Mi viaje a Israel: soldados y ultraortodoxos

Pretendo dejar aquí destellos del viaje, de las impresiones que he tenido al visitar los diferentes lugares de Israel. No un análisis en el sentido estrictamente teológico o bíblico 

14 DE DICIEMBRE DE 2016 · 21:00

El grupo de pastores, con nuestro guía Walter de espaldas,pastores Israel
El grupo de pastores, con nuestro guía Walter de espaldas

Del 7 al 12 de este mes de diciembre he tenido la grata oportunidad de visitar Israel, junto con mi esposa Asun (en realidad iba yo con ella, como esposo de pastora, un “cargo” poco habitual y que hasta este momento ningún beneficio me había dado). Un viaje realizado gracias a la invitación de Ferede, que tiene un acuerdo con el Ministerio de Turismo de Israel y la línea aérea El Al.

Fuimos doce matrimonios, con una muy buena experiencia de convivencia. Era mi segundo viaje a Israel, y ciertamente debo decir que, mucho más que el primero, deja una huella que no olvidaré.

Pretendo dejar aquí destellos del viaje, de las impresiones que he tenido al visitar los diferentes lugares. No un análisis en el sentido estrictamente teológico o bíblico (ya hay maestros suficientes para ello), sino lo que me destacó más o impresionó mi corazón.

 

Asun, con una pareja de soldados en el centro de Jerusalén

Para empezar, sólo resaltar que aunque existía cierta incertidumbre en cuanto a la seguridad, salvo la frecuente presencia de soldados israelíes nada alteró el ambiente de calma en todo el recorrido.

Aunque hay muchas noticias (ciertas) de atentados mi impresión es que es similar a lo que ocurría en el País Vasco en España con ETA. Es real la situación, pero se magnifican los hechos.

 

Un grupo de mujeres soldados visitando el Museo del Holocausto

Y hablando de soldados, era curioso ver tantos jóvenes uniformados (el servicio militar es de 15 a 18 años). Debo decir que con un trato exquisito con nosotros. Y con la curiosidad de ver muchas mujeres perfectamente armadas (los hombres hacen tres años de “mili”, las mujeres dos). Especialmente en el centro de Jerusalén, cada 50 o 100 metros había una pareja armada.

Otro tipo de ejército bien distinto era el de los judíos ultraortodoxos, con sus trajes negros, largas barbas, sombreros y tirabuzones.

Vimos que el resto del pueblo judío no les mira con especial simpatía. Como partido político -a pesar de ser minoría- han logrado gracias a sus votos que les den derechos que ningún ciudadano tiene. Están libres de hacer el servicio militar, reciben un sueldo por hijo (y tienen muchos) y además no pagan impuestos. Fruto de todo ello, se dedican sólo a sus labores religiosas.

 

Ultraordoxos judíos en la explanada del Muro de las Lamentaciones

En broma uno de nuestros compañeros de viaje decía que seguramente la falta de actividad física es la que hacía que muchos de ellos tuviesen “tripillas cerveceras”. Y es cierto, cuando paseaban con su característico paso rápido y su típica postura con las manos cogidas a la espalda era frecuente ver una clara “curva de la felicidad” prominente.

Como anécdota (no diré quiénes por respeto a la privacidad) uno de los matrimonios visitó la zona del barrio ultraortodoxo. Allí, un rabino se les acercó al verles y les preguntó si eran turistas, a lo que dijeron que sí (no sabemos que hubiese pasado de haber dicho que no). Entonces amablemente les invitaron a irse del barrio “porque ella llevaba pantalones”.

Hasta aquí esta primera entrega, un primer acercamiento. Seguiré en las próximas semanas contándoles más detalles de este viaje. Shalom.

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