Plantación de iglesias y missio Dei

Debemos replantearnos a fondo nuestro concepto de plantación de iglesias si queremos romper la “falacia cuantitativa” que mide el éxito según los números, en vez de según la misión transformadora de Dios.

30 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 14:33

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Nuestra concepción de la iglesia y la misión se ha visto transformada en las últimas décadas por el concepto de missio Dei: la comprensión de que la misión no es simplemente una actividad de la iglesia, sino más bien el resultado de la iniciativa de Dios. Bosch resume este nuevo paradigma misional de la siguiente manera:

La misión se entiende como algo que se deriva de la misma naturaleza de Dios. De ese modo, se pone en el contexto de la doctrina de la Trinidad, no en el de la eclesiología ni en el de la soteriología. La doctrina clásica de la missio Dei según la que Dios Padre envía al Hijo, y Dios Padre e Hijo envían al Espíritu, se amplía para incluir otro “movimiento”: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo envían a la iglesia al mundo [1].

Las palabras de Jesús “como me ha enviado el Padre, así os envío también yo a vosotros” (Juan 20:21) son un llamado a sus discípulos de todas las edades para participar de este “movimiento misional” trinitario de Dios hacia el mundo, con el Espíritu de Dios como protagonista principal en lugar de la iglesia. Al participar en la obra de Dios a través de su Espíritu, la iglesia cumple su propósito en la misión de Dios. Por lo tanto, “misión” se puede entender como una participación en la misión de Dios, o como dice Kim, “unirse al Espíritu”.[2]

Pero, ¿realmente han interiorizado este concepto de missio Dei los plantadores? ¿Demostramos con nuestra forma de pensar, nuestras palabras y nuestras acciones que la plantación de iglesias y la formación de nuevas comunidades de seguidores de Jesús son asuntos de Dios en los que tenemos el privilegio de participar, en lugar de algo que hacemos en su nombre?

Lo que sigue a continuación es una breve revisión de algunos de los textos clave en la plantación de iglesias, los movimientos de plantación de iglesias y la iglesia misional vistos a través de la lente de la missio Dei. No pretende ser un análisis exhaustivo, sino más bien una ilustración de mi argumento principal de que los plantadores se verían grandemente beneficiados si entendieran su trabajo más bien como una participación en la missio Dei. Estoy convencido de que debemos replantearnos a fondo nuestro concepto de plantación de iglesias si queremos romper la “falacia cuantitativa” que mide el éxito según los números, en vez de según la misión transformadora de Dios.

 

Obras sobre la plantación de iglesias a modo tradicional

Los plantadores de iglesia tienden a ser pragmáticos y activistas. En consecuencia, suelen escribir “guías prácticas” en las que establecen las etapas del proceso de plantación de una iglesia y los desafíos que presenta cada fase. Hay algunas excepciones notables en las que las consideraciones teológicas pasan a un primer plano [3], pero la gran mayoría de libros sobre la plantación de iglesias son analíticos y prácticos.

Las consideraciones clave en las primeras etapas tienden a ser la ubicación de la iglesia plantada, la demografía de la comunidad y la metodología o modelo que se debe utilizar. A continuación, los autores, normalmente, tienen en cuenta la evangelización y el discipulado, el hacer contactos, el desarrollo de líderes, la estructura de la nueva congregación y, finalmente, su reproducción. Incluso los enfoques más recientes tienden a seguir este patrón.

En el libro Global Church Planting[4] los autores dan una breve introducción teológica y pasan rápidamente a consideraciones estratégicas y a un tratamiento detallado de las fases de desarrollo lo que ocupa casi la mitad del libro. Es de elogiar la inclusión de muchos (y excelentes) estudios de caso a nivel mundial, pero en conjunto la impresión es que se trata de otra “guía práctica”. ¿Realmente la plantación de iglesias se reduce a adoptar las “mejores prácticas para la multiplicación”, tal y como sugiere el subtítulo? ¿O necesitamos una reevaluación más radical de la iglesia y de la misión que reubique y redefina la plantación de iglesias como la participación en un movimiento del Espíritu?

Durante muchos años, el teólogo y misiólogo latinoamericano Samuel Escobar ha advertido de los peligros de la “misionología empresarial”.

