El segundo verano de Manson

Una de las novelas más populares del año pasado gira en torno a esta historia, “Las chicas” de Emma Cline, donde la autora expone el complejo mundo de la adolescencia, frágil y vulnerable.

24 DE ENERO DE 2017 · 09:45

Nos preguntamos qué lleva a una chica a unirse a una secta tan destructiva como la de Manson.,manson las chicas
Nos preguntamos qué lleva a una chica a unirse a una secta tan destructiva como la de Manson.

¿Qué puede atraer a una chica a una secta tan destructiva como la de Manson? Esta es la pregunta nos hacemos cuando pensamos en las chicas de La Familia Manson que asesinaron tan cruelmente a siete personas, incluida la esposa de Polanski –la actriz Sharon Tate, cuando estaba embarazada de ocho meses y medio– en el verano de 1969. Mientras Manson agoniza en un hospital, dos de sus seguidoras siguen en prisión y una nueva serie de televisión ha retomado el caso, una de las novelas más populares del año pasado gira en torno a esta historia, “Las chicas” de Emma Cline.

La autora de la obra tiene sólo 27 años, pero está obsesionada por el terror que sucedió a la eclosión del movimiento hippy, al año siguiente del “verano del amor” de San Francisco en 1967. Ha buscado en hemerotecas, libros y foros de Internet, para hacer este relato iniciático, que constituye su debut literario. Nacida en la localidad californiana de Sonoma en 1989, trabajaba en una revista tan reconocida como New Yorker, cuando empezó a publicar en medios tan prestigiosos como el Paris Review. La importante editorial Faber & Faber le dio un adelanto de dos millones de dólares por la novela que ha publicado en Barcelona, Anagrama. Su impresionante éxito ha sobrepasado todas las expectativas.

 

La novela de esta veinteañera es uno de los libros más populares del año pasado.

“Cuando se analiza el fenómeno Manson, se tiende a ensalzar a Charles como si fuese el único fascinante de la historia”, critica Cline. Ella dice: “como escritora, su figura no me interesa nada”. Son las chicas que fueron capaces de matar literalmente por él, las que le interesan: la fallecida en prisión, Susan Atkins; la arrepentida Leslie van Houten, a la que han vuelto a negar la libertad condicional, el año pasado; así como Patricia Krenwinkel, la presa con más años de edad que hay en California. La otra chica Manson, Linda Kassabian, fue exculpada, ya que no llegó a entrar a la casa en que fue asesinada Tate, sino que se quedó en el jardín en estado de “shock”, siendo su testimonio fundamental en todo el proceso.

 

ATRACCIÓN FATAL

El verdadero “verano del amor” fue en realidad en 1966 –antes de la publicidad que vino el año siguiente, cuando se había prohibido ya el LSD en octubre–. Manson sale entonces de la prisión donde estaba por robar un coche, y en la universidad de Berkeley conoce a una bibliotecaria llamada Mary Brunner. Vivió con ella en Haight-Ashbury, junto a Lynnette Fromme, una actriz infantil que conoció en la playa angelina de Venice, cuando intentaba ya dedicarse a la música. No era ese su único interés. En sus delirios, Manson mezclaba las enseñanzas de la cienciología con la Biblia y los Beatles, creyéndose el quinto ángel del Apocalipsis.

La viuda del fallecido predicador de la Gente de Jesús, Lonnie Frisbee, vivió en una comunidad con hippies convertidos al cristianismo en San Francisco. Recuerda hablar allí durante cuatro días con Manson. El fundador de La Familia tenía esa increíble capacidad camaleónica, por la que se asimilaba a cualquier interlocutor: para el Beach Boy, Dennis Wilson, o el productor Terry Melcher, era un rockero más; para sus seguidores, era como Cristo; y para los moteros racistas que venían al rancho donde se establece la familia –Spahn, un recóndito lugar del cañón Topanga, donde se hacían películas del Oeste–, Manson podía ser un ferviente creyente en la supremacía blanca.

 

La secta de Manson se establece en un recóndito lugar del cañón californiano de Topanga, donde se hacían películas del Oeste.

Según un joven productor de la Universal, Stromberg, que le conoció cuando estaba haciendo una adaptación de la vida de Jesús a la América contemporánea con un actor negro y paletos sureños haciendo de romanos, Manson hacía un discurso contra el materialismo, cuando alguien le criticó el buen autobús que tenía La Familia. Para la sorpresa de sus oyentes, el predicador no dudó en darle las llaves, mientras observaba con indiferencia cómo se llevaba el autocar. Era impredecible. Sabía cómo ganarse a la gente. A un corpulento motero, le decía que él era impotente, sexualmente, para que pensara que hacía falta en las orgías que celebraba continuamente en su rancho. Y a un enfurecido padre de una chica que se había ido a la comuna, le invitaba a entrar, como si no viera la pistola con la que le apuntaba.

