Dios, mi cubo de Rubik

Dios no es un juguete en manos de nadie.

02 DE JUNIO DE 2017 · 12:16

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Hay mentalidades cristianas tan cuadriculadas que ven a Dios como un cubo de Rubik al que dedican su tiempo con la intención de resolverlo, sin más propósito que ese. Se entretienen con él y luchan para ver de que forma lo arman y completan sus lados de colores. Lo gracioso es eso, que hay que ordenarlo por los colores que tiene designado y no otros. Estas personas no admiten un Dios de caras diversas que se expande y todo lo abarca.

Ven al Señor como un rompecabezas que tarde o temprano lograrán solventar a base de poner empeño, encajar todas las piezas porque no ven más allá de lo que conciben sus mentes. Encuentran respuestas para todo, soluciones para todo. Intentan explicar cuales son los pensamientos de Dios con una claridad que asombra. Hablan de su amor sesgado, de su justicia llena de ira y su salvación sesgada con tal rapidez y desenvoltura que te dejan pasmados. De este modo Dios pasa a ser un utensilio en sus manos, no al revés. Son, además, estrictos en interpretar las palabras literales de su traducción bíblica preferida, de tal modo que da la impresión de que estuvieron presentes en cada uno de los hechos que narran sus libros. 

Con su Dios cubo de Rubik juegan a salvar y condenar a quienes consideran oportuno, tu color de idiosincrasia no pertenece a ninguna de las caras que yo manejo, por lo tanto quedas fuera del programa. Juzgan, luchan, advierten, amenazan con tal de que nadie les rompa la estructura mental que se han hecho del Creador, del Yo Soy el que Soy, del Totalmente Otro. 

En el fondo quieren dominar el cubo a base de practicar con el juguete, no cabe ninguna duda pero, por más que lo procuren, el cubo no se deja, es imposible dominar. La razón es porque Dios no es un juguete en manos de nadie. Dios no puede ser armado ni encasillado en nuestros cerebros, es mejor rendirse a su grandeza. Sus facetas son infinitas y por más que nos propongamos tener un Dios de caras hechas a nuestro antojo, nos engañamos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Dios, mi cubo de Rubik