar, llega a tierra de selva virgen, y sigue bajando hasta formar una llanura de humedales, que nosotros les llamamos yomomales y contienen mucha agua que es mantenida por la propia formación del territorio que te acabo de explicar; allí hay mucha vegetación. El Isiboro es el río más grande; baja de la serranía alimentado por muchos afluentes y en su curso más alto están asentados los indígenas del pueblo yurakaré; más abajo estamos los moxeños. Al noroeste pasa el río Sécure, y en el norte confluyen los dos ríos. ¿Entiendes ahora por qué se llama el TIPNIS? Son las letras de Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure.

Nuestros antiguos padres siempre, siempre –insiste– habitaron aquí. Nos lo aseguran estos testigos: en la mayoría de estas zonas, especialmente entre la serranía y la llanura, hay lomas artificiales, hechas por hombres, y bajo esas lomas hay restos arqueológicos bellísimos; son nuestros testigos mudos, pero tangibles, porque los puedes ver y apreciar. Si en aquel momento estábamos aquí, es que siempre hemos vivido aquí, no le usurpamos el territorio a nadie; esa es nuestra seguridad. Sin embargo, el estado nos invade, nos pisotea, nos despoja; nos están destruyendo y diezmando. Nos sentimos impotentes ante un estado que nos reconoce derechos en su Constitución, pero esos derechos ahora no valen para nada. Hemos sido reprimidos; nos han sometido con maltrato militar por expresar la defensa de nuestros derechos, por defender que esta es nuestra tierra, aquí está nuestra vida, aquí nacemos, vivimos, procreamos y morimos, aquí están los restos de mi padre…

No sigue. Calla. Está llorando. Guardo silencio conmovido y desde muy adentro me va creciendo un río de amor y un volcán de indignación. Y me atrevo a recordarle las palabras de Pablo: “Todo es vuestro”.

–Háblame de la carretera.

(El gobierno quiere construir una carretera que tronza por la mitad el territorio, con el añadido de un plan de colonización que liquidará los asentamientos indígenas. Pero Marcial, como buen narrador, me para y me lleva al inicio).

–Espera, espera. La carretera es lo último, pero todo viene de más atrás. En 1965 el TIPNIS fue declarado parque nacional, pero no mencionaron que aquí había habitantes: el sistema nunca quiso saber de nosotros, nunca formamos parte de los intereses del estado. Lo declararon parque natural y ni nos consultaron ni nos lo contaron ni nos avisaron; no nos dijeron para qué lo hicieron, el decreto dice sólo “para conservar la belleza escénica de la región”. No figurábamos en las listas de la ciudadanía boliviana, no existíamos oficialmente: yurakarés, chimanes y trinitarios no existían para ellos; fuimos diezmados, pero antes de enfrentarse nuestros padres prefirieron apartarse y aislarse más adentro en el territorio. Esta es nuestra triste historia.

Así, en 1965 nuestros mayores prefirieron alejarse de otra gente que vive en centros urbanos y retornaron a antiguos parajes. Pues fíjate: entonces dijeron que los indígenas nos apartábamos para levantarnos en armas.

En los 80 nuestros mayores nos dijeron a sus hijos: “Eto yumja”, que quiere decir “Es por esto que tenemos que consolidar nuestro derecho de propiedad”. Y desde entonces se abrió un debate interétnico con reuniones de los pueblos yurakaré, chimane y trinitario. Empezaron preguntándose quiénes somos y de dónde venimos, dónde estamos, a dónde vamos y qué queremos. Y cuando respondieron a eso, tomaron el reto de ejercer su derecho de propiedad: Dios nos regaló el territorio y tenemos la responsabilidad de cuidarlo y vivirlo; lo defendemos a costa de todo. Nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestras abuelas lloran y oran día y noche. Dios nos escuchará y nos dará lo que le pedimos. Estamos defendiendo nuestro derecho a vivir, nuestra existencia.

Y en 1990 los tres pueblos nos pusimos de acuerdo para actuar. Desde nuestra ignorancia, pensábamos que el Sr. presidente de la República tenía la última palabra y había que hablar con él; a lo mejor él no sabía que existíamos, había que ir a verlo para que nos conociese. Nunca habíamos estado en la capital, La Paz, no la conocíamos; hicimos una marcha andando seiscientos kilómetros para llegar allá y hacer que nos conociesen, que supiesen que en este territorio vivimos y somos.