 

EL SUEÑO SE CONVIRTIÓ EN PESADILLA

El 9 de agosto de 1969 Manson manda a cuatro de sus chicas al 10050 de Cielo Drive en el cañón Benedict de Los Ángeles, la casa donde vivió el productor de discos Melcher, que era ahora la residencia de Polanski. Como frustrado músico de rock, Charlie había conocido a Melcher por medio del Beach Boy Dennis Wilson, que creía que “Manson tenía algo cósmico, profundo, que escuchaba las canciones de los Beatles y encontraba mensajes sobre lo que había que hacer a continuación”. Wilson pagó la grabación de las canciones de Charlie, pero Melcher no quiso hacerle un contrato. Tal vez por venganza, es que manda a “las chicas” para asustarle, pero él se queda en el rancho. Las jóvenes mataron a cinco personas, una de ellas Tate suplicando por la vida del bebé que esperaba desde hace ocho meses y medio, mientras la apuñalaban sin piedad, 16 veces.

 

Las alegres chicas de La Familia Manson asesinaron cruelmente a siete personas, incluida la esposa de Polanski.

No contento con ello, la noche siguiente van las cuatro con Manson y dos chicas más, a la casa del matrimonio LaBianca en el 3301 de Waverly Drive, en la zona Los Feliz de Los Ángeles. La Familia había estado una vez en una fiesta en la casa de al lado. Esta vez el propio Manson atravesó 12 veces a este ejecutivo de una cadena de supermercados con una bayoneta. Su esposa fue acuchillada 41 veces, muchas de ellas cuando estaba ya muerta. Hicieron pintadas por las paredes, para que pareciera que era un crimen de las Panteras Negras. Ya que según la interpretación de Manson de la canción “Helter Skelter” del Álbum Blanco de los Beatles, esto comenzaría los disturbios raciales que profetizaba Apocalipsis 9, según él.

El sueño de paz y amor de los años 60 se convirtió en una pesadilla. Tras el idílico festival de Woodstock viene el horror de Altamont, donde los Rolling Stones quieren organizar un concierto gratuito en una pista de carreras. Como servicio de seguridad, no tienen mejor idea que recurrir a los Ángeles del Infierno, un gesto simbólico por el que pretendían que esos “nobles salvajes” de la subcultura americana de postguerra, que estaban “fuera de la ley”, mantuvieran la ley. Y en vez de dinero, les pagarían con cerveza. Al comenzar a tocar su declaración de “Simpatía por el diablo”, los Ángeles apuñalaron a un joven afro-americano. Se denunciaron violaciones y hubo cientos de intoxicaciones por LSD adulterado.

 

FASCINACIÓN POR EL MAL

La historia de Manson ha dejado una profunda huella en la cultura popular. Son tantos los libros, documentales y artículos sobre la secta, que es difícil saber por dónde empezar. Mucho mejor que la actual serie de la NBC, “Aquarius” (2015), donde David Duchovny es un policía buscando a una chica que ha entrado en la comuna, es el telefilm dirigido Tom Gries en 1976, “Helter Skelter”, que sigue la investigación del fiscal Vince Bugliosi, autor de la obra de referencia sobre el tema, hace cuarenta años. La nueva biografía de Jeff Guins ha aportado el testimonio de la hermana adoptiva de Manson, Nancy, así como el de su prima Jo Ann, que vivía con Charlie desde niña.

 

Manson ha sido trasladado de la prisión a un hospital, donde parece que está agonizando.

El músico que ahora lleva su nombre, Marilyn Manson –nacido en una familia cristiana en 1965– ha logrado su fama por las provocaciones que incluyen su identificación con el satanismo de Crowley y LaVey, pero no ha tenido más relación con el asesino, que una incoherente carta desde la prisión. Quien sí vivió en la casa donde fue asesinada la esposa de Polanski es Trent Reznor de Nine Inch Nails, que montó un estudio a principios de los 90, conocido como Le Pig –en referencia a la pintada con la sangre de Tate que apareció en la puerta de su casa–, donde Marilyn pretende tocar la guitarra en un vídeo.

Hay otra nueva novela sobre las chicas Manson, pero es en tiempo actual, “American Girls” de Alison Umminger, así como un podcast de la popular serie “You Must Remember This”, pero el libro que ha captado la atención en todo el mundo –se ha publicado ya en 35 países– es “Las Chicas” de Emma Cline. Alabada por el escritor Richard Ford, está en trámites para ser llevada al cine, pero ha despertado ya una enorme curiosidad por las seguidoras de La Familia. Por cuestiones legales, en la novela Manson lleva el nombre de Russel Hadrick, pero no hay duda a quién sigue el personaje de la adolescente llamada Evie Boyd.

 

LA ADOLESCENCIA PERDIDA

Cuanto esta escritora veinteañera vio las fotos de las asesinas, dice: “reconocí en el anhelo de sus ojos algo de mi misma”. Su voz se reconoce en la narración de esta chica de catorce años, hija de padres acomodados que tramitan su divorcio en el San Francisco de los años 60. Se sitúa en los orígenes de la secta en un parque de Haight-Ashbury, donde Evie encuentra una madre, hermana y amante en la figura protectora de Suzanne.

 

La autora de la obra tiene sólo 27 a§os, pero está obsesionada con el terror que acabó con el movimiento hippy.

A Cline no le interesan tanto las ideas de Manson, como el complejo mundo de la adolescencia, frágil y vulnerable. En el libro aparece primero su personaje como una mujer madura que no tiene trabajo y está pasando unos días en casa de un amigo, cuando su hijo adolescente la reconoce como la que “estaba en la secta esa”. Recuerda así sus días en el rancho, mientras su padre vive con una secretaria veinteañera y su madre sigue a un gurú que lo mismo le incita a comer algas, que a practicar yoga o a pintarse los ojos con kohl.

La novela tiene ese ambiente de hastío veraniego de la adolescencia, los vagabundeos con su mejor amiga Connie y la indolencia de un tiempo de espera, ya que está a punto de ir al internado donde estudió su madre, cuando lo único que quiere es ser mayor y gustar al hermano de Connie. Recuerda que “estaba siempre pendiente de la atención de los demás”. Como tanto de nosotros: “esperaba que alguien me dijese que había de bueno en mí”.

 

ESA EXTRAÑA PROVIDENCIA

Estos relatos de adolescencia confusa siempre me conmueven. ¿Quién no se ha sentido a veces como el personaje de Evie, perdido en un mundo que no conoces? Todos como ella, estamos necesitados de amor. La distancia de tus padres y la necesidad de hacerse notar, te lleva a buscar la atención de otros, desesperadamente. Buscamos esa figura protectora, maternal y amorosa, que es para ella, Suzanne. Y aunque no logramos ver su atractivo en el libro, podemos entender que por ella, encuentra una nueva familia, ¡aunque sea tan terrible como la de Manson!

La perspectiva que te de la providencia en la vida, te permite darte cuenta de nuestra natural atracción por el mal, pero también la incomprensible gracia de Dios. Lo que nos lleva al tema de la Providencia. Si analizamos el termino, se trata de ver (vide) algo de antemano (pro). Por providencia divina entendemos que Dios sabe lo que todavía ha de ocurrir. Aunque no es tanto una referencia al tiempo, que el Autor de la vida ve de principio a fin (Isaías 46:8-10), sino a algo que va más allá de su mirada a través de “los pasillos del Tiempo”. Conoce el futuro, porque lo ha ordenado. El sabe incluso el número exacto de nuestros días (Salmo 39:4).

La providencia divina tiene que ver también con su extensión. Todo está ante sus ojos. Nada se escapa a su visión (Salmo 139:7-12). Esta verdad puede resultar incómoda, cuando se ve como una amenaza, pero es también un consuelo, cuando descubrimos el valor que tenemos a sus ojos (Mateo 10:28-31). La providencia nos muestra que no sólo hay un Dios que conoce nuestra maldad, sino que sabe y le importan nuestras alegrías, lágrimas, dolores y temores.

Incluso aquellos que creemos que hay un Dios, somos a veces culpables de vivir nuestra vida como si Él no existiera. Debemos siempre recordar que hay Alguien que nos conoce mejor que nuestros padres y nos ama más que Suzanne a Evie. Hace su propósito en nuestras vidas, incluso a la sombra de una cruz. Y detrás de la tumba vacía, está la esperanza de una nueva vida, cuando al quitar las lágrimas de nuestros ojos, descubramos su maravillosa Providencia.

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