Los Oliver Twist de España

¿Dejaremos de “echar balones fuera”? Se buscan personas dispuestas a recorrer la segunda milla.

20 DE NOVIEMBRE DE 2016 · 17:10

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La ONU reconoce el 20 de noviembre como Día Universal del Niño. Sin embargo, al margen de celebraciones, nuestro país debería hacer una profunda reflexión sobre la triste realidad que viven los menores sin hogar:

“Oliver miró por última vez hacia atrás; a pesar de que allí nunca había recibido un gesto cariñoso ni una palabra bondadosa, una fuerte congoja se apoderó de él. "¿Cuándo volveré a ver a los únicos amigos que he tenido nunca?", se preguntó. Y, por primera vez en su vida, sintió el niño la sensación de su soledad”.

Este fragmento del clásico de Charles Dickens, Oliver Twist, lejos de ser ficción, lleva años viviéndose en nuestras calles. La Cadena Ser informaba el 26 de octubre acerca de una quincena de menores que duermen a la intemperie en el Parque Isabel Clara Eugenia de Madrid.

España no vive sus mejores momentos en lo que se refiere a la gestión de recursos dirigidos a menores sin techo. Desde 2007, la crisis azota nuestro país e impulsa la precariedad. En 2013, nueve mil menores fueron denunciados por sus padres en los juzgados, y un total de trece mil se fugaron del hogar (según informe de la Fundación Simetrias); en ese mismo año, se produjeron 82.000 expedientes judiciales por desahucio ante los Juzgados de Primera Instancia.

En total, hablamos de más de cuarenta mil jóvenes en el sistema de protección, de los cuales catorce mil se encuentran en centros de protección, otros catorce mil están con su familia extensa (tíos y abuelos) y el resto en familias de acogida. Tres años después, en 2016, según informa Europapress, faltan familias para acoger a 18.000 niños que siguen en centros de menores en España. El problema, no solo no ha desaparecido sino que va en aumento.

Ortega y Gasset hablaba del mal del particularismo de España, es decir, de la tendencia que tenemos los españoles a buscar el interés propio sobre el general. Lo peligroso de las tendencias es que nos inclinan a hábitos y, estos, asimilados, trascienden en costumbres. Aquí hay un grave problema, pero miramos para otro lado, no sea que nos salpique: “la culpa no es mía, que lo arregle otro. Bastante tengo yo con lo mío”.

Mientras tanto: “camarero, una de bravas y otra de calamares que hoy juega el Madrid”. Y si hay que parar el país porque juega la Selección, no pasa nada, se para. Y así, no cesa de escucharse por los pasillos un murmullo quejumbroso: “los profesores no enseñan, los médicos no curan, la policía no actúa y los jueces no juzgan”. ¿Dejaremos de “echar balones fuera”? Se buscan personas dispuestas a recorrer la segunda milla. Particulares que no se jacten, ni se envanezcan, ni hagan lo indebido. Individuos que disfruten no con la injusticia sino con la Verdad. La solución, como siempre, no vendrá del exterior. La excesiva comodidad cría ignorancia.

El gobierno desarrolló el protocolo MENAS (Menores Extranjeros No Acompañados). Su fin es regular cómo, cuándo y quién debe actuar cuando un menor extranjero no acompañado es localizado en territorio español.

Muchos de estos menores llegan a nuestro país cruzando solos la frontera, sin su familia. Atrás dejan condiciones lamentables de vida, en muchos casos, vejatorias. Los hay que son huérfanos y llevan años buscándose “las habichuelas” en las calles de su país de origen.

Llegan a España “sin papeles”, sin teléfono de contacto, sin recursos. El protocolo MENAS vela por los intereses de los mismos, pero no es suficiente porque son muchos. De ahí que haya asociaciones y organizaciones no gubernamentales que se involucren en la causa.

“La mies es mucha”, ¿dice la iglesia algo al respecto? Es una oportunidad para brillar, no tanto por lo que hicieron otros hace casi 500 años, como sí por un compromiso renovado y actual que se implica en la resolución de los problemas de casa. El discurso de Jesús sigue siendo el mismo: “dejad que los niños vengan a mí. No se lo impidáis”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Actualidad - Los Oliver Twist de España