Los héroes han venido a competir

Cuando somos niños, todos soñamos con ser héroes o heroínas. Dios siempre cumple ese sueño: seas quien seas, estés donde estés y sean cuales sean tus circunstancias.

26 DE JULIO DE 2017 · 16:00

David Hall, tenista paralímpico haciendo un saque / Australian Paralympics (wikimedia commons -  CC BY-SA 3.0).,
David Hall, tenista paralímpico haciendo un saque / Australian Paralympics (wikimedia commons - CC BY-SA 3.0).

G. Andrew Fleming fue el presidente organizador de los Juegos Paralímpicos celebrados en Atlanta en 1996.

Cuando habló en la ceremonia de apertura, dejó una frase genial para la historia al hacer referencia a los recién terminados Juegos Olímpicos en la misma ciudad, y compararlos con los que comenzaban en ese momento: «Durante dos semanas, muchos atletas vinieron a competir y ahora vuelven a casa como héroes. Hoy, los héroes son los que han venido a competir».

Cuando somos niños, todos soñamos con ser héroes o heroínas. Dios siempre cumple ese sueño: seas quien seas, estés donde estés y sean cuales sean tus circunstancias,

Dios te ve como alguien único y especial. Dios se deleita en nosotros, porque llevamos su imagen. Nos acepta tal como somos porque nos creó así. Todas las personas tienen algo de la imagen de Dios en ellos.

Amamos algunas cosas porque tienen valor (la casa, el coche, el dinero…). Pero otras cosas tienen valor porque nosotros las amamos (los recuerdos, las circunstancias…).

Todos pagaríamos casi cualquier precio por algo que amamos, aunque aparentemente no tenga valor para otra persona o no pueda entender la razón de nuestro cariño.

Nosotros tenemos valor porque Dios nos ama. Aunque nadie más pueda entenderlo.

Desde niños queremos que la gente nos valore. Siempre estamos trabajando para merecer que nos aprueben: en la escuela, en los exámenes, en el deporte, en nuestras ocupaciones.

Nuestra vida cambia radicalmente cuando comprendemos que no tenemos que hacer nada para tener valor: Dios nos ama tal como somos, no espera que hagamos algo para merecerlo.

Él nos regala su amor, lo da por gracia. No puede ser de otra manera, porque si queremos trabajar para merecer el amor, lo único que estamos haciendo es quitarle valor a ese amor.

Cuando un gran artista firma una de sus obras, su valor pasa a ser millonario. Lo importante para todos es la mano del artista, su habilidad como creador.

Dios nos ha creado a cada uno de nosotros; su habilidad y su poder son absolutos. Sus creaciones son perfectas.

Honramos a nuestro Creador cuando somos nosotros mismos. Hoy está de moda querer cambiarlo todo y pensar que si nuestra apariencia es mejor nuestra vida será mejor. No lo creas. Consérvate lo mejor posible y cuídate, pero no te preocupes por seguir el dictado de los que dicen que hay que pasar por el quirófano para cambiar no sé cuantas cosas y aparentar unos años menos, o unos años más, o ser más gordo o más flaco, o tener más o menos de esto o de aquello…

Dios te ama. Tanto que calla de amor para disfrutar al verte: «En su amor guardará silencio, se regocijará por ti con cantos de júbilo» (Sofonías 3:17).

Dios ama, perdona, regala su gracia, siempre está dispuesto a ayudarnos, nos levanta y nos restaura, nos anima, nos corrige para que encontremos nuestro camino… No existe nada mejor en nuestra vida que amarle con todo lo que somos y tenemos. Debemos aprender a ser quienes somos.

Dios no nos va a pedir cuentas por no haber sido como Pablo, o como Débora, sino por no ser nosotros mismos.

Dios te ha regalado la vida. Comienza a vivirla como un héroe.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Los héroes han venido a competir