Desde Trinidad a La Paz, hicimos esa marcha aquel 15 de agosto, y ahora, dos días antes de que se cumplan veintisiete años de esa marcha, viene el presidente de la República y ayer mismo anuló la ley que protegía nuestro territorio. Vino a la misma ciudad de donde partió nuestra marcha y abrogó la ley 180 que declaraba la protección del área del territorio indígena.

Se ha burlado de nosotros a nombre del estado que nos tituló el territorio como inviolable. Un gobierno que se dice indígena y socialista, pero su criterio es diezmarnos para hacer explotaciones de hidrocarburos y de oro; su política es asociarse a grandes empresas privadas.

¿Qué va a ser de nosotros? ¿A dónde vamos a ir? Nos ofrecen trabajo de empleados y plata, ¿y ganando plata vamos a vivir bien? Sólo seremos esclavos, esclavos de esas empresas. Van a envenenar nuestras aguas, a arrinconar a nuestros animales salvajes, van a acabar con la selva haciendo explotaciones de ganadería ¡Que Dios nos libre de todo esto!

Se produce una pausa que respeto. Retoma la palabra.

Estamos impotentes, pero vamos a pedir ayuda a un abogado excelente que nos va a hacer salir de esta; se llama Dios y él nos dará la fuerza.

El mundo va a estar con nosotros. Yo no creo que las organizaciones internacionales, que apoyan la justicia, nos vayan a dejar solos. Y nosotros no pedimos cosas raras: pedimos que nos dejen vivir, que podamos darnos las manos, que no nos enfrenten a nuestros hijos, ¡que podamos vivir!

Dudo de si puedo preguntarle por un tema sensible; me decido:

–¿Qué pasa con los cocaleros?

–¡Eso es el origen de todo el problema! En 1990 el gobierno nos aprobó el decreto que nos reconocía el territorio. Luego un gobierno hizo un plan de colonización y permitieron en la parte sur de nuestro territorio el asentamiento de “relocalizados”, que habían sido mineros de minas que habían cerrado. Nosotros dialogamos con ellos –entre ellos estaba Evo Morales– y llegamos a un acuerdo: “Está bien, pero que sepan que esto es territorio nuestro”, y así lo aceptaron; Evo era su representante y la firma de acuerdo se hizo con él.

Acordamos que se trazaría una línea roja que ellos en ningún momento podían sobrepasar; al principio trabajamos conjuntamente, pero después la gente de Evo no quiso hacerlo. Y al llegar la campaña electoral, él les prometió tierras a los relocalizados aquí: 200.000 hectáreas ¡y esas tierras no son suyas!

En la última Asamblea Constituyente se reconoce nuestro territorio indígena como “inalienable, imprescriptible, inembargable e indivisible”, pero este presidente no cumple la Constitución, no está dispuesto a cumplirla. Titula 200.000 hectáreas a sus relocalizados, que son cocaleros, su gente, y así queda bien con ellos, pero a nosotros nos tira a la m… Ninguna ley es válida para él, nos ha maltratado con su abuso de poder. Miente para lograr lo que quiere. Ha engañado a hermanos indígenas.

–¿Cómo?­

–Les ha llevado en avión, ha comprado a dirigentes indígenas que él mismo ha colocado. Les manipularon engañando con proyectos inexistentes y les dijeron: “Vamos a hacer cosas muy buenas, pero para eso la condición es que se haga la carretera”. Pero nunca enseñaron cuáles eran esos proyectos tan buenos.

La carretera. Perdónenme; están escuchando esta conversación y no acaban de saber ustedes qué pasa con esa carretera[2]. Estamos hablando de la zona que aporta más agua a toda Bolivia, con un tejido de humedales y de ríos que llevan agua al Amazonas, con una riqueza ecológica especial. El trazado que ha diseñado el gobierno parte del sur, de la zona que invadieron los cocaleros, y corta por el medio todo el territorio del TIPNIS hacia el norte. Los ramales de la carretera provocarán la deforestación de este territorio virgen; pueden comprobar en el mapa adjunto[3] los efectos actuales de la acción de los cocaleros, que han deforestado el terreno indígena del que se apropiaron, señalado con la línea roja. Se estima que con este proyecto de carretera, en 20 años el 65 % de la vegetación del TIPNIS estará degradado. Para implementar su plan, el gobierno acaba de invalidar la normativa que hacía intocable a este territorio indígena.

