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¿Qué pasará en España?

Somos primero seres sociales, no económicos. Por eso me entristece ver cómo en ocasiones caemos en la tendencia de dar a la economía importancia vital.

22 DE JUNIO DE 2016 · 07:40

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Se hace extraño esto de tener que volver a votar. Estamos en un momento único en la historia de nuestro país que no había ocurrido previamente y podemos ver prácticamente de todo, o más bien a todos hacer de todo con tal de llamar la atención del ciudadano a considerarlos como los elegidos, como los únicos candidatos viables de cara a votarlos en las próximas elecciones. Esto sí que no es nuevo, puesto que es lo que vimos en la campaña previa a las elecciones del 20-D. Sin embargo, el carácter de estas elecciones está siendo mucho menos “simpático” que las anteriores.

Hagamos un rápido repaso. Corrupción, crisis, desahucios, malestar social, corrupción, Venezuela, más corrupción. Ha sido la tónica del último año hasta la saciedad. Hemos visto tal cantidad de corrupción política que remueve las entrañas y noticias tan hilarantes como la posibilidad de embargos al PP por la ‘supuesta’ (seamos políticamente correctos) caja B del caso Bárcenas.

No voy a analizar mucho más de lo que está pasando porque todos tenemos ojos y oídos y cierta capacidad de raciocinio. Recomiendo leer el blog de Vincenç Navarro para quien quiera leer un buen análisis de la actividad política actual.

Pero ha habido una novedad que creo que es notorio de mencionar y es la siguiente: debates de economía. Porque ese es el quid de la cuestión ¿no? La economía. Todos proponiendo “modelos” que cambiarían a mejor el panorama actual.

Y me entristece. Y aún más ver cómo en ocasiones caemos en la misma tendencia (como cristianos) de dar a la economía esa vital importancia de la que en realidad carece.

Me explico: el ser humano es un ser social, no un ser económico.

Creo que hay dos errores en los que podemos caer como cristianos al respecto.

El primero es no participar en la vida política. No es extraño escuchar que como Jesús dijo “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” que esto quería decir que nos separásemos de los asuntos políticos. Discrepo, y mucho. El cristiano tiene que tener la real certeza de que la premisa “la soberanía es del pueblo” es falsa. La soberanía es de Dios, y esta proclamación nos da una perspectiva nueva de para qué está la política, pues Dios, quien ha disfrutado de una relación perfecta desde siempre nos ha creado con un propósito: disfrutar de esa relación con él.

De ahí lo que decía antes, somos seres sociales, no seres económicos. La economía debe estar al servicio de la sociedad y no a la inversa.

Y con esto quiero mencionar el segundo error en el que podemos caer: considerar que las soluciones que se nos plantean van a ser las soluciones idílicas para nuestra sociedad. Y no son la solución de soluciones puesto que yerran en el principal hecho de diagnosticar el problema.

Esto no nos tiene que desilusionar frente a la política. Incluso al ver a nuestros líderes políticos sin capacidad real para liderato e incluso el talante para ello (véase como ejemplo cualquier debate y analizar el comportamiento que muestran).

Pero creo que justamente esta situación nos tiene que retar. ¿Cuál está siendo nuestra influencia en el mundo? ¿Estamos llegando a las propias clases políticas?

Es un reto claro, pero la vida cristiana es una vida integral.

¿Qué va a pasar en España? Ni idea. Tengo mis conjeturas, pero son sólo eso: conjeturas. Lo que sí sé es quién lo sabe y quién tiene la soberanía en todo esto.

Y es aquel que nos anima a participar en este mundo, a participar de su obra.

Juan Pérez Cacho es estudiante de Grado en Ingeniería de la Energía en Valencia.

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Fe y política - ¿Qué pasará en España?