Votar ¿contra quién?

En España muchos no van a votar por convicción de que lo que escogen es lo mejor, sino por protesta contra lo que hay.

23 DE JUNIO DE 2016 · 09:43

,

–Voy a votar a Podemos–

–¡Cómo! ¿Tú? No me lo puedo creer; pero si tu ideología no tiene nada que ver con la de ellos.

–Claro que no, pero estoy cansado de que los de mi partido de siempre hagan de su capa un sayo, de que sólo nos tengan en cuenta para pedirnos el voto, de la corrupción… Esto tiene que cambiar.

–¿Y qué te parece si, con tu voto y el de otros como tú, Podemos se hace con el gobierno de España?

–¡Ay no, por favor! ¡De ninguna manera! Esos están locos y nos quieren llevar a una dictadura.

Malamente entendí a mi amigo; ¿y a ustedes qué les parece? Algunos estudios muestran que esta paradójica reformulación del voto es más frecuente de lo que uno creería: muchos no van a votar por convicción de que lo que escogen es lo mejor, sino por protesta contra lo que hay. Muchos electores se autoidentifican con un sector del espectro político que está bastante separado del partido al que al final acaban votando.

Esto explica el castigo a los partidos mayoritarios, pero también el surgimiento de partidos con un claro componente antisistema en su propaganda (otra cosa es si realmente lo son, o si van a sustituir unos dogmas por otros), o partidos sin una ideología definida, pero que se ofrecen como alternativos; también explica el amplio apoyo a ofertas tan dispares –aparentemente– como Tsyriza, el Frente Nacional o los partidarios del Brexit; mucha gente que les vota no lo hace por identificación con el programa (que en muchos casos ni leen), sino por hacer una enmienda a la totalidad del estado actual de cosas.

¿Y qué podemos aprender los creyentes de esta situación? Al menos dos cosas:

1. Es recomendable estudiar los programas de los partidos y no votar a ciegas. Un cristiano nunca tendrá una identificación acrítica con ningún partido, y desde esa posición debe buscar la opción que más realistamente se acerca al modelo de sociedad hacia el que queremos caminar. No recomendaría votar contra nadie (es una forma arriesgada y poco responsable de votar), sino hacerlo escogiendo con conocimiento de causa; me parece más responsable votar nulo que votar contra nadie.

2. No debemos desdeñar la manifestación de hartazgo que el electorado está demostrando al votar como vota. Los protestantes deberíamos tomar nota de esa enmienda general, de esa protesta colectiva en la que ha entrado el electorado, porque ciertamente nosotros también partimos de una enmienda a la totalidad de un sistema que es manifiestamente mejorable a la vista de los valores del Reino; deberíamos animarnos a presentar con rigor esa enmienda en la arena política. Muchos han venido pensando que nuestra voz no va a ser escuchada en la arena pública porque es demasiado diferente; pues bien, otros han demostrado que es posible hacer propuestas atrevidas, diferentes, pero haciéndolo con criterios de rigor y pertinencia y buscando la ventana de oportunidad. Y, lo más interesante, esas iniciativas han encontrado eco en un electorado que de entrada se siente alejado de ellas, pero encuentra en estas un adecuado instrumento de vehiculizar su protesta. Los protestantes en este país debemos aprender así a presentar nuestros análisis, nuestras alternativas, nuestras enmiendas, nuestra protesta, con un discurso político consistente, original, creativo y pertinente. Ya no podemos decir que nadie nos va a escuchar.

 

Puedes descargar Vota Sabiamente, el cuaderno de la Alianza Evangélica Española para las elecciones, aquí.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Fe y política - Votar ¿contra quién?