“La proclamación del evangelio debe volver a cobrar protagonismo”

Andy Wickham comparte su perspectiva sobre hablar de Dios en la esfera pública. Estará en Idea 2016, este próximo fin de semana en Sevilla.

MADRID · 16 DE FEBRERO DE 2016 · 19:43

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La sociedad en la que estamos busca continuamente soluciones a sus males, pero ¿aciertan nuestros expertos en el diagnóstico? Andy Wickham, uno de los ponentes en Idea2016, considera que este suele ser errado.

“La iglesia es la única esperanza porque tiene el mejor diagnóstico y la mejor cura”, afirma Wickham, convencido de que aquellos que apuntan a buenas soluciones mejorando en educación, leyes o valores, se quedan cortos. “Jesús dijo que el problema está en el ser y hasta que no cambiemos el corazón roto y egoísta del ser humano, no habrá esperanza para la sociedad”, comenta.

“La misión de Dios -añade Wickham- es para toda la iglesia, para alcanzar a toda persona, y de manera integral”. Wickham dirige la Fundación RZ para el diálogo entre fe y cultura, una entidad que está trabajando para hablar de Dios en cualquier espacio, sea este político, cultural, educativo, financiero o lúdico. Junto a Marcos Zapata, Xoán Castro, Israel Suárez y Jordi Llenas participará en un panel en Idea2016 que tratará el papel de la iglesia como agente transformador de la sociedad.

 

Pregunta. ¿Es posible transformar la sociedad desde la iglesia, o es algo utópico?

Respuesta. No es solo que crea que la iglesia tiene la capacidad de transformar la sociedad sino que creo que es la única herramienta eficaz para el cambio profundo y duradero.

Sea cual sea nuestra cosmovisión, todos estamos de acuerdo en que carece de salud a muchos niveles. Si un médico te receta jarabe para la tos, en vez de quimioterapia, porque su diagnóstico erróneo es que tienes un catarro, en vez de cáncer de pulmón, pensarás que tu problema tiene solución, pero tu esperanza no tendrá base alguna. De la misma manera, nuestra sociedad piensa que hay esperanza porque el diagnóstico es superficial. El diagnóstico de nuestros expertos es que necesitamos mejores valores, mejor educación, o mayor calidad de vida. La esperanza como oigo por todos lados, radica en mejores leyes, mejor educación, mejores valores, y más salud. Sin menospreciar el valor de la educación, los valores y la calidad de vida, áreas donde la iglesia históricamente ha servido de antiséptico en la sociedad, el diagnóstico se queda muy corto, y por lo tanto también las soluciones.

El mejor diagnóstico que he encontrado no es ni epistémico, ni pragmático ni existencial, sino ontológico. Jesús dijo que el problema está en el ser y hasta que no cambiemos el corazón roto y egoísta del ser humano, no habrá esperanza para la sociedad. Solo el evangelio de Jesucristo, quien demostró tener poder para vencer al pecado y la muerte, nos habla de nacer de nuevo, de poder para cambiar. Y el evangelio está en manos de la iglesia, impulsada por el corazón misionero del Espíritu Santo. Por eso creo que la iglesia es la única esperanza porque tiene el mejor diagnóstico y la mejor cura.

 

P. Para muchos el avance del secularismo supone una barrera cada vez mayor para poder compartir el evangelio. ¿En qué sentido crees que, a su vez, pueda haber oportunidades en la sociedad actual?

R. El protocolo dicta que se evite hablar de política y fútbol en los encuentros sociales, y sin embargo, no hacemos otra cosa que hablar de política y fútbol a todas horas. En mi experiencia, ocurre lo mismo con la fe.

Quizás hay temas que son políticamente incorrectos pero en el fondo hay una sed enorme de ellos. Me lo encuentro cuando en nuestra organización anunciamos conferencias en lugares tan seculares como el distrito comercial de Londres, Canary Wharf y cientos de ejecutivos se acercan a escuchar charlas como “¿Por qué permite Dios el sufrimiento?”. O cuando asistí a una conferencia de John Lennox sobre ciencia y Dios en la Facultad de Filosofía de Praga, siendo la República Checa el cuarto país más ateo del mundo, y la sala se llenó de 600 personas, dejando fuera otras 200. O cuando un profesor de filosofía en un instituto de Granada me invitó a hablar a su clase de 30 estudiantes sobre si es razonable creer en Dios en el siglo XXI, y el interés por el tema fue tal que acabamos en el pabellón deportivo con el bachillerato entero. “Llevo dos años sin poder hablar de Dios con nadie”, me ha dicho alguien recientemente, “y cuánto lo necesitaba”. Esta misma persona me había identificado como protestante y se acercó mientras esperaba mi turno en una cola en unas oficinas, y me empezó a hablar de Dios y a hacerme preguntas susurrando por no llamar la atención en su entorno laboral. Hay una presión muy real por no hablar de Dios en público, pero en mi opinión, solo acentúa más una sed existencial perpetua que al final no respeta lo políticamente correcto.

Hay oportunidades por todos lados. Mi trabajo me lleva a dialogar no solo con individuos, sino desde todo tipo de plataformas, sean universidades, centros cívicos, pubs, restaurantes, bares, iglesias, ayuntamientos, institutos. Y veo que una vez se supera el prejuicio, existe una apertura para hablar de las grandes preguntas de la vida. Creo que es importante que como iglesia sepamos aprovechar estas oportunidades.

 

Interroga a un cristiano, una de las iniciativas realizadas por Fundación RZ y GBU en varias universidades en España. / Fundación RZ

P. Como iglesias en España, ¿tenemos que revisar el concepto de misión?

R. Creo que tenemos el desafío de profundizar más en el evangelio y tener una fe íntegra, comprendiendo que el evangelio significa reconciliar todas las cosas en Cristo. El evangelio abarca nuestro matrimonio, familia, barrio, sociedad, gobierno. Claramente Jesús vino no solo a salvarnos de nuestros pecados sino también a restaurar todo aquello que el pecado ha corrompido (como cuando Jesús sanó al hombre paralítico y le sanó física, espiritual, psicológica, laboral y socialmente). Necesitamos redefinir o más bien, volver a la evangelización que Jesús modeló e inicialmente impulsó la iglesia. La misión no puede ser cosa de pocos ni puede estar reducida a un aspecto de la realidad. La misión de Dios es para toda la iglesia, para alcanzar a toda persona, y de manera integral.


P. ¿Cuáles son los retos principales que crees que se presentan para el avance del evangelio?

 

Andy Wickham.

R. La iglesia debe estar unida en la misión. Tengo claro que una iglesia que insiste en su desunión pierde su fuerza, pierde su credibilidad, y por tanto falla en su misión. Unidad no significa uniformidad; podemos estar en desacuerdo en muchos aspectos. Dios mismo es diversidad, pero en la unidad del amor. Y por ello, deberíamos esperar lo mismo en la iglesia, diversidad y unidad en la misión de Dios para esta sociedad. Aunque en España nos precede una historia de desunión, creo que estamos dando grandes pasos. El reto es continuar en esa línea y me emociona pensar en el impacto que podemos tener en los próximos años.

Otro reto para la iglesia sería el de recuperar la fe en la proclamación pública del evangelio como parte de la misión de Dios para este mundo. Sin descuidar otros aspectos de la misión de la iglesia, la proclamación pública del evangelio tiene que volver a cobrar protagonismo entre nuestras prioridades si queremos seguir el modelo bíblico.

 

Idea2016 se celebrará este próximo fin de semana, del 19 al 21 de febrero, en Sevilla. Más información aquí.

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