 

Mapa de la deforestación que provocaría el proyecto

El gobierno dice que ese trazado da servicio a las poblaciones indígenas, pero la realidad es que sólo pasaría cerca de tres de ellas y a quien de verdad interesará es a los cocaleros. La Asociación de Ingenieros INSERCOM ha diseñado trazados alternativos que no deterioran el TIPNIS y dan servicio a 60 poblaciones indígenas[4], pero con un serio problema: no favorecen la expansión del cultivo de coca. Sólo una pregunta: ¿Recuerdan quiénes auparon al poder a Evo Morales?

–En una reunión técnica –prosigue Marcial–, que está grabada en video, Evo Morales reconoce que este territorio es una selva virgen, pero ahora dice que aquí va a meter a 40.000 personas, cuando los indígenas no llegamos a 4.000. ¿Y a dónde vamos a ir nosotros? ¿Hay alguna tierra que sea como la nuestra a donde nos vayan a trasladar? Aquí nos vamos a quedar siempre, y cuando ellos me vengan a buscar a mí, aquí me van a encontrar.

–Habéis realizado varias marchas andando hasta la capital, La Paz, para defender vuestros derechos. ¿Cuántas marchas han sido?

–Han sido nueve, pero tres fueron los momentos más importantes:

 

Cruzando el río Mamore

En 1990 hicimos la marcha por el territorio y la dignidad, saliendo de Trinidad el 15 de agosto de 1990. Por eso se mojan mis ojos, porque en 2011 Evo Morales promulgó la ley de protección de nuestro territorio y ahora, dos días antes de que se cumplan veintisiete años de aquella marcha, viene a la propia Trinidad a borrar esa ley, sólo porque tiene compromisos políticos con las transnacionales.

En 1996 reclamamos la titulación de los territorios. Así conquistamos la ley 17/15 del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, y es importante porque no sólo asegura la propiedad de nuestras tierras, sino también regulariza el sistema de tenencia de tierra de todos los bolivianos; nosotros trabajamos también para su beneficio; nunca entorpecimos la gestión de gobierno, siempre aportamos para construir.

En 2002 los pueblos indígenas reclamamos que nos convocasen a una Asamblea Nacional Constituyente. Nos despreciaron diciendo que era imposible, pero finalmente logramos el acuerdo de que la siguiente legislatura convocase una Asamblea Nacional Constituyente, y así fue. La Asamblea Constituyente la reclamamos los pueblos indígenas, no los partidos políticos. Pero en esa Constitución a nuestros territorios les llamaron “territorios indígenas campesinos”, que hacía ver que tenían otros fines. La Constitución debe servir para defender los derechos de todos, pero los del gobierno piensan otra cosa; ellos creen en la plata, nosotros creemos en otra forma de vivir.

–¿Os apoya algún partido político?

–Bueno, ninguno se manifiesta en contra de nosotros, pero cuando les necesitamos no aparecen. Por eso les pedimos que nos dejen ser lo que nosotros queremos ser. No nos ayudan. No nos entienden. No nos quieren y, si acaso, sólo quieren nuestra desaparición.

Llevamos más de una hora hablando; la mano me duele de escribir aprisa para no perderme ni una palabra, porque soy muy consciente de que esta conversación es un honor que pocas veces volveré a tener. Marcial va terminando.

–Nuestro mayor pecado es no tener plata; si la tuviésemos podríamos ir a todas partes a decir nuestra verdad, nuestro sentimiento de vida. Pero esto va a ser conocido. Iniciamos un proceso de impugnación y haremos demanda en organismos internacionales.

Somos un grupo étnico en vía de extinción. Otros pueblos indígenas, por no pelear por sus derechos, se están marchando de sus territorios; así quiere el gobierno terminar con nosotros. El discurso de la Pachamama[5] está muy bien explotado, pero aquí esa “Pachamama” está violada y destrozada. La verdadera “Pachamama” es la que Dios nos dio para vivir, para cuidarla y cuidar en ella de nuestra gente.

Somos sin plata, pero no importa. Dios haga en nosotros su voluntad. En Él está nuestra esperanza.

Callamos. Oramos juntos y nos despedimos.

Fátima terminaba su llamada de petición de ayuda diciéndome “Espero tu respuesta”. Termino igualmente, queridos amigos, llamando con firmeza a su corazón solidario: los hermanos indígenas del TIPNIS esperan su respuesta.

 

[1] 2Co 4.9

[5] término que en aymara y quechua significa “Madre Tierra”, diosa a la que se le hacen ofrendas. Evo Morales la tiene como un referente y a ella dedicó con agradecimiento la celebración de sus diez años en el poder.

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