Año nuevo, ¿vida nueva?

Quizás la celebración del año nuevo sea una mera quimera. Pero incluso el discurso del Eclesiastés que nos lleva a cierto pesimismo, acaba con un mensaje de novedad

31 DE DICIEMBRE DE 2016 · 16:25

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¿Hay algo nuevo a lo largo de nuestras vidas? Si nos acercamos a la filosofía del libro del Eclesiastés, nos encontraremos con esta frase un tanto desanimadora: “Nada hay nuevo debajo del sol”.

Quizás se pueda afirmar desde la cosmovisión de este libro que lo único que sucede es que año va y año viene, que “generación va y generación viene”, que “sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta”.

¿Es que, realmente, nada permanece, que no hay nada nuevo? ¿Existe el concepto de que a año nuevo, vida nueva?

¿Está todo en el ámbito de las quimeras, de lo irreal?

Quizás la celebración del año nuevo sea una mera quimera. Es posible que todo pertenezca a la eterna rueda que gira sin que traiga novedades. Las cosas vuelven en su eterno giro y es probable que lo que es, solamente sea lo que ya fue, lo mismo que será. De ahí la frase que nos produce un cierto vaciamiento espiritual y psicológico: “Nada hay nuevo debajo del sol”.

Pero nosotros, ¿podemos ser nuevos? ¿Podremos comenzar una vida nueva en este año nuevo 2017? ¿Hay impedimentos que nos defraudarán en ese nuestro deseo de renovación?

El Eclesiastés nos dice: “¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido”. Pero, ¿y en el ámbito personal?

Recuerdo que cuando yo estudiaba Filosofía en la Universidad de Madrid, en los cursos comunes para todas las especialidades que existían entonces, me encontré con un profesor de Filosofía, un jesuita llamado Luis Cencillo.

Él hacía una reflexión del tiempo, quizás desde el punto de vista antropológico, en el que las novedades quedaban relativizadas en nuestro presente. Comentaba que en el presente está gravitando el pasado en retención. Es como si no nos pudiéramos liberar fácilmente de los viejos demonios de nuestro pasado. Las cosas viejas del pasado se agarran a nuestro presente, gravitan sobre él, los tenemos retenidos sin posibilidad de eliminarlos y borrarlos de nuestro momento actual para que éste pueda ser novedoso.

No sé si esta visión del tiempo sobre el hombre no agobia un poco. Con este fantasma del pasado gravitando sobre nosotros en nuestro fugaz presente, no es fácil decir alegremente la frase: “Año nuevo, vida nueva”.

Quizás tanto el año que nos llega como la vida misma mantienen viejos parámetros y demonios de los que no nos podemos liberar. Es como si esos viejos fantasmas quedaran ahí como espantapájaros pegados a nuestra piel y a nuestros huesos condicionando nuestro presente.

¿No hay entonces un día en el que podamos sentirnos nuevos, ni un mes, ni un año, ni un lustro? ¿No podemos entrar en un nuevo presente liberados de ese pasado en retención del que no nos podemos desprender? ¿Quizás pudiera ser que nos llegara algún futuro novedoso?

Algunos pueden pensar que el futuro es nuevo, que no gravita sobre el presente como un pesado fardo como son los demonios del pasado. Podríamos pensar que quizás el futuro sea la liberación.

Decía este profesor jesuita que, de alguna manera, el futuro ya gravita también en nuestro presente, que también, en alguna forma lo tenemos encima. Decía que el futuro gravitaba sobre el presente en forma de proyecto. ¿Lo habéis notado en vuestras vidas?

Es como si nuestros proyectos ya nos estuvieran adelantando el futuro que nunca será nuevo. Nuestro presente ya está manoseando ese futuro, lo está, en alguna manera, procesando. ¿Existe, pues, el año nuevo o todo son ilusiones, vanidades y aflicción de espíritu?

Difícil lo novedoso, difícil el año nuevo, difícil la vida nueva. Lo único seguro en esta filosofía del tiempo es que “los ríos todos van al mar”, que me recuerda la frase de nuestro clásico, Jorge Manrique cuando escribe: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”. Pareciera que todos deberíamos gritar con el Predicador, con el libro del Eclesiastés: “A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?”.

Ante esta visión del tiempo y de la vida, la única reflexión que transmite novedad, que nos puede llevar a novedades de vida es la aceptación de algo que nos sitúa por encima del nivel de la bestia, del animal, del tiempo humano. Es la posibilidad de que en este año nuevo nos podamos aferrar y aceptar la oferta de Dios que nos dice: en el año 2017 que estamos comenzando existe la posibilidad para nosotros de nacer de nuevo, volver a una nueva vida que se oferta solamente para aquél que cree. ¡Aquí si hay novedad! La única forma de dar vida nueva al año nuevo.

El discurso del Eclesiastés que nos puede llevar a cierto pesimismo, también acaba transmitiendo un mensaje de novedad: “El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.

¿Será que sólo en la oferta del nuevo nacimiento que Dios nos ofrece es donde hay una auténtica novedad de vida? ¿Será el todo del hombre? ¿Será ésta la única forma de poder decir con alegría la frase que da título al artículo: año nuevo vida nueva?

La novedad es nada menos que buscar el todo del hombre: Volverse a su Dios, volver a nacer olvidando el viejo hombre con sus hechos.  ¡Feliz Año Nuevo 2017!

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