Orar con los que me son afines

Pensar que en los conflictos, en este caso eclesiales, Dios va a estar a mi favor, es un error fatal. Ni siquiera conocemos nuestras egoístas miserias a la hora de pedir.

17 DE FEBRERO DE 2017 · 08:51

Praying hands / Esther Gibbons (flickr - CC BY-ND 2.0),
Praying hands / Esther Gibbons (flickr - CC BY-ND 2.0)

Que la falta de madurez espiritual existe es una realidad, que siempre habitará entre nosotros, otra. Todos somos novatos en ocasiones y en diferentes aspectos. Por eso hoy quiero comentar que hasta en el orar la inmadurez florece en cualquier estación del año. 

Se da el caso de que si en alguna congregación se presentan problemas serios, el miedo a la división queda patente, es normal que nos preocupe. Pues, en procesos de este calibre, se hacen a escondidas llamadas partidistas a la oración. Si, por ejemplo, se trata de dos grupos con pensamientos diferentes, uno de ellos sólo llama a orar a los que le son afines, a los que están de su lado, a los que opinan lo mismo, a los que apuestan por la misma solución. Así dejan aparte al grupo al que se enfrentan, pues no merece que se le cite, son los malos. En su criterio se convencen de que clamar al Señor para que esté de parte de ellos les va a dar la fuerza para vencer. Tienen la gran idea de ir a hablar solos con el Gran Jefe, estar con él, de rodillas comerle el coco, inducirlo a su trama, lloriquearle, gemirle. Le requieren con la idea de sentarle en el centro, con palabras lisonjeras se esfuerzan en demostrarle que harán lo que él les diga y a continuación hablan sin dejarle hablar. Piensan que el otro, ese al que han dejado fuera, sin avisarle siquiera de la convocatoria, perderá seguro la partida cuando la solución del problema se lleve a votación, se van a enterar, el Espíritu Santo abogará por los que oraron a escondidas, son los buenos. La estrategia es graciosa. Nosotros tenemos razón, los demás se equivocan siempre.

Pensar que en los conflictos, en este caso eclesiales, Dios va a estar a mi favor es un error fatal, somos humanos y no conocemos su voluntad plena, ni siquiera conocemos nuestras egoístas miserias a la hora de pedir, no somos justos. Creer que Dios apostará por el grupo más numeroso es un error grave por mucho que intentemos recabar súbditos. Convencerse de que llevar a Dios a nuestro oscuro rincón le va a hacer participar de estas tramas es un error mayor.

El tema que comento puede provocar la risa, es cierto, o causar incredulidad al pensar que me lo invento, pero eso no quita su veracidad y que, aunque no siempre se ejecute de la manera que expongo, al menos existe la grave tentación de hacerlo, de subestimar, manipular y someter a uno mismo la grandeza y la justicia de Dios.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Orar con los que me son afines