La acción misionera se reduce a una tarea lineal que se traduce en pasos lógicos a seguir en un proceso de gestión por objetivos, del mismo modo que la tarea de evangelización se reduce a un proceso que se puede realizar aplicando principios de marketing. [5]

¿Han llevado las tendencias activistas y pragmáticas de los plantadores a una asimilación inconsciente de ideas de negocio funcionales que tienen poco que ver con la missio Dei y mucho más que ver con la idolatría al éxito que es el espíritu de nuestra época?

 

Obras sobre los movimientos de plantación de iglesias

En los últimos veinte años, los misiólogos que están en Occidente han empezado a ser conscientes de que hay movimientos autóctonos de plantación de iglesias en muchos países del mundo. Un movimiento que comenzó en un país de acceso restringido en Asia en noviembre del 2000 ha dado lugar a 1,7 millones de bautismos y a la plantación de más de 150.000 iglesias.[6]

David Garrison, director del Departamento de Investigación Global de la Junta de Misiones Internacionales (IMB), estableció tres criterios para evaluar los Movimientos de Plantación de Iglesia (MPIs). Un MPI debe tener las siguientes características para que se le reconozca como tal:

-Una tasa de crecimiento anual del número total de iglesias del 25% en los últimos dos años.

-Una tasa de crecimiento anual de iglesias nuevas del 50% en los últimos dos años.

-Afirmaciones empíricas de que hay un MPI emergente.

A pesar de estos criterios tan exigentes, el estudio de Garrison había identificado más de 200 MPIs en todo el mundo. [7]

Por supuesto, es muy alentador leer relatos de movimientos de plantación de iglesias que se dan en los contextos más duros. Libros como Miraculous Movements[8] cuentan historias inspiradoras de miles de iglesias plantadas entre grupos de población musulmana de todo el mundo. Trousdale nos anima a creer en el poder vital del evangelio para establecer nuevas comunidades de seguidores de Jesús, incluso en el más hostil de los ambientes, y eso hay que agradecérselo. Sin embargo, como los libros sobre la plantación de iglesias a modo tradicional ya mencionados, Trousdale no puede resistir la tentación de sugerir que se puede facilitar la aparición de un movimiento de plantación de iglesias siguiendo unos simples principios bíblicos. “Dios obra todas estas cosas allí donde se implementan estos simples principios bíblicos”. [9]

Este pensamiento reduccionista es aún más evidente en el caso de Garrison, cuya investigación lo llevó a observar diez características comunes de los MPIs que sugirió que eran diez elementos universales: [10]

1. Oración

2. Abundante siembra del Evangelio

3. Plantación intencional de iglesias

4. Autoridad bíblica

5. Liderazgo local

6. Liderazgo laico

7. Células o iglesias-casa

8. Plantación de iglesias por otras iglesias

9. Reproducción rápida

10. Iglesias sanas

Si nos las tomamos al pie de la letra, estas características comunes de los movimientos de plantación de iglesias son muy instructivas, e incluso recuerdan a las observaciones de las generaciones anteriores de misiólogos como Roland Allen. [11] Pero una vez más, si observamos este pensamiento a través de la lente de la missio Dei nos haremos una pregunta fundamental: ¿es posible reducir la obra de Dios a una lista de características universales, o incluso a una cuidada formulación decimal? Claramente, Garrison pensaba que sí, ya que afirmó categóricamente que “cualquier intento misionero de establecer un movimiento de plantación de iglesia debe tener en cuenta estos 10 elementos”,[12] agregando después que la ausencia de algunas de estas características universales “puede resultar en movimientos frustrados”.[13] En un trabajo posterior fue incluso más allá, sugiriendo que la aplicación de estas características universales era esencial porque “tienen un valor incalculable para cualquier persona que desee alinearse con la obra de Dios”. [14]

Una cosa es explorar el fenómeno de los MPIs para resaltar características comunes y sugerir que podríamos aprender de ellos, pero otra bien distinta es sugerir que los movimientos de plantación de iglesias se pueden reducir a diez características universales, y que al facilitar intencionalmente estos diez elementos podemos poner en marcha un movimiento de plantación de iglesias. Carlton pone de manifiesto las implicaciones del argumento de Garrison:

Estas diez características universales describen cómo está obrando Dios a través de estos movimientos de plantación de iglesia, y que la forma de alinear tu vida y tu ministerio con Dios es a través de la aplicación de estas características. No hacerlo es estar desalineado con la obra de Dios. [15]

Los movimientos de plantación de iglesias son movimientos del Espíritu de Dios. No podemos aplicar un proceso de retroingeniería a lo que Dios está haciendo en un lugar concreto para controlarlo nosotros y poder reproducirlo en otros lugares. Es misión de Dios.

 

Obras sobre la iglesia misional

Nuestra forma de hablar acerca de la plantación de iglesias se ha transformado en los últimos quince años con la palabra “misional”. El libro Missional Church: A Vision for the Sending of the Church in North America [16] no sólo popularizó la palabra misional, sino también el concepto más amplio de la missio Dei, ya que muchos otros autores recogieron el lenguaje misional y su base misionológica.

Por cuestión de espacio no puedo sumergirme en un estudio más amplio de la literatura misional, pero quiero hacer las mismas preguntas que he hecho acerca de la plantación de iglesias tradicionales y de los MPIs. ¿Estamos plantando iglesias o comunidades misionales dentro de un marco consciente de missio Dei? ¿O estamos en peligro de domesticar e incluso reducir el concepto de missio Dei a principios controlables y reproducibles?

Por ejemplo, Alan Hirsch sostiene que los siguientes seis elementos del ADN misional o “genio apostólico” están siempre presentes en los movimientos de Jesús.

1. Jesús es el Señor

2. Hacer discípulos

3. Impulso de encarnación misional

4. Ambiente apostólico

5. Sistemas orgánicos

6. Communitas, no comunidad [17]

Igual que con Garrison, la identificación de características comunes misionales es útil e instructiva. Sin embargo, también corremos el riesgo de considerar erróneamente el ADN misional de Hirsch en esencia como una nueva receta para conseguir un crecimiento exitoso de la iglesia: haga esto y tendrá una iglesia misional, haga aquello y formará una comunidad misional eficaz; haga todo esto y comenzará un movimiento misional.

Dada nuestra tendencia a medir la eficacia a través de los números, ¿seremos capaces de resistir la tentación de medir la eficacia misional precisamente de la misma manera? Si lo hacemos, realmente no trabajamos a la luz de la missio Dei, sino que más bien seguimos utilizando una métrica humana para medir una realidad divina.

La misión de Dios no puede ser domesticada. No se puede clasificar y reducir a un conjunto de principios, ni siquiera aunque sean principios misionales. El movimiento del Espíritu no se puede forzar, el viento sopla de donde quiere(en cursive por mencionar el versículo) (Juan 3:8).

 

Notas

Próximo artículo: “Hacia algunas nuevas medidas de efectividad en la plantación de iglesias”.

 

Jim Memory es profesor y plantador de iglesias.

 

Utilizado con la autorización de Wipf y Stock Publishers.

 

[1] Bosch, Transforming Mission, Orbis 1991, p.390

[2] Kim, Joining in with the Spirit, SCM, 2012

[3] Por ejemplo, Shenk y Stutzman, Creating Communities of the Kingdom, Herald, 1998; Murray, Church Planting: Laying Foundations: Paternoster, 1998

[4] Ott y Wilson, Global Church Planting, Baker Academic, 2011

[5] Escobar, “Misionología Evangélica” in Taylor (ed.) Global Missiology for the 21st Century, Baker Academic 2000 , p.109

[6] Garrison, “Church Planting Movement FAQs”, in Mission Frontiers, 33/2, 2011, p.10

[7] Ibíd.

[8] Trousdale, Miraculous Movements, Thomas Nelson, 2012

[9] Ibíd., p.187

[10] Garrison, Church Planting Movements, IMB, 1999, p.33–36

[11] Allen, Missionary Methods, World Dominion Press ,1962

[12] Garrison, Church Planting Movements, IMB, 1999, p.33

[13] Ibíd., 53.

[14] Garrison, Church Planting Movements, Wigtake Resources, 2004, p.172

[15] Carlton, Strategy Coordinator, Wipf and Stock, 2010, p.190

[16] Guder y Barrett, Missional Church, Eerdmans, 1998

[17] Hirsch, The Forgotten Ways, Baker, 2